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Tribuna

Todos con lemay y cuba

Lemay, en plena acción en el frontón. levante-emv

Apenas tenía ocho o nueve años y su mejor diversión era acercarse al frontón del Club Ferreteros de La Habana donde viejos aficionados, mantenían el viejo deporte de la pelota a mano mientras cruzaban sustanciosas apuestas desafiando las leyes de la Revolución. Fidel Castro acabó con el Jai Alai de La Habana, centro donde la alta burguesía se dejaba llevar por las debilidades humanas... Pero fue indulgente con el frontón de Ferreteros, una especie de Pelayo, donde las gentes sencillas vivían, siquiera unas horas, aires de libertad. «A veces los policías nos paraban en la calle y nos preguntaban sí veníamos de aquel lugar donde se jugaban los pesos... no sabían ni el nombre del deporte».

Allí empezó Lemay, entre hombres de escasos escrúpulos que arreglaban las partidas y exigían estricta fidelidad. «Que no se me pase por la cabeza que un día te vendes», recuerda Lemay que le dijo, con mirada desafiante uno de sus padrinos... «!Usted quien se ha creído que soy!»- le contestó el joven pelotari. Años después, cuando Cuba se incorporó a los mundiales de pelota vasca, Lemay fue seleccionado. Y llegó al Mundial de Pamplona en el 2002. Ya no volvió a Cuba. Se lanzó a la aventura de la libertad: «España es para mí, sinónimo de libertad. Ustedes lo tienen todo. La tierra siempre tira y tirará hasta la muerte. Espero volver a Cuba algún día y espero hacerlo con la selección valenciana. Los frontones valencianos son idénticos a los cubanos. Hay que ir», dice con mirada de añoranza.

Lemay alcanzó ser un número uno del frontón en tierras valencianas. De 2004 a 2007 nadie le tosió. Conquistó cuatro títulos individuales consecutivos. Había aprendido los secretos de la pelota vasca en las tres paredes y se adaptó con facilidad a la pilota del frontón valenciano. Era el mejor a pesar de las duras jornadas de albañil que se gastaba durante la semana. Después mejoró su posición social al tener un empleo fijo como repartidor. La pelota a mano no daba para vivir de ella. Todavía menos cuando, desde el cortoplacismo ombliguista de tantos, nadie planteó la necesidad de crear una escuela de tecnificación de frontón, vasco y valenciano, de la que Lemay hubiera sido el mejor profesor y de la que hubieran surgido pelotaris valencianos para el resto de España y del mundo.

La Habana sufrió hace a finales del pasado mes de enero un terrible huracán que dejó muertos y devastación. Decenas de familias se han quedado sin un techo. Y Lemay quiere devolver a su tierra, a las gentes del Ferreteros, que se jugaban el comer con el juego de pelota, un poco de lo que ellos le dieron en los tiempos más duros. Ha montado un festival benéfico para esta tarde en Albal en el que participan los mejores jugadores del escalafón en dos carteles de lujo: Ximo de Almenara y Adrián de Museros contra Cervera y Pascual. Después, Adrián de Quart y Arcusa contra Enrique y Lemay.

La recaudación, integra para los damnificados del huracán. No fallará la gente, siempre solidaria, del Joc de Pilots.

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