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Va de bo!

La forja de los campeones

La gran tarea del futuro debe ser, como mínimo, conservar ese manantial de los clubes

El campeón Álvaro, en su partida homenaje. marga ferrer

Escribía Lorenzo Millo en su libro El Trinquet, año 1976, que «la mayor parte de los pelotaris del momento son hombres o muchachos que o bien proceden de familia de otros pelotaris o se dio la circunstancia de transcurrir su infancia en las inmediaciones de algún trinquete. La gran cantera que fue la práctica de la modalidad del juego a Llargues, en la calle puede, desdichadamente darse por agotada». Así era en el año 1976. El juego en las calles estaba en estado agónico, con escasísimas localidades que lo conservaran. Unos pocos trinquetes, por aquello de la apuesta y del pequeño bar que lo acompañaba, mantuvo el hilo de vida para la pilota valenciana. En las calles ya no había cantera de las que extraer nada. Y menos mal que a Jacinto Quincoces, una leyenda del fútbol español, pelotari de pala, entonces presidente de la Federació, se le ocurrió la idea de organizar un campeonato juvenil unos años antes del que, por ejemplo, salió la inmensa y providencial figura de Paco Cabanes, un chaval que jugaba en la calle de Genovés y que en el trinquete soltaba zarpazos irrestables.

En 1976 nació el que hoy es campeonato El Corte Inglés de Galotxa que pocos años después había recuperado la pelota en la calle en decenas de pueblos. Igual ocurrió con los campeonatos de Llargues en tierras del sur y de Raspall en las comarcas de mayor arraigo de la especialidad. Y también se recuperó el frontón, con inolvidables recuerdos de Alfafar, Albal, Quart de Poblet y El Puig, como lugares más distinguidos de la época. Del frontón surgió un grande como Núñez; de la galotxa un campeonísimo como Álvaro, del juego a Llargues, pelotaris de la talla de Rodrigo, hoy Pere Roc, o Santi el de Finestrat. En el frontón ha surgido un pelotari destinado a hacer historia: De la Vega. En la final del domingo, de los seis protagonistas, cuatro comenzaron a aficionarse a este deporte a pelotear con la vaqueta desde el seno de los clubes de Benidorm, Finestrat, Almussafes o Beniparrell. Todos ellos han recorrido espacios y alternado modalidades diferentes; de todas han adquirido beneficios y como todos ellos tenían condiciones innatas y aprendidas fijaron su destino en el mundo profesional de los trinquetes. Y en ese caminar hasta el profesionalismo han estado acompañados, han sentido el calor y la ayuda de sus clubes. Clubes han edificado una institución federativa que nada tiene que ver con la de los años sesenta o setenta en los que por no haber, no había ni sede. Y la Federació ha sabido crear competiciones y buscar patrocinadores para hacerlas posibles. Es de justicia resaltar que los torneos de promoción apoyados por Caixa Popular han sido plataformas de extraordinaria eficacia. Pero son muchos los que, anónimamente, aportan su voluntad y su ilusión para que espectáculos como el del pasado domingo, tan bien expuestos- gracias por el detalle de recuperar a figuras de leyenda como Sarasol II-, nos permitan recordar hoy las palabras del maestro Millo. Tenemos cantera de jugadores que proceden de muchas y diversas canteras. La gran tarea del futuro debe ser, como mínimo, conservar ese manantial de los clubes. Todo lo que se haga por ellos será en beneficio del conjunto del Joc de Pilota. O eso, o volver a los tiempos de los lamentos del añorado maestro.

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