La presa de Tous se desmoronó al no poder abrirse las compuertas de los aliviaderos. Es un hecho objetivo y ésta fue la causa de que los 120 millones de metros cúbicos de agua embalsada sa- lieran por la presa a gran velocidad y agravaran las inundaciones en los pueblos aguas abajo del pantano. Y así lo declara probado la sentencia del Tribunal Supremo, que considera acreditado que el cau- dal máximo de entrada al embalse no su- peró los 7.800 metros cúbicos por segundo y esta cantidad hubiera podido ser absorbida de haber estado las compuertas de todas las salidas del pantano abiertas, con lo que se hubiera evitado el derrumbe del cuerpo central de la presa. La justicia declaró que existió un incumplimiento de la normativa de explotación.

El Alto Tribunal desestimó el argumento del Estado de que la catástrofe fue provocada por «fuerza mayor» y confirmó una actuación estatal negligente, puesta de manifiesto ante la insuficiencia de las medidas de inspección, gestión y conservación. Los daños imputables al desmoronamiento de la presa se ocasionaron por la sobreelevación del nivel del agua producida por la onda de rotura de la presa, especialmente en el margen izquierdo del río Xúquer (1.155 Ha.). Los daños se hubieran evitado, en parte, si no se hubiera producido el desmoronamiento de la presa, al haber funcionado correctamente los mecanismos de apertura de las compuertas y se hubieran cumplido los deberes de vigilancia, control y salvamento.

La sentencia civil del Tribunal Supremo, que fue ganada por la asociación de Carcaixent y que ha sido la más beneficiosa de cuantas soluciones se han arbitrado para los damnificados de Tous, considera probado que existió una vulneración de las normas de conservación y mantenimiento de la presa y por ello condenó al Estado. Según las conclusiones a las que llegó el tribunal, no se hallaba en condiciones de funcionamiento el desagüe de fondo que, al menos, desde unos veinte días antes, estaba siendo reparado o debía serlo para que funcionasen las válvulas de los motores o mecanismos sitos en la cámara instalada dentro de la obra de la presa.

Los dos grupos electrógenos que había en la presa y que desde hacía tiempo estaban inutilizados por averías y era precisa su reparación en los talleres, fueron sustituidos por un único grupo electrógeno de 80 kilovatios. Dicho grupo electrógeno fue instalado en la torre donde estaban situados los mandos accionadores de los mecanismos del desagüe de fondo, torre situada en la parte interior del vaso de la presa a la altura de la cota 88 y lejos de las compuertas del aliviadero de superficie. El agua embalsada ya había superado esa cota a las 8 horas del día 20 de octubre.

Las tres compuertas del aliviadero de superficie no tuvieron sus mecanismos en perfecto estado de funcionamiento, por lo que no podían ser abiertas manualmente y los motores de accionamiento de dichas compuertas sólo tuvieron disponible, como única fuente de energía, la eléctrica que suministraba la compañía Hidroeléctrica, sin la existencia de un sistema alternativo de energía eléctrica susceptible de ser utilizado de inmediato, dado que el único grupo electrógeno existente en la presa estaba instalado en otro lugar.

Un dato muy significativo, en el que también hizo hincapié el tribunal, es la falta de vigilancia en la presa. Durante el día 19 de octubre de 1982, a las 17,30 horas, debido a las lluvias ya se había originado un aumento del nivel de las aguas embalsadas que alcanzaban la cota 84,22 metros y, no obstante, pese a que continuaba lloviendo con intensidad no se adoptaron medidas precautorias y se dio por finalizada la jornada laboral en la presa sin que quedara en ella nadie encargado de la vigilancia o de la adopción de medidas urgentes.

El día 20 a las ocho horas el agua embalsada impedía el acceso a la torre donde estaba instalado el único equipo electrógeno existente. Éste ya estaba inundado y era imposible que funcionara. Cuando sobre las nueve de la mañana se trató de abrir manualmente las compuertas sólo se consiguió abrir la compuerta de una de las tomas de regantes y la de la toma del canal Júcar-Turia y no las compuertas de desagüe de fondo. El tribunal considera que no está acreditado que se ejerciera una actividad de mantenimiento y conservación en los sistemas de compuertas de la presa.

La Instrucción de Grandes Presas establece la obligatoriedad de realizar estudios hidrográficos, climatológicos y geológicos, incluso en un periodo de recurrencia de quinientos años, que no constan efectuados en las actuaciones de la presa de Tous, en la fase de construcción ni, especialmente, en el momento de su conservación y mantenimiento, reduciéndose el control diario a un rutinario seguimiento de los niveles de agua, sin la adopción de medidas específicas ante el previsible incremento de las crecidas por el aumento de los niveles racionales de pluviosidad, según se refleja en la sentencia.

Horas de descontrol

El equipo de trabajadores del ministerio que se encargaba del mantenimiento de la presa de Tous realizó una jornada normal el día 19 de octubre de 1982. A las seis de la tarde todos se marcharon de la presa. Entre las ocho y las nueve de la noche comenzó a llover. Allí sólo quedó el guarda de las obras y el de la CHJ. La lluvia produjo una avería en la línea eléctrica que alimentaba la presa, lo que fue detectado por el guarda de la empresa adjudicataria de las obras de la presa, quien a las dos de la mañana del día 20 comprobó que no había luz.

A las ocho de la mañana, la aportación del río Escalona, más la pluvial y escorrentías, pues el Xúquer apenas llevaba agua al amanecer del día 20, elevaron la aportación de aguas embalsadas hasta la cota 88,70 metros, cuando su nivel normal estaba situado en la cota 84. El agua subía deprisa, el ingeniero responsable del mantenimiento de la presa llegó a la misma a las nueve de la mañana y la cota se encontraba ya en 90,50, tres metros por encima de las compuertas del aliviadero de superficie y con unos 75 millones de metros cúbicos embalsados. No había energía eléctrica ni funcionaba el teléfono.

A las diez horas el agua llegó a la cota 92, con 90 millones de metros cúbicos embalsados. El personal de la presa consiguió abrir totalmente la toma de regantes derecha que ya estaba parcialmente abierta. Se intenta, asimismo, la apertura manual de las compuertas del aliviadero, tarea de la que desisten al mediodía ante la rotura de las llaves disponibles para ello. A esas horas la presa embalsa cien millones de metros cúbicos. Una hora después subiría a la cota 96,50 y se hundió la bóveda del Canal-Júcar Turia, aguas debajo de la torre de toma, destruyendo la salida de agua la carretera que iba a la coronación de la presa. A las 15,30 horas, el nivel de las aguas en el embalse llegó a la cota 97,50. Cuarenta y cinco minutos después llegó a la presa por vía terrestre un camión con un grupo electrógeno que se había demandado desde la presa, pero ya no sirvió para nada.

El agua corona el embalse

Es a partir de las 16,30 horas cuando el agua empezó a coronar la presa alcanzando para ello la cota 98,50 y media hora después el agua embalsada comenzó a verter sobre el cuerpo de la presa, primero por el estribo izquierdo y después por el cuerpo central, iniciando un proceso de erosión de los materiales sueltos de escollera. Ante ello, el ingeniero responsable del mantenimiento de la presa comunicó, por medio de la Guardia Civil, la segura destrucción de la presa de no bajar el nivel y pidió que se advirtiera a los municipios de aguas abajo y se evacuara a sus poblaciones.

El entonces presidente del Gobierno, ­Leopoldo Calvo Sotelo, habló con el gobernador civil, José María Fernández del Río, en el Palacio del Temple, cuando llegó el teniente coronel jefe de la 311 Comandancia de la Guardia Civil, Quintiliano Pérez Monedero, a informar que por radio el teniente del puesto de Carlet, a quien destacó con su Land Rover a lo alto de una loma cercana al embalse, había comunicado que la presa de Tous acababa de desmoronarse. "Está todo oscuro, no se ve nada, pero el teniente ha escuchado un ruido que le hace pensar que la presa se ha reventado".

Calvo Sotelo, que en la vida civil era ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, le espetó al jefe de la Benemérita: "Ese teniente es un burro, las presas no pueden reventar". Pérez Monedero, con la serenidad y firmeza que le han caracterizado siempre, respondió: "Mi teniente será un burro, pero la presa ha reventado. Si lo dice él, es verdad". Y, efectivamente, Calvo Sotelo se desayunó al amanecer con que lo que decía el teniente de Carlet, que no había estudiado para ingeniero, era verdad.

Se superó la cota 100 a las 17,30 horas. El nivel de la erosión en la presa aumentó favorecido por el filtrado de agua por la escollera que se fue desmoronando, atacando el agua el núcleo de arcilla, lo que produjo que el agua en su salida ocasionara grietas de delante hacia atrás. Las grietas fueron creciendo según aumentaba la violencia de la salida del agua. A las 19,13 horas la erosión aumentó en la presa hasta el extremo de provocar la caída del muro cajero izquierdo del aliviadero de superficie que arrastró la compuerta, que sería encontrada a varios cientos de metros, así como parte del pórtico metálico.

Ello ocasionó una salida brusca del agua que aumentó la erosión provocando hendiduras en el núcleo de arcilla de la presa, por lo que el agua salió por ella a gran velocidad y con un volumen en progresión que desmoronó la presa provocando una onda de avenida que ocasionó una elevación de niveles aguas abajo. La onda de avenida tuvo un caudal máximo inmediatamente aguas abajo estimado en 15.000 metros cúbicos por segundo. El agua arrasó con todo. La rotura de la presa causó la desolación en la Ribera.