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Encuentro con la tradición en la final del moscatel

Encuentro con la tradición en la final del moscatel

El volteo de campanas se confunde con la música de Amparito Roca mientras el cronista escribe estas líneas. Pasea la banda de música a las jóvenes del pueblo en su día de fiesta: la Virgen del Carmen. Las madres y abuelas contemplan orgullosas la belleza de sus hijas y nietas. Ellas también fueron clavariesas y saben que las hijas de sus hijas también lo serán. Así es desde hace cientos de años. Es día de fiesta grande en Godelleta. Se llama tradición. La tradición representa en este caso la proyección luminosa de un sentimiento íntimo de pertenencia y de identidad.

En la misa el sencillo cura del pueblo les hablará de que hay una vida que necesita conocerse más allá de las pantallas de las tabletas y celulares. Hasta es posible que gracias a esta tradición que de momento nadie parece discutir oigan mensajes novedosos, originales, en una sociedad donde todo es ruido intenso y vacío de palabras. Por la tarde, la partida de pelota. Hace cuarenta años, en una de las céntricas calles. Hoy en un trinquete para la modalidad tradicional del pueblo. Tras la partida, la procesión, y por la noche, la verbena. Así, desde siempre. A nadie se le ocurre durante estos días cambiar el orden de las cosas. La tradición de la calle ha dado paso a la tradición entre murallas. La tradición también puede renovarse. Sin embargo, a veces, muchas veces en el caso de la pelota, muere. Murió la tradición de la pilota en Turís; en Buñol, en Macastre, en Alborache, en Yátova, pueblos de la comarca. Murió en Chiva que en lejanos tiempos acogía en la calle Pedralba desafíos entre los mejores de los Serranos contra los mejores de la Hoya de Buñol. Después se refugió en el frontón y después ni eso. En Cheste se mantiene a duras penas, sin el pulso vital de cuando el Frontón Barón, que vibraba las tardes de los sábados con generosas apuestas. Murió en Montroi y en Real, ya en La Ribera. Murió en Picassent, que fue campeón del Trofeo El Corte Inglés y que tuvo al legendario Zurdo el Aiero. Murió en Silla. Y murió en Catarroja€ que tuvo dos trinquetes; y en Benaguasil, Benissanó o Bétera donde hubo trinquetes y profesionales de postín! Ha muerto la tradición en tantos lugares€ que es obligación luchar por mantenerla allá donde queden unos pocos dispuestos a pelear por ella.

La tradición del trofeo Moscatel vuelve a renovarse en esta edición con la final entre dos clubes pioneros: Godelleta y Montserrat. Los primeros que tanto lucieron hace años recurren hoy a pelotaris foráneos esperando que el trabajo de la escuela o algún milagro les permita competir como lo hace Montserrat, con cuatro chavales surgidos de su cantera y que han superado, con mucho, la calidad de las leyendas locales, Rafa Ortiz o Marcial. Godelleta recurre hoy a reforzarse con jugadores foráneos. Ayer jugó en la partida de profesionales, Raúl. Tras él, un verdadero páramo que sólo con el milagro del trabajo bien desarrollado puede transformarse en un nuevo vergel como el que vivió durante la década pasada.

Hoy es día grande en Godelleta. Se cierran las fiestas religiosas y se cierra el trofeo decano entre dos clubes que han labrado los surcos más rectos a la espera de la siembra vivificadora. A ellos, y a otros muchos, hay que agradecerles gran parte del florecer de este deporte. Pero se necesitan nuevos campos de siembra, semillas sanas que hagan brotar nuevas generaciones de hermosos tallos que disfruten con el deporte que ocupó las calles de todos los pueblos valencianos durante siglos. Que la pelota vuelva a ocupar la hora previa a la procesión en las calles y trinquetes valencianos. Que vuelva a ser tradición indiscutida. No se pierdan la final hoy en Godelleta, a partir de las seis y media. Acudan como fieles devotos de lo que llamamos identidad y como aficionados a disfrutar del bello espectáculo que estos jóvenes ofrecen.

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