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Ni hacer ni dejar hacer

Ni hacer ni dejar hacer

Asistimos en estos días a la decidida recuperación de la pelota en los viejos trinquetes de Pilota Grossa que proliferaron por los pueblos de La Marina en el último tercio del siglo XIX y que también llegaron a la capital valenciana. El 26 de enero de 1894 El Mercantil Valenciano anunciaba la «inauguración de un local en el antiguo Tivoli Valenciano, un nuevo trinquete pero no a la usanza de nuestra capital sino de cierto modo característico de La Marina». De aquel trinquet, la verdad, nunca se supo nada más.

En los últimos tiempos, desde la Generalitat Valenciana, la Universitat, el decidido apoyo de diversos clubes y de la Federación, se ha estudiado su historia y se ha impulsado un torneo que ha tenido una respuesta positiva con jugadores procedentes de los clubes de Parcent, Murla, El Pinós, Ondara y Campanar. El día 29 de septiembre la anuncia la final en el trinquet de l' Abdet, aldea de Confrides, en la montaña alicantina, donde se encuentra el trinquet probablemente más antiguo de España ya que data de 1772. Al mismo tiempo que se juega este torneo se impulsa desde la FPV el primer autonómico de Galotxetes de Monòver, una modalidad que siempre se mantuvo con mucha pujanza en esta localidad. También se ha recuperado la presencia oficial de la modalidad de Frares, juego indirecto muy semejante a la pelota a mano que se practica en tierras vascas, irlandesas, inglesas y argentinas. Y muy semejante a la pelota a mano que se jugaba en muchos pueblos de Aragón en trinquetes como el de Camarillas del que nuestro periódico ha dado buenas referencias.

La pilota valenciana ha demostrado que es capaz de recuperar parte de su riqueza de modalidades y de recintos de juego. Lo ha hecho y le ha servido para crecer el número de practicantes y sobre todo para sentir el orgullo de recuperar una herencia cultural que merece la pena conservarse. Lo ha hecho salvando dificultades, incomprensiones e indiferencias a veces impulsadas desde sectores de este mismo deporte.

Leemos con satisfacción cómo se recupera el juego de Llargues en las calles de algunos pueblos de la Lombardia italiana con la pretensión de convertirlo en Bien de Interés Cultural; constatamos la apuesta decidida de la Federación de Euskadi por recuperar el Bote Luzea, en todos los territorios vascos. Gracias a internet descubrimos cómo la televisión venezolana explora la recuperación de la «pelota criolla», que es nuestro juego a Llargues, en algunas poblaciones de aquel país. Detrás de todo ello siempre está el espíritu de identidad, de patrimonio cultural a conservar. Un denominador común llamado tradición popular de la ruralidad.

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