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Moltó o la perfección

El pelotari de Barxeta conquista su cuarto título en el Individual de Raspall - Marrahí no tiene su día y sufre una contundente derrota: 25-0

Moltó o la perfección

A Moltó le salió todo bien, y a Marrahí todo le salió mal. La aplastante superioridad del de Barxeta impidió a los aficionados disfrutar de una verdadera final. Estas cosas pasan de vez en cuando. No es normal que Marrahí sólo en un par de ocasiones, un par, ni una más, pudiese gritar satisfecho de su jugada. No es normal que en el primer juego en el saque errarse tres pelotas relativamente fáciles. Era un síntoma de lo que allí iba a pasar: un paseo triunfal de un jugador técnicamente perfecto, con dos poderosas manos, con un saber estar en cada losa del trinquet, y con los nervios templados, condición ésta que puso todavía más nervioso a Marrahí. Así es que se cumplieron los pronósticos favorables al campeón, que revalidó su título sin apenas sufrir.

Marrahí no fue Marrahí pero Moltó fue el Moltó de siempre, incluso mejor.

El 25-0 es el reflejo de lo visto. Una derrota dolorosa que tuvo que ser consolada por el propio campeón que buscó a su rival en el vestuario. Hasta allí le buscó para hablarle al oído. Esas palabras quedarán en el secreto de dos deportistas ejemplares que, a micrófono abierto hablaron como siempre hablan los hombres de la pilota. Moltó reconoció que su rival no tuvo su día y que él, tenía que hacer su juego: es decir, respetar al rival jugando todo lo que podía sin concesión que pudiera humillar a un finalista. Marrahí se lamentaba de perder, claro, pero sufría por los aficionados al considerar que no se merecían una partida así: «No me salía nada, ni siquiera lo más fácil». Los grandes toreros, y Marrahí lo es por afición y por carácter, han tenido tardes infames y no por ello dejan de ser grandes toreros. Prometía Marrahí se prepararía para el Individual del próximo año: lo hará técnica y anímicamente. No es fácil derribar la superioridad de un Moltó que posee todas las virtudes que adornan a una primera figura: la primera y principal, creer en él mismo. Cuando Moltó afirma que los títulos son menos importantes que el poder disfrutar dentro del trinquet, está diseccionando a la perfección una inteligencia emocional de alto grado: va más allá de los títulos, que no dejan de ser estadísticas, para llegar al estado de perfección en el deportista: sólo en la medida del nivel de satisfacción y seguridad interior que uno acumule podrá aspirar al éxito competitivo. Y Moltó demostró ayer una perfección muy difícil de superar.

La final tuvo todo el envoltorio perfecto: una gran entrada en un trinquet de amplia capacidad; la presencia de autoridades de primer nivel como el president de Les Corts, Enric Morera; el conseller de Educació, Vicent Marzá, el presidente de la Federación Daniel Sanjuan y los alcaldes de los pueblos representados. Cuato título para Moltó, que con 27 años puede alargar su reinado mucho tiempo.

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