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Va de bo !

Ruralidad y digitalidad

Ruralidad y digitalidad

El Joc de Pilota pertenece a la ruralidad. Ocurre así en todos los territorios de Europa y de América donde, de una u otra forma ha pervivido. Pegado a las entrañas de la tierra sobrevive a duras penas acogiéndose a valores sentimentales. Su esperanza radica en encontrar un espacio en las esferas de la cultura pero necesita recurrir a los métodos de la digitalidad, la misma que ha acabado con el principal recurso de su superviviencia: la apuesta.

Todos los que peinamos canas sabemos que la pilota valenciana no se entendía sin el componente de la travessa. Así ocurría en calles, trinquetes y frontones. Algunos recuerdan gloriosas tardes en las que los corredores devoraban los talonarios con los resguardos que certificaban haber apostado miles de duros, porque el duro, y no la peseta, era la moneda de cambio entre rojos i blaus. Hoy, el mundo digital lleva la a apuesta dentro de las casas, a toda hora del día y de la noche, a toda clase de eventos y para toda clase de públicos. Tanto que hay gobiernos hondamente preocupados por la salud pública de la juventud no vaya a ser que se nos conviertan en ludópatas empedernidos. En Tavernes de la Valldigna hubo un desafío a Raspall entre Sarasol y un semiprofesional donde dicen que se cruzaron más de 12 millones de las antiguas pesetas. Eso es hoy impensable.

No renuncia este deporte a los restos de viejos aficionados que siguen sacando cuentas y concluyen que una tarde en los trinquetes es lo más sano para su ludopatía: pueden pasar cinco o seis horas conteniendo su ansiedad a un precio digamos que razonable y con unas perspectivas de negocio muy superiores a la mayoría del resto de opciones de travesses múltiples por internet.

Viene a cuento aquí la partida que catapultó al coloso Xiquet de Llanera allá por 1927. El chaval, con apenas 16 años, acudió a ayudar a su tío carnicero a Adzaneta de Albaida en las fiestas de este pueblo y presenció la partida de Galotxa ( entonces en toda la Vall d' Albaida se jugaba a galotxa) que enfrentaba al equipo local frente a una selección de forasteros. Vencieron los forasteros y el joven Emilio Revert se dirigió a su tío proponiéndole jugar él solo y un saque contra los vencedores. «A eixos tres els guanye jo», dijo. Se armó el revuelo correspondiente y un hombre cojo , sentado en una silla, oyó la conversación y se atrevió a apadrinarlo: se jugó 100 duros de la época, que eran más o menos 100 jornales, a favor del joven Llanera. La partida se jugó al día siguiente y el triunfo para el joven retador le catapultó a la fama en toda la comarca. Desde entonces se convirtió en la figura de la pilota más popular y que más dineros ganaba. Aquel día recibió una propina que subía más dinero que una semana de trabajo.

La pilota ya no piensa en la apuesta y ha optado por aquello de la rentabilidad de un buen marketing. Piensa en el espectáculo puro y duro y quiere venderlo a cambio de una rentabilidad publicitaria. También lo hace con las propias instituciones. La pilota en definitiva no recibe ayudas públicas, sino que promociona la presencia de las instituciones entre la ruralidad. Y para ello también recurre a la digitalidad. A las redes sociales, a la multiplicación de impactos. La misma digitalidad que ha sido la soga que ha ahorcado a su principal fuente de ingresos. Así son las cosas.

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