Fue, sin duda, uno de los temporales de nieve que mayor número de automovilistas atrapó en las carreteras. Comenzó el 15 de diciembre de 1996 y sus efectos se prolongaron, en varias oleadas, hasta el 13 de enero de 1997. Tal día como hoy de hace once años se veían espesores de nieve de hasta un metro en lugares del interior de la Comunitat Valenciana, donde no es habitual algo así, pero lo peor se vivió en el centro de la Península y en las redes viarias de Castilla-La Mancha y Castilla y León, en cuyas carreteras miles de vehículos quedaron bloqueados por el manto blanco. Se contabilizaron hasta 22 personas fallecidas y pérdidas económicas por valor de 850 millones de euros en el conjunto del Estado. El caos obligó al Gobierno central y a las comunidades autónomas a aumentar sus flotas de máquinas quitanieves a causa del malestar ciudadano. Pero, en realidad, todo tiene su explicación. Ciertamente hubo imprevisión oficial, pero es que en España se llevaba un decenio sin apenas nevadas, en uno de los periodos más cálidos de la historia reciente, por lo que lo sucedido pilló a todos por sorpresa.