Opinión | La plaza y el palacio
Lo inimaginable

Carlos Mazón, sentado en el funeral de Estado mientras los familiares de algunas víctimas le gritan / Germán Caballero
Al parecer Mazón encontró un hueco en su agenda y asistió, disfrazado de sombra de lo que eras, al funeral de Estado. Allí se le veía compungido, pues según avanzaba el acto no había ataques a Pedro Sánchez, su última esperanza. La gente no se portó bien con él. No sé si Feijóo le dijo algo, pero ni eso, aunque lo mismo mejor para Mazón, que sólo faltaba que Feijóo le susurre al oído. De Tellado hace tiempo que no sabemos, con lo que se querían. A Mazón le llamaron “asesino” y otras cosas, que no son de escuchar sin sonrojo. Ha dicho luego que no para de meditar sobre estas voces, que eran como de ultratumba por delegación. Menos mal que al final se ha dado cuenta de lo de los muertos y sus familias y, en fin, toda la sociedad que asiste furiosa observando su carita de mañaco al que le quieren quitar el juguete y ni siquiera sabe por qué. Pero, bueno, ya ha advertido el desastre y ha recibido a ¡una familia! A este ritmo es normal que no quiera dimitir y que sea necesario que le roguemos que vuelva a presentarse. Que se lo pidan en A Punt, entre cornada y cornada, que más cornadas da el hambre. Bien mirado, a Mazón se le está poniendo cara de maletilla, satisfecho aventurero del planeta taurino, de aquí para allá, por ver si caza orejas u otra cosa. Pero como Mazón es extraordinariamente listo, por la mañana, el muy cuco, en el Saló de Corts del Palau, quintaesencia de nuestra historia, reunió a sus huestes. Dijo el artista que lo sucedido era “inimaginable”. ¡Olé! Le aplaudieron. Mucho. Uff, una barbaridad. Y ni siquiera le llamaron asesino ni malparit. Ahí se ve que cuando Mazón no conoce la vergüenza no está solo: en el PP abundan los cómplices sin vergüenzas; yo que sé: el alcalde de su pueblo, el Presidente de su Diputación: todos esos, joviales, no tienen tampoco ni pizca así de sentido del honor -¡qué antiguo me pongo!- ni de la decencia. Ni una voz que alzar. Ni una pregunta que hacer. Ni una alarma que lanzar. Hombre: por lo menos que le pregunten la marca del vino.
Releo el párrafo anterior y advierto su extraordinaria dureza. No me gusta. Pero lo voy a dejar como está. Porque este es el problema de Mazón: se ha degradado tanto y ha degradado hasta tal punto las instituciones, que no hay ataque que deba molestarle. Porque se ha convertido en un vacío, en un hueco. La sucesión de mentiras es de tal calibre, y dichas con tanta chulería, que cuando hablo de él no pienso en él, pienso en una realidad que nos es ajena. Él, trilero de la tragedia, ha convertido unas horas de su vida, y de la muerte de otros, en un puro cambalache, en juego de adivinación. Por eso casi creo que lo mismo no estaba en el funeral: era apariencia, fantasma y su rictus de tristeza una inmensa carcajada: ¡un año engañándonos!, que se dice pronto. En cierto modo, el acompañamiento al parking ha sido para mí definitivo: ¡hasta en eso mintió! Y recuerdo cuando le preguntaron qué hizo al salir del Ventorro y con desparpajo inmenso describió su recorrido, haciendo burla de la pregunta…; y aún pensé –he trabajado y vivido por esa zona-: “yo hubiera ido por otro sitio, algo más corto”. ¡Cómo si él tuviera prisa! Pero no. Se recreó en dar una vuelta. Y ahora digo, claro: sí es que es verdad. Que no le creo. Por definición ya no creo nada de lo que diga Mazón. Y repito: la reconstrucción es muy importante pero recuperar la dignidad lo es más. Es un intangible cuya ausencia nos asesina colectivamente cada mañana, cuando despertamos y el dinosaurio sigue ahí, madurando su siguiente salivazo a las víctimas.
A estas alturas esto no va de ética. No. Probablemente a Mazón la mentira le parezca un déficit moral. O ya no. O sí, salvo que el mentiroso sea él. Pero ese será su problema. Para toda la vida: a ver cómo restaura una imagen respetable en sus ámbitos privados. Pero lo grave es que esta actitud, esta representación pública del deshonor afecta estrictamente a las bases de la democracia. La democracia, por desgastada que esté gracias a Mazón y sus amigos y cuadrilla, aún sigue precisando de una opinión pública que exprese deseos, compromisos y pluralismo. Y una cosa es una exageración, un exabrupto, hasta un embuste, y otra definir todo, absolutamente todo, sobre la ausencia de verdad, su tortura, su asesinato. Así no es posible que las bases de la democracia constitucional y estatutaria se mantengan. No hay democracia que sobreviva sobre la sospecha. ¿Qué yermo va a quedar después de esto? No pido a los políticos que den ejemplo. Me conformo con que tengan un comportamiento normal, aunque modulado por estar sometidos a extremas presiones. Pero no es normal que no haya habido declaración, afirmación o grito histérico que no se haya demostrado pura corrupción de la verdad e impostura de campeón del postureo.
Por eso tampoco entiendo que el Grupo Parlamentario Socialista –el único de la oposición que puede hacerlo- no presente hoy mismo una Moción de Censura, el mecanismo democrático-estatutario que para sustituir al malhadado President. ¿Que la perdería? Pues de perdidos al río, si se me permite el sarcasmo. Pero que se retrate allí Mazón, y el PP, y Vox. Y el PSOE y Compromis, que al menos digan que hay luz tras la noche terrible y que además de dana hay esperanzas que construir. Y si pierden, pues que pierdan: pero a poco bien que lo hagan habrá triunfado la verdad, se habrá restaurado la lógica institucional. ¿Qué es que no está Diana Morant en les Corts para ser la candidata? Uy, ¡qué mala suerte! Pues que expliquen a las víctimas cuales son las prioridades, no vaya a ser cosa que acaben por no votar a Diana Morant.
En fin, aquí estamos. Con la espuma en la boca: rabiosos e impotentes. El discurso más elocuente del funeral fue el de Mazón. Por primera vez, en un año, no mintió. No mintió porque no le dejaron, desde luego. Pero ese es el camino, que si lo dejan sólo se pierde y nos pierde. Leo en una crónica de recuperación de los hechos –una nueva modalidad literaria- que Mazón le pidió a Vilaplana que fuera jefe de A Punt, y dijo que no. Que la verdad es que no sé para qué quiere Mazón quitar al que está, que tanto sabe de artistas pintureros y de mirar las tragedias desde la barrera. Pero con el “no” en el bolsillo, Mazón se ve que se dijo, ya que estoy aquí y con la pereza que me da eso del Cecopi, pues voy a pedirle una “asesoría comunicativa”. Dadas las circunstancias es para morirse de la risa. Se ve que la lección avanzó poco o que Mazón se distrajo. Si le da la clase entera, Mazón aún no habría vuelto.
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