R afael Balaguer, el 'Sócrates' de Godelleta, más conocido como Chato el Bufa, hace más de treinta años que no ha visto una partida de pelota valenciana en directo. Se acabaron las partidas en la calle y pensó que aquello de cruzar una puerta de acceso ya no tenía el mismo sabor. Cosas que pasan en el laberinto del pensamiento humano. Rafael, como buen filósofo habla poco y cuando habla lo hace con sentencias que incitan a la reflexión.
- No me acuerdo cómo se llama ese chaval pero ayer vi en la tele a un fenómeno..., me dice antes de almorzar el entrepán que prepararán las expertas manos de la Toñi.
Y es que Rafael, amante del deporte, no se pierde ni una partida de pelota que se ponga por televisión, ya sea vasca o valenciana. Allí, en el salón de su casa no tiene que cruzar el pórtico de un cerrado edificio. Y el cronista relfexiona y concluye que se refiere a la Partida del Dissabte de Pelayo, ofrecida en directo por las cámaras y en la que jugaban, cumpliendo con las exigencias de la Copa Caixa Popular, De la Vega y Jesús contra Puchol II y Tomás.
- Xé, tú, yo no he visto un jugador tan elegante y con dos manos tan iguales como ese. ¿Y de dónde me dices que es?
Le repites que es de Almussafes y muestra cara de extrañado porque él piensa que dicho pueblo no está en la historia que él conoció de este deporte cuando no se perdía una partida en la calle de El Mesón.
- ¡Un fenónemo, lo que yo te diga!, insiste. Y más después de verle sufrir con una lesión...
Rafael Balaguer, que no ha leído a Sócrates, que fue a la escuela lo justito para defenderse ha aprendido en la calle, observando, comparando, analizando las reacciones humanas, dudando de casi todo y casi todos... se atreve a calificar a De la Vega como un fenómeno.
Y el cronista, que sabe que fue la del sábado una partida grandiosa, entre cuatro grandes de la Escala i Corda, reflexiona sobre la sentencia del Chato el Bufa. Y efectivamente, De la Vega es un jugador diferente, capaz de resolver la dificultad de la pelota más difícil de restar con un golpe sacado de la manga, mágico, elegante y demoledor. En poco tiempo se ha encarado a las alturas. El cronista piensa también en Marc de Montserrat y en José Salvador de Quart de les Valls. Y piensa que una nueva generación pide el paso para protagonizar lo mejor de este deporte. Y piensa también que, siendo «fenómenos», deberán someterse a la jerarquía de nombres. Y al sistema excesivamente rutinario. Genovés fue grande, muy grande, pero admitamos que quellas facultades sobrehumanas podían crecer libremente para, desde su propia decisión personal aceptar condiciones, proponer nuevos retos que llenaban recintos a rebosar y que permitían, permitieron la mejor época económica de este deporte, cuando en Genovés las oficinas bancarias, - se comentaba- abrían por las tardes para recoger el dinero que ganaban los pelotaris. Sí, los tiempos han cambiado; las apuestas han pasado a mejor vida por la competencia de internet, la sociedad de hoy poco tiene que ver con aquella que permitía vivir de la agricultura trabajada por las mañanas...la crisis hace mirar con lupa los bolsillos, escuálidos. Quizás por eso, todos buscan el refugio del sueldecito seguro de fin de mes.
Frente a la propuesta de libertad se argumenta que hoy serìa imposible el mundo profesional. Llevamos demasiados años en caida libre. Convendria como poco pensar en la posibilidad de cambiar la tendencia. Porque pueden surgir nuevas figuras como De la Vega a las que sólo en el mano a mano veremos en su real majestuosidad. Muy poco para enardecer a los aficionados hasta seguirlo, como ocurria con Genovés, allá donde fuera. No es fácil la solución pero la rutina y el conformismo, y la seguridad de un sueldo básico a fin de mes no parecen las soluciones que todos sueñan.
Mi amigo Rafael Balaguer no entiende de estas interioridades pero ha descubierto por la tele a una nueva figura. Su entusiasmo hay que rentabilizarlo. Y no sé si con las fórnulas actuales será eso posible.
