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Va de bo

De la contestania a la lusitania

De la contestania a la lusitania

Mientras esperamos el duelo entre Moltó y Marrahi, dos guerreros que nada tienen que envidiar a los viejos luchadores iberos de la Contestania, de las tierras extendidas desde el sur del Xúquer hasta el Segura; mientras comienzan las especulaciones sobre las posibilidades de uno y de otro, el de Barxeta, con el elegante clasicismo y el de Villanueva de Castellón con esa magia que atrapa y perturba; mientras se debate sobre la influencia excesiva de la moneda en una partida que se decide en unos pocos juegos con toda la ventaja que tiene el saque libre en esta especialidad; mientras esas atenciones mediáticas se dirigen hacia la final del Individual, esta vez de Raspall, varias decenas de jóvenes valencianos , menos de 19, de 17 y de 15 años, se preparan para el Europeo de Jóvenes que se disputará en tierras de la Lusitania ( Moita-Setúbal-Portugal) a finales de julio.

Piensan en el privilegio de conocer otras regiones europeas y compartir con otros jóvenes pelotaris, hombres y mujeres de Euskadi, La Picardia, Valonia, Flandes, Frisia, Piamonte y Portugal, el juego que llevaron por las tierras de su Imperio las legiones romanas. Las mismas que asentaron teatros y circo, cultura y lengua en Augusta Emérita (Mérida), en Evora, en la vieja Lisboa.

Sabemos de la existencia de juegos de pelota a mano en la vieja Roma, con sus trinquets privados; sabemos de las citas del Plauto, del médico Galeno, de Marcial, y de otros; sabemos que hubo juegos de pelota en el antiguo Egipto y en las tierras helénicas. Sabemos de las citas de San Isidoro en sus Etimologias. Nos preguntamos, y no nos resulta fácil encontrar respuesta, cómo ha podido mantenerse el juego que nosotros denominamos Llargues en tierras tan alejadas unas de otras. ¿Se ha conservado desde los tiempos romanos en tierras vascas y frisonas, por ejemplo, o en tierras de la Liguria y de l' Horta? ¿O son simples coincidencias simultáneas? Mucha coincidencia casual en las reglas básicas y en el complejo tanteo nos parece.

El caso es que dentro de unas semanas jóvenes europeos que proceden de los territorios que ocuparon hace tres mil años contestanos, edetanos, ligures, lusitanos, frisones o vascones, pueblos anteriores a la propia romanización, convivirán gracias al deporte que nació desde el sentimiento lúdico del hombre y que unos cuantos pocos locos, por aquello de valorar lo heredado, han sabido mantener a través de los siglos, de muchos siglos. La pelota ha atravesado tiempos romanos y bárbaros, y en la Peninsula Ibérica, además, tiempos musulmanes, pues sabemos que los moriscos se vanagloriaban de ser buenos jugadores de pelota. ¿Enseñaron los cristianos a jugar a la pelota a los moriscos? ¿Sería el primero de los gestos de lo que hoy denominamos multiculturalidad?

El juego de pelota ha atravesado culturas y monarquías diversas, guerras civiles, revoluciones? Es hermoso comprobar cómo decenas de jóvenes llegados de regiones europeas alejadas unas de otras, convivirán, competirán, por unir en la diversidad, en tierras de la vieja Lusitania, cercanas a Lisboa, junto al estuario que une en íntimo y amoroso abrazo las aguas nacidas en Albarracín con la mar océana, la misma por la que portugueses y españoles llevaron el espíritu y la cultura romanas a las lejanas de América.

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