No quisiera dejar pasar los ecos recientes de la conmemoración de Almansa sin divulgar la intervención que el obispo auxiliar de Valencia Isidoro Aparici Gilart llevó a cabo, evitando así la destrucción de Valencia, algo que había ocurrido ya en Vila-real, en 1706, y Xàtiva. Sabía de la existencia de este obispo, nacido en Benifaraig, aunque nunca tuve ocasión de conocer los rasgos de su vida, hasta que el profesor Vicent J. Escartí, de la Universidad de Valencia y de Algemesí, recientemente me ha revelado algo de su interesante vida. Me gusta seguir a Vicent Escartí por la habilidad que tiene para presentarnos los dietarios y crónicas del Barroco y la Ilustración tan abundantes entre nosotros. Tal vez algún día ofrezca al gran público algunas noticias de los sabrosos escritos de Tenal, el clérigo ilustrado de Vila-franca.

El pasado día 25 de abril en el Palau de Cervelló, hoy Archivo Histórico Municipal, impartió una conferencia sobre memorias escritas durante la guerra de Sucesión. No pude asistir, pero algún colega suyo la calificó -rápidamente- como interesantísima. Lo mismo se puede decir del extenso artículo aparecido en Levante-EMV el mismo día.

Pero volvamos al obispo Isidoro Aparici Gilart. Casado, jurista, llega a ser regente del Consejo Supremo de Aragón. Al enviudar se ordena sacerdote, y el destacado arzobispo Rocabertí le hace obispo auxiliar. «De gracia» se llamaban entonces, fieles servidores pero con escasa relevancia social.

De él nos da bastantes noticias Vicente Ximeno, en su útil obra Escritores del Reyno de Valencia. Así nos relata la rendición de Valencia a los aliados, poniendo de relieve su entereza cuando, estando desamparada la ciudad del arzobispo Folch de Cardona y de todas las demás autoridades civiles, el obispo Gilart -titular de Croia-, a sus 74 años, coge un coche tirado por mulas y por caminos quebrados llega ante el duque de Berwick y el de Orleans, y les convence de que Valencia sería más provechosa para la nueva monarquía si se mantenía en pie que si la arrasaban, pactando así la rendición de la capital y ahorrando las horrorosas circunstancias de Xàtiva y de Vila-real.

He aquí la referencia concreta de Ximeno. «Era varón, exquisitamente erudito, así en derecho civil y canónico, como en historia sagrada y profana? Era amantísimo de la patria, y cuando en el año 1707 la vio desamparada de sus jefes, salió al encuentro de nuestro rey Felipe V, que venía de Almansa triunfante, y con sus reverentes ruegos, acompañados de razones sabias, activas y elocuentes, templó el enojo de sus generales contra los desafectos, y entraron de paz en la ciudad, día 8 de mayo, los mismos de quien se temía algún estrago, debiéndose a la intercesión y elocuencia de este sabio obispo.»

* Capellán de la Catedral de Valencia.