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Opinión

Cuatro horas y una obligación moral

Fachada del restaurante El Ventorro, en el centro de Valencia.

Fachada del restaurante El Ventorro, en el centro de Valencia. / F. Bustamante

El tiempo. En política es fundamental la capacidad de medir los tiempos en el sentido de saber leer el momento en el cual tomar una decisión o comprometerse públicamente a algo. Tanto es así que, puede llegar a definir la naturaleza de un liderazgo para bien o para mal. Cuatro horas duró la comida -primero privada, luego de trabajo y finalmente de partido-, que mantuvo el president de la Generalitat con la conocida periodista el día que no olvidaremos. El mismo tiempo que delimita la génesis, desarrollo y ejecución de los momentos clave que desencadenaron la tragedia humana. De las muertes.

Dice Maribel Vilaplana en la carta que dirigió a la ciudadanía que hablaron de temas relacionados con la televisión autonómica, acabando la conversación en una “sesión de consultoría de comunicación” sobre cuestiones de su especialidad. Pues eso, con toda su crudeza, sirve como símbolo de las razones que explican la indignación y la ira que se pudo comprobar en el funeral de Estado hace unos días. La pregunta, nada novedosa, es si puede continuar como president de la Generalitat Valenciana quien mantuvo un largo y lamentable almuerzo en el peor momento posible, optando por una “sesión de consultoría” en vez de asistir a la reunión del Cecopi a las cinco de la tarde. Si puede hacerlo después de conocerse nuevos detalles que ponen en evidencia las últimas versiones de este desatino. Si Feijóo, cuyo primer error fue aceptar su continuidad vinculada a la reconstrucción, va a seguir en esa posición o moverá la ficha de una vez. Porque la responsabilidad escala.

Carlos Mazón jugó a ser un estratega que ganaba tiempo mientras daba golpes que, en apariencia, lo iban recomponiendo políticamente; por ejemplo, el pacto con Vox para la aprobación de los presupuestos de la Generalitat. Pero, no. No hay táctica posible para lo insostenible. Tendría que haber dimitido hace mucho; no lo hizo y ahora no tiene otra salida. Inicia esa carta la periodista expresando su respeto y solidaridad hacia las víctimas, algo que podrá materializar el lunes en sede judicial contándolo todo de una vez. El compromiso con la verdad es, en este caso, una obligación moral con las víctimas. Su responsabilidad no es con lo ocurrido, sino con ese compromiso. Porque esas cuatro horas cambiaron la historia de la Comunitat para siempre mientras ella comía con el president de la Generalitat.

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