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Va de bo !

Llargues o la historia interminable

Llargues o la historia interminable

En el otoño de 1880, en la calle de la Iglesia de Ondara, se jugaba aquella legendaria partida de Llargues entre primeras figuras de la Marina procedentes de Murla, Calp, Beniarbeig y Alquería de la Condesa. El gobierno hubo de desplazar doce números de la guardia civil para atender y acomodar las más de cuatro mil personas que, según los cronistas de prensa de la época, se reunieron en aquel duelo con una apuesta inicial de treinta mil reales, unas siete mil quinientas pesetas de la época, con las que podían comprobarse fincas y masías de naranjos o de uva moscatel.

Los grandes duelos de esta especialidad se sucedieron durante décadas en los pueblos de l' Horta y de La Marina, alcanzado sus mayores grados de entusiasmo cuando se entablaban desafíos entre los de una y otra comarca. Nombres como Llanera o el Palleter de Benissa, Jerónimo de Navarres o el Mestret de Massalfassar, Patilla de Alaquás Pavia de Villalonga y el Carnicer de Benissa y el Ripo, forman parte de la memoria a conservar de los grandes ases de este deporte a los que habrá que añadir los nombres de Tonico de Murla, Alvaro de Tibi, Jan de Murla o Martínez de El Campello, entre otros muchos que han escrito la bella historia de una modalidad que ha conseguido sobrevivir a guerras, revoluciones y sobre todo a indiferencias. ¿Alguien podía pensar en aquellos lejanos años que un siglo después se organizarían campeonatos internacionales como la Champions? Inimaginable.

A las faldas del monumento a los caídos en las guerra mundiales de Monticiano, en La Toscana italiana, los pelotaris valencianos de Parcent y Benidorm protagonizaban la final de la Champions de Llargues. Aquel monumento rinde culto a la memoria de los jóvenes italianos que se dejaron la vida en los campos de batalla sin que a estas horas sepa alguien si la barbarie dela guerra sirve para algo. El monumento presenciaba impávido el ir y venir de la pelota que sacaba el vasco Gaizka o el valenciano Toni Calvo. Sin hablar sentía el gozo de la exhibición ofrecida por Giner de Murla, el hijo de Jan, para llevar a Parcent a la victoria definitiva. Cientos de aficionados seguían con interés cada golpe que buscaba ganar la raya.

Este próximo verano, en la Grand Place de Bruselas, se abrirá un nuevo campeonato del mundo y llegaran a tierras valonas y flamencas los mejores pelotaris de mano del planeta. De nuevo estará presente la vieja y entrañable modalidad de Llargues con pelotaris llegados desde las montañas vascas, de las andinas, de la sierra madre mexicana, de las llanuras de Frisia o de las tierras de Italia?

Mientras, en València, los entusiastas de la causa trabajaban sin descanso para dignificar todavía más la historia de esta especialidad. Buscan y consiguen el patrocinio de multinacionales valencianas, animan a los ayuntamientos y priman modestamente a los jugadores para consolidar el denominado Circuit Bolata que tendrá su jornada de semifinales el próximo domingo en Relleu. Cuatro equipos con larga y exitosa trayectoria lucharán por el puesto en la gran final: Parcent contra Sella y Benidorm contra Relleu. No serán necesarios números de la guardia civil, ni se construirán gradas como en la partida de Ondara pero nadie podrá discutir el enorme valor de haber mantenido viva y pujante la madre de todas las modalidades del juego de pelota, la que entronca directamente con la Urania o la Feninde de los griegos y que se mantuvo en pie hasta rebrotar en la baja Edad Media superando siglos de adversidad.

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