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VA DE BO

Añoranza del desafío

El desafío ha sido en el Joc de Pilota el momento más esperado de los aficionados. Decía Juliet d’ Alginet, con mucha razón, y como recogen Angel Velasco, tristemente fallecido y Rafael Tormo en «Aixó és com tot», «si en un bar hay dos mesas jugando a cartas verás público expectante en aquella donde se juegan dineros». En la Pilota históricamente ha sido así. En cualquier pueblo, el anuncio de un desafío con dinero de por medio, llenaba la calle o el trinquete aunque el cartel fuera de segunda fila. ¿Qué hacía atractivo ese duelo? Seguramente saber que los dos contendientes iban a sufrir, a dejarse la piel., y uno de ellos saldría de allí escocido en el alma y en el bolsillo. Muchas veces el propio público apostaba por uno u otro, y la mayoría vivía con pasión cada golpe, acompañaba al pelotari en sus escorzos... Todavía recuerda mucha gente los apasionantes duelos matinales en Pelayo, tiempos del ex futbolista Fuertes. La empresa llegó a cobrar entrada por ver partidos de aficionados en los que lo menos importante era el nivel de juego que se alcanzaba, sino saber que detrás de cada pegada había miles de pesetas de la época.

Hubo un tiempo en que muchas de las grandes figuras de la pilota lo fueron a pesar de la negativa de sus padres. El propio Juliet lo reconoció. Y todo era porque los trinquetes, allá donde se levantaban, no gozaban de la bendición de la moral de la época. Gentes que habían arruinado sus propiedades. Nadie podía presumir de haber hecho fortuna con el juego. Jugarse el jornal en el trinquete hizo que fuese mal visto por muchas gentes. Y sin embargo, los desafíos estaban a la orden del día. De hecho cuando el reto se ha cerrado en la élite profesional los trinquetes se han quedado pequeños. En tiempos en que la prensa no dedicaba ni media palabra a la pilota valenciana, se recuerdan históricos desafíos como el que confirmó la supremacía de Juliet. Fue el 28 de agosto de 1947, en Pelayo, con 10.000 pesetas depositadas en un banco, venció en compañía de Antonio de Pedreguer a Lliria y Miguel. Triunfo que repitió en Carlet y Lliria. Por aquellos años destacaba Ibáñez de Casinos, que mano a mano venció al propio Juliet en el trinquete de Alginet. Años después destacó el desafío mano a mano entre Rovellet y el emergente Eusebio que acabó con la incontestable victoria del primero en un abarrotado trinquet de Sueca. La aparición de Genovés multiplicó los distintos desafíos pero sin duda los que abarrotaron y cerraron puertas fueron aquellos en los que se enfrentó a las primeras figuras del «raspall» y sobre todo la serie de tres, disputados en Benidorm, Oliva y Genovés y que confirmaron la supremacía de Paco, que acompañado de Pasqualito derrotó a los mejores tríos de la época. Otro de los grandes fue el que disputó Sarasol contra Ramonet en Tavernes de la Valldigna donde dicen que se cruzaron varios millones de pesetas de la época y se cerraron las puertas.

Los desafíos han quedado como recuerdos lejanos. Se organizaban por el deseo de «postors» y «padrins», muchas veces llevados por el orgullo propio. Eran parte de la vida cotidiana de los trinquetes, surgían como efecto de la libertad. Hoy las apuestas están en crisis que parece terminal pero recuperar el espíritu del desafío entre primeras figuras podría ser un aliciente que sirva de contrapeso a la monotonía competitiva del día a día. Si el desafío aumenta la audiencia televisiva podría ser una revolución.

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