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Opinión | Bolos

La doble crisis tras Mazón

Declaración institucional en el Palau donde Mazón ha presentado su dimisión como president de la Generalitat

Declaración institucional en el Palau donde Mazón ha presentado su dimisión como president de la Generalitat / Francisco Calabuig

Mazón deja una institución desacreditada y bastante tocado a su partido. Ni sus peores adversarios habrían diseñado un plan tan perverso. Aunque el desenlace era previsible tras la desastrosa gestión de la prevención y la emergencia durante la dana del 29 de octubre, nadie elaboró una hoja de ruta que protegiera, ante todo, a la Generalitat y, al mismo tiempo, al partido más votado mediante soluciones consensuadas. Cuando todo se confía a la improvisación, las ideas acaban en el bombo de la lotería.

Era imposible sostener la autoficción de Mazón con 229 víctimas mortales. Nadie se lo advirtió, y ha reaccionado demasiado tarde, justo cuando Feijóo ha dicho “hasta aquí”. El líder del PP también sale mal parado, pues pudo evitar esta agonía hace meses al conjunto de la sociedad valenciana y al propio afectado. Génova solo ha intervenido cuando ha percibido riesgo en sus intereses electorales, sin reparar en que, pese al desgaste del partido en la Comunitat Valenciana, aún quedaba un mínimo orgullo entre dirigentes y militantes que han dado la cara, incluso con dudas.

El ejemplo más claro es Vicent Mompó, uno de los pocos cargos del PPCV que puede recorrer la zona cero y ser recibido con respeto, como corresponde a un presidente de Diputación, incluso en municipios de signo político contrario. El crédito del edil de Gavarda ha sido utilizado en la guerra interna entre los guardianes del legado de Mazón y María José Catalá, que representa un paradigma distinto.

Todo apunta a que Juan Francisco Pérez Llorca asumirá la presidencia y dirigirá un Consell de un partido con los puentes territoriales dinamitados y en plena mutación de poder. No es el mejor escenario para la reconstrucción, ni para consolidarse como opción de futuro, pues serán inevitables los movimientos subterráneos entre las distintas facciones populares. Y lo más preocupante sigue siendo la dependencia de Vox, que continúa vetando a Catalá, para fortuna de ella.

Las intenciones se han mostrado demasiado pronto, consecuencia del retraso de Mazón en dimitir. Mala señal, porque es evidente que Mompó terminará pactando con Catalá. Lo esencial ahora para reparar el daño causado a la Generalitat es que el sustituto tenga la humildad de pedir perdón por no haber pedido perdón antes a los familiares de las víctimas.

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