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Cuarenta años de fidelidad

Cuarenta años de fidelidad

Como cada primer domingo de septiembre, desde hace cuatro décadas, la calle de La Amistad de Quart de Poblet se prepara para acoger la partida de Galotxa que homenajea y recuerda a Alberto Arnal, el Xiquet de Quart, una de las cinco leyendas de este deporte que lucen su rostro inmortal en la galería de Pelayo. La primera partida enfrenta a los juveniles del club local frente a los de Montserrat. La segunda contará con la presencia de Genovés II con Nacho de Beniparrell y Javi de Quart contra Roberto de Beniparrell, Bueno de Meliana y Arcusa II. Precioso cartel.

Quart dominó los trinquetes valencianos en los años 30 y 40. Fue una figura de la talla de Paco Cabanes. Llegó a jugar partidas en las que se le prohibió hacer el «dau». Nació accidentalmente en Serra, se crió en Quart, de allí se consideró, y allí empezó a pelotear en el frontón del Casino Musical y en el viejo trinquete de Manises, aquel que lucía en su fachada un cartel en cerámica: «Juego de Pelota», que afortunadamente respetaron cuando su rehabilitación integral e primeros de los noventa del pasado siglo XX.

Un grupo de entusiastas del Juego de Pelota inició este torneo, en los tiempos creativos y con el impulso del Ayuntamiento. Gentes sencillas, trabajadoras, llegadas, casi todas ellas, de tierras manchegas que encontraron en el frontón del polideportivo un lugar de encuentro social y de práctica del deporte que vieron jugar a sus padres y abuelos por tierras de Albacete, de Cuenca o de Teruel. Fue el último club valenciano de pelota a mano que participaba en campeonatos estatales organizados por la Federación Española. En ellos empezó un chaval, Antonio Núñez Celda, que pronto pasó de la pelota vasca a la valenciana para pasar a dominar el frontón valenciano, el torneo El Corte Inglés de Galotxa y en apenas un par de años, encararse a las cumbres de los trinquetes donde cuajó como uno de los más grandes que la historia pueda recordar, muy por encima de los resultados estadísticos de títulos.

Esas gentes llegadas como inmigrantes desde otras tierras de España, que hablan castellano pero aman el valenciano, lo respetan e incluso se atreven con él, saben aplicar el viejo refrán cervantino de «allá donde fueres haz lo que vieres». Ellos han hecho mucho más por la pelota valenciana que muchos de los que presumen de amor a las esencias. Quart sigue siendo una cantera de buenos pelotaris. Ahora, el ayuntamiento ha mejorado su frontón, lo ha cubierto para multiplicar su uso y para acoger los mejores eventos de la especialidad.

Este domingo toca jugar en la calle, en el espacio público donde nació este deporte. Los hombres del club, aunque amantes del frontón, siguen fieles a esta tradición. Pocos saben que Quart de Poblet tenía un gran equipo de Llargues en tiempos del Xiquet de Llanera y que ellos y los de Aldaia fueron invitados a la feria de pelota que se organizaba en Turís en los años 30. Nada queda en Aldaia, salvo una preciosa cancha que se gasta para todo menos para lo que fue levantada . Nada queda en Turís. Sólo queda un club de Quart de Poblet.

La pelota cruza de punta a punta de la calle ante la mirada atenta y muchas veces extraña del viandante. Es el sencillo pero sentido homenaje a aquella figura legendaria, que murió en 1966 con la profunda pena de haber perdido un hijo, en la puerta de su casa, arrollado por el tranvía, aquel que llegaba hasta Manises.

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