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Opinión | El día del señor

Aguas locas

El barranco del Poyo a su paso por Paiporta, en una imagen captada el 30 de octubre.

El barranco del Poyo a su paso por Paiporta, en una imagen captada el 30 de octubre. / Miguel Angel Montesinos

No sabemos si Toni, habitual de las movidas de Benimaclet, sufría alucinaciones, pero él echó cuentas y vio que la higuera de casa, destrozada por reblandecimiento del terreno y diluvios incesantes, había sufrido un profundo desarraigo, quizás irreparable. Y eso ocurría en el aniversario de la riada de 1957. Justo ese día.

La higuera evangélica, ofreció a las personas, amigos y animales de casa, magníficos higos tipo goteta de mel. Mientras, en la calle Hospital, un árbol de gran porte sufría un par de desgarros y los subsiguientes saneamientos hasta que el bisturí actuó con la debida sutileza: ¡Que le corten la cabeza! Y solo quedó el tocón.

Toni tiene mano para tratar a las personas mayores y entre todos hicimos un balance de las consecuencias del agua que siempre ha despertado y/o provocado la fascinación de nuestros agricultores que no son ingenieros hidráulicos, pero casi: cuando estaba atendida el agua de los grandes embalses castellanos, los agricultores valencianos se bajaban la suya hasta el borde del pantano de Tous, pero como el agua aquí avisa poco y Mazón menos aún, pues ahí tienes las danas como tubo de escape de los diluvios cotidianos: danas que proceden de mares tropicalizados, o sea, recalentados y sacudidos y agua del noroeste como toque celta de buen gusto. Lluvia de seiscientos litros por metro cuadrado en la cabecera de los ríos y en los barrancos agitados y llanuras de inundación expuestas. Querencia de terreno y a esperar que todo él sea edificable.

Toni, que sabe de lo que se habla, propone un modelo de trato al agua cerril, salvaje. En realidad –dice Toni– deberíamos de funcionar con un modelo que a partir de ahora reunirá riuades y pantanaes, porque habrá de todo y barato.

Mientras, Toni nos ilustra con la parábola de la cacahuera: cuando las flores de la cacahuera, de la mata de cacahuete, no de la huertana, ya han sido fecundadas, se entierran, crecen y se transforman en cacau delcollaret y si no se desagua el cúmulo de lluvias, empieza la putrefacción. Toni nos obsequia con unas chirimoyas con la advertencia de que fuera del frigo, maduran antes. O cuando caen por gravedad de puro maduras.

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