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Olocau: reliquias resucitadas

Olocau: reliquias resucitadas

Las cumbres de la Calderona sonríen en este domingo soleado de un febrero primaveral. A sus pies, en la calle mayor de Olocau, hay fiesta y tradición. Jóvenes valencianos llegados de Picanya, Campanar, Borbotó y València, golpean con entusiasmo la pilota en las finales de la Copa d' Hivern de Perxa que ha querido visitar esta población por el empeño de Martí, «Peluco», de la Federació y por la disponibilidad del Ayuntamiento que preside Antonio Ropero. Han ganado los del club Mes Pilota, de la capital. Pero eso, sinceramente, es lo de menos. Incluso ellos saben que es lo de menos. No están allí por ganar o perder. Están por un motivo trascendente.

El alcalde sabe que la pilota es «parte de la tradición de este pueblo y nuestro deseo es recuperar su presencia. Estamos abiertos a cualquier propuesta atractiva. Y ésta lo era». Olocau es un pueblo enclavado entre hermosos parajes. Sus estrechas y laberínticas calles parecen acurrucarse entre los brazos amorosos de la sierra madre. «Este año contabilizaremos más de 20.000 visitantes al Puntal dels Llops», afirma orgulloso el primer edil. Se trata de un asentamiento ibérico, recuperado en los años ochenta y convertido hoy en un referente arqueológico y cultural de primer nivel. Hay mucho que ver y saborear en este enclave que abre las puertas a las curvas ascendentes que nos llevarán hasta Marines viejo y Gátova, para descender hasta Altura y Segorbe.

El viajero que sale desde el barrio de Marxalenes de la capital en dirección a Olocau podría caer en la melancolía recordando el trinquet de su barrio, desaparecido, el de Burjassot, que aguantó hasta finales de los años 60 del pasado siglo, devorado por las inmobiliarias, las partidas de Llargues con miles de espectadores en la calle mayor de Godella, guardadas en las fotos de archivos municipales del tiempo del Moliner d' Alboraia, a principios del pasado siglo€o del trinquet de Bétera, el que regentó Alberto Yuste, convertido hace unos lustros en una finca urbana€ Siguiendo hacia el noroeste llegará a Olocau, entre grupos de ciclistas y amantes del senderismo y encontrarse y reconfortarse con una partida en plena calle, junto al templo parroquial, a los pies del palacio del Conde. Allí, sin perderse detalle , Vicent Pasqual y Miguel Pascual nos cuentan viejos recuerdos suyos de los años 50 cuando en esa misma calle jugaron a Llargues míticas figuras de La Pobla de Vallbona como Bombet, Canya y Machaca, otros de Marines, como Ernesto, Teodoro y David. En Olocau destacaban entonces los hermanos Romualdo, Mistero, Pavía, que era el saque de Llargues, además de Colau, Amado, Paco «Penya», Jordi, Pepe Bernat . Fueron los últimos que mantuvieron el juego€ Sucesores de los que Vicente Mañez Agustí, citaba en reportaje de este nuestro diario publicado el 13 de mayo de 1982, con los nombres de los jugadores de principios del siglo XX: Isidro, Sento el Fabes, Bleda, Agapito Mañez, Sento Pavía, el Sacristá y Fraret. Citaba también a jugadores del vecino pueblo de Gátova: Griselda, Úrsula y Cañote y recordaba el paso por Olocau del mítico Mestret de Massalfassar, además de Bombet y Canya€

En el centro de la calle, Vicenta Zurriaga, 95 años, nos abre gustosa su vivienda, de amplios portales y hermoso patio interior que cubre una parra que espera ansiosa el brotar primaveral. El viajero cronista queda extasiado ante la visión de una vieja banqueta, sin patas, para el saque a Llargues. La madera, carcomida, señala una antigüedad que no bajará de los 200 años. En aquel 'Museo de Trastos Viejos, como lo califica la dueña, hay espacio para el Joc de Pilota. Su marido tuvo en vida el detalle de conservar con mimo y gusto exquisito, la banqueta, heredada de sus abuelos; los guantes y la pelota, además de otros instrumentos de uso agrícola o artesanal. En una casa de un pequeño pueblo valenciano un hombre sensible con la tradición tuvo el detalle de conservar la que podría considerarse una de las más viejas reliquias del Joc de Pilota. Es el juego que ayer hizo sonreír el sereno rostro de la Calderona al ver recuperada la memoria del Mestret, del Bombet, de Canya y de tantos y tantos paisanos de Olocau. Las peñas que acurrucan el alma pelotari que transita por la historia parecen exigirnos el revivir de la vieja banqueta, el despertar de su centenario letargo. Que la calle mayor de Olocau sea, como lo fue ayer ,un espacio de vida para el Joc de Pilota.

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