Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tribuna

Rodrigo Legua va de bo

Se ha recorrido trinquetes y calles, frontones y plazas buscando con impaciencia el vértigo de la belleza

Marc de Montserrat en una instantánea de Rodrigo Legua. Rodrigo Legua

Juan Rodrigo Legua. aunque nacido en Vinalesa y residente en Meliana, sabía de la pilota como tantos miles de valencianos, por referencias. Años de desinterés en medios y autoridades han condenado este deporte a la dura travesía de ver cómo llenaba el corazón de las gentes de los pueblos a la insensibilidad e incluso al desprecio de muchos. No es el caso de Rodrigo Legua que, de la mano de un paisano, se acercó una tarde de primavera al trinquet de Massamagrell, alzó los ojos, miró el azul del cielo mediterráneo y pareció captar el mensaje trascendente de la fusión natural entre tradición, cultura popular y belleza plástica. Él, que era un simple aficionado a fotografiar, descubrió que la pilota de vaqueta, que va y viene acariciada por las manos de jóvenes que le hablan el valenciano de Vinalesa, de Foios, de Vila-real o de Xaló, decidió enamorarse de ella. Y lo hizo hasta la médula ansioso de captar el gesto facial, el músculo en tensión o la mirada fija del pelotari en el aire que al rebotear parece decir palabras de amor a la pelota. Buscó inmortalizar al pelotari que busca la gloria. Y le entrega generoso su obra de arte.

Rodrigo se ha recorrido trinquetes y calles, frontones y plazas buscando con impaciencia el vértigo de la belleza. E, impaciente, ha subido su obra de arte al dominio público porque lo bello no puede ser reserva personal o negocio de la propiedad. Aquello que surge de las entrañas del sentimiento no puede tasarse en euros. Sería el vil desprecio de la materia que interfiere el amor del creador a su obra. Cautivado por la inigualable plasticidad de nuestro juego de pelota, con apasionada celeridad gritaba a los cuatro vientos ese rebote de Puchol, esa palma de Bueno o el saque de Moltó. Se ha metido entre las sillas y aceras para tomar la imagen del espectador que moldea hasta derretirse entre las manos del valiente pelotari. Ha llenado álbumes de redes sociales y ha acercado este deporte a las gentes del pueblo y a cualquiera de los que sientan una mínima sensibilidad hacia la belleza.

Siempre hemos considerado al Joc de Pilota como la expresión del alma de los pueblos. Los amaneceres entre verdes huertos de l' Horta; los plácidos azules de mar y cielo que cose en el horizonte la mano de una madre; el hombre labrador que goza de la fuerza de su amada yegua, el gesto de mirada arrebatadora que cae rendida ante la magia del rebote; la hercúlea escultura del brazo del pelotari entre cabezas que huyen sin querer huir?todo ese realismo mágico del Joc de Pilota se transforma en arte, gracias a la mirada amable, decidida, valiente, sincera, apasionada y humilde de Juan Rodrigo. Instantes que retratan el alma del pueblo valenciano que es artista, creador y soñador. Que sólo entiende de sentidos que brotan de la luz suave y radiante que cada mañana, en Meliana, acaricia el alma del retratista para inspirar su obra.

Esta tarde, Rodrigo Legua, «Va de Bo», en el Instituto Municipal de Cultura de Meliana. Una exposición que llena el corazón del autor. Tanta entrega a su pasión merece como mínimo este reconocimiento.

Compartir el artículo

stats