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El municipio castellonense de La Serratella forma parte de la comarca de la Plana Alta, en el límite con el Alt Maestrat. Está ubicado en el sector septentrional de la Sierra de Engarcerán, de ahí que se halle en un espacio geográfico de cierta altitud y escarpado. Su núcleo urbano se sitúa a 781 m.s.n.m. Posee una superficie de 18,81 km2 y limita al Norte y al Oeste con Albocàsser, al Este con les Coves de Vinromá, y al Sur y el Oeste con la Serra d’En Garcerán. El término está atravesado de Sur a Norte por la carretera CV-154, que une la Torre d’En Domenech con Albocàsser. La Serratella se denominaba Sierra de Biarach y así consta en la Carta Puebla de Albocàsser. Posteriormente pasó a llamarse Serratella de Biarach y durante el último tercio del siglo XVI se oficializó el topónimo de La Serratella.

El medio físico: relieve y clima

El relieve es montuoso y cuenta con contrastados desniveles. La Sierra de Engarcerán es una alineación montañosa de dirección NNE-SSW, paralela a la línea de costa, formada por calizas cretácicas intensamente carstificadas. Coincide con la orientación de la Cordillera Costera Calatala, aunque corresponde a una fase distensiva posterior. Está delimitada por amplios corredores, unos valles longitudinales rellenados por depósitos terciarios y cuaternarios, como son el de Albocàsser al Oeste y el de Les Coves al Este. Las principales elevaciones son el Tossal Gros (970 m), justo en el límite con el municipio de la Serra d’En Garcerán, el Castellaret de la Talaiola (939 m), La Bastida (932 m), La Talaia (874 m) y El Castellar (825 m). Las temperaturas medias mensuales oscilan entre los 6°C de enero y los 22°C de julio y la precipitación media anual supera ligeramente los 500 mm, aunque distribuidas irregularmente por el régimen mediterráneo.

La Serratella se incluye en el Lugar de Interés Comunitario (LIC) y la Zona de Especial Conservación (ZEC) de la Serra d’En Garceràn por sus valores naturales. Existe una destacada representación del género Juniperus, con sabinas y enebros, lo que incrementa su interés paisajístico. De la misma manera destaca la presencia de encinas y de plantas aromáticas como el tomillo, el romero o el espliego. Sus paisajes pueden ser visitados y contemplados mediante las rutas senderistas diseñadas desde la Plaza Mayor, entre las que destacan la de la Fuente de la Higuera, San Juan Nepomuceno, Fuente del Rotador y la del Regall. El quebrado relieve permite la práctica de la escalada, como en los barrancos del Quarto, la Saltadora o el de Espigolà.

La Serratella pueblo

Poblamiento histórico y actividades económicas tradicionales

Existe constancia de la presencia humana en La Serratella desde finales del Paleolítico. Existen varias pinturas rupestres que forman parte del arte rupestre Levantino, declarado Patrimonio Material de la Humanidad por la Unesco. Estas pinturas se hallan en los tres abrigos del Barranc del Povàs o del Barranc del Quarto, la del Cingle del barranc de l’Espigolar, la del Cingle de Sarratella o barranc de l’Espigolar, la de la Penya Paredada y las dos situadas en el Mas del Custodi (B.I.C.). Existen vestigios arqueológicos destacados como el poblado del Bronce de la Loma del Mas de Pere. De origen ibero o quizás romano hallamos el camino de los Abellers, cuyo trazado es perpendicular a la Vía Augusta. La Serratella perteneció a la Encomienda del castillo de les Coves de Vinromà; fue su señor feudal Blasco de Aragón entre los años 1235 y 1242. Posteriormente pasó a depender de la Orden de Calatrava hasta que en 1294 se incorpora a la Orden del Temple. La extinción de esta orden en 1312 devolvió La Serratella al dominio real hasta 1319, cuando Jaume II la cede a la Orden de Montesa, a la que perteneció hasta la desamortización de Mendizábal de 1836.

Durante el siglo XX La Serratella se caracteriza por un descenso demográfico continuo, consecuencia de éxodo rural. El mayor éxodo se produjo en los años 60 y 70 hacia las ciudades de la Plana. En 1910 tenía 700 vecinos. En 1950 se redujo a 404 habitantes y en 1981 contaba con 167. En el año 2000, por debajo de 100 (87). Desde entonces se ha mantenido. En el año 2019 había 101 habitantes censados. La densidad demográfica es muy baja, apenas 5,3 hab/km2. Su poblamiento, similar a municipios del entorno, se caracteriza por las numerosas masías repartidas por el territorio. Sin embargo, la mayoría están deshabitadas. Una quincena de vecinos reside en ellas. Son un excelente reclamo para estancias de turistas que buscan la ruralidad.

Las actividades económicas se basan, sobre todo, en la ganadería y en la agricultura de secano. El desarrollo de la ganadería se sustentó, desde el siglo XV, en la trashumancia procedente de Aragón, ya que en invierno acudían numerosos pastores aragoneses en busca de un mejor clima y pastos para el ganado ovino. Fuentes, corrales, cuevas y rediles del término favorecieron esa actividad y contribuyeron a la práctica ganadera. En la actualidad la ganadería ovina ha dado paso a la porcina, a través de granjas.

El botánico Cavanilles señalaba en su obra “Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura población y frutos del Reyno de Valencia” (1797) que “Al poniente de las Cuevas con alguna declinación al norte y a una legua de distancia está la Serratella, aldea de 50 vecinos, reducidos a subsistir a 640 cahices de trigo, y a 10 crías. La aspereza y frialdad de aquellos montes no permiten otras producciones; tal vez prosperarían las higueras como en los montes de Vilafamés”. La agricultura se fundamenta en producciones de secano, siendo el regadío testimonial, pues de las 157 Ha cultivadas sólo 4 son de regadío. El cultivo dominante es el almendro, con más de 110 Ha. También hay olivos y avellanos.

El patrimonio cultural, recurso turístico

El núcleo urbano mantiene en gran medida su trama medieval, con calles estrechas y un paisaje urbano tradicional con predominio de fachadas de piedra. Destaca la construcción de su iglesia parroquial de San Miguel. Es de nave única de planta rectangular y su fachada es de estilo neoclásico. Dispone de un campanario de planta octogonal. Está reconocida como Bien de Relevancia Local (BRL). El edificio actual no es el originario, ya que se reformó sobre los restos del primero. Otros edificios singulares son el antiguo Horno, de época medieval, y el Lavadero Municipal, en las afueras del núcleo urbano. Se abastece con la Fuente del Torrente, adyacente al mismo, junto a un abrevadero.

La ermita de San Juan de Nepomuceno se localiza varios kilómetros al norte del casco urbano, en uno de los puntos más elevados del término, el Alto del Castellaret de la Talaiola. Es un excelente mirador paisajítico. Fue construida en la segunda mitad del siglo XVIII. Dispone de tres naves, la central más ancha que las laterales, y dos capillas. Se restauró en 1985. Posee otras dependencias anexas como la casa del ermitaño, corrales y cuadras. Fue declarada Bien de Relevancia Local (BRL). El lunes de Pascua se realiza una romería desde el pueblo, por el camino de les Deveses.