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Va de bo !

La última volea del xiquet de Llanera

La última volea del xiquet de Llanera LEVANTE-EMV

La Partida de Festes de 1980 en Quart de les Valls no fue cualquier cosa. Allí se presentó la gran figura de la época, Paco Cabanes, El Genovés, para medirse a la joven figura de Vinalesa, Puchol, que empezaba a despuntar en Pelayo con su elegante sobaquillo de izquierda. Las imágenes de la calle impresionan hoy en día pero en aquellos tiempos la pilota en la calle congregaba a centenares de personas, en los grandes acontecimientos. Si jugaba Genovés, el llenazo estaba asegurado. Completaban aquel cartel jugadores locales, los últimos que mantuvieron este deporte antes del invierno que fueron los 60.

La famosa partida de festes de 1980 que ha inmortalizado Paco Durá, fue también un homenaje a Emilio Revert Martínez, el «Xiquet de Llanera» la más grande de las figuras del juego a Llargues que conocieron los tiempos. Desde el Roig de Alcoi, el «Aquiles de la Pelota», del primer tercio del siglo XIX, integrante de la famosa partida de Llombai ante el general Elio, no se había conocido pelotari con tanta fama y predicamento en todos los pueblos valencianos. El Xiquet de Llanera tenía una vinculación especial con el pueblo de Quart de les Valls desde los tiempos de la guerra civil y acudió presto a la llamada. Allí realizó el saque de honor, con un impecable estilo de «volea», la misma que había gastado en sus duelos contra Patilla de Alaquás, el Carabiner de Calp o el Carnicer de Benissa. Tenía 70 años cuando recibió este homenaje. Hoy, en esta misma calle, en la «reixa» que desesperaba a Llanera y que ha desesperado a tantos otros, el homenajeado será Paco Cabanes, «El Genovés». Hará el saque de honor en la partida que enfrentará a su hijo Genovés II, acompañado de Alex y Álvaro con el saque de Miguel Ángel contra José Salvador, la joven revelación del trinquet, natural de Quart de les Valls, acompañado de Jesús, El Xato y el saque de Berbis.

Casi cuarenta años después de la que ya se considera legendaria partida, la calle Valencia, uno de los últimos relicarios de la pelota de calle, vuelve a acoger en el día grande de las fiestas, la partida más esperada del año. Esa idea de dedicarle un lugar de honor en la fiesta grande del pueblo, en el ocaso de la tarde con el volteo de campanas que anuncian la procesión, debería formar parte de la liturgia sentimental de cada pueblo valenciano.

Allí, en la misma calle donde el retor de Petrés jugaba con impecable estilo de sobaquillo; en el mismo lugar donde El Xiquet de Llanera jugó su última volea, permanece erguido el espíritu que calladamente habla al oído de los lugareños para decirles: «feu el favor de tindre coneiximent i mantindre aquelles costums populars, aquelles emocions, que sense fer mal a ningú, haveu heredat dels vostres pares?». Esa llamada del espíritu es la que deberían escuchar las gentes para animar la tarde de pelota en Quart de les Valls. Un servidor no quiere perderse el saludo a la calle que pisaron las grandes figuras, la misma que recuperó el inolvidable torneo del 79 con aquella final en la que destacó Miguel de Godelleta, el apretón de manos amigas, el contemplar el cruce de la pelota en busca de las sillas últimas, la ovación a la más grande figura de todos los tiempos... Y quizás no me importará derramar alguna lágrima de agradecimiento a los que han hecho posible mantener la hermosura del Joc al Carrer.

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