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Novela

El animal que todos llevamos dentro

Lindes del bosque, jauría de perros, y uno acelera el paso para no perderse el espectáculo: la aparición de los zorros.

Bosque de Lindes. Parque Natural de las Ubiñas, Asturias. pynastur

«Por supuesto, todo esto era el resultado de una pasión y de una verdadera fidelidad conyugal para la que no sería fácil encontrar par en este mundo (?) aquella pasión devoradora lo corroía como una enfermedad». Y es esa pasión devoradora que en ocasiones nos arrastra y nos consume la que hace que no nos importa ya nada más en la vida.

La dama que se transformó en zorro, novela publicada en 1922 que valió a su autor un temprano reconocimiento, es una maravillosa fábula, de una aparente ingenuidad, pero de una profunda perversidad. David Garnett recurre a un artificio clásico que le permite hablar del amor, del matrimonio, de la fidelidad y los celos con una crudeza y realismo que difícilmente conseguiría un relato convencional. Crudeza, conviene añadir, convenientemente aderezada de delicadeza, humor e ironía, que convierten una lectura seria en un agradable pasatiempo, y viceversa, un agradable pasatiempo en una lectura seria.

«Los hechos maravillosos o sobrenaturales son más corrientes de lo que creemos». Con estas palabras empieza el autor este singularísimo y fascinante relato, especie de fábula moderna con moraleja incluida, y en ese mismo instante ya están pasando por la mente del lector hechos maravillosos que a él también le han ocurrido. Y quizás, uno de los hechos más maravillosos de los que somos testigos a diario, sean las transformaciones que podemos observar en personas cercanas, queridas, incluso amadas, y las que tienen lugar en nosotros mismos sin que podamos muchas veces evitarlo. Transformaciones en muchas ocasiones previsibles, «se veía venir», oímos a los agoreros siempre tan oportunos, pero no por eso menos extraordinarias; porque el hecho de que existan razones o causas que puedan explicar las metamorfosis no les resta nada de su carácter extraordinario. Después de todo nada es inevitable, o todo es inevitable, otra forma de formular la misma idea, y las cosas, lo hemos dicho en otras ocasiones, siempre podían haber sucedido de modo diferente.

Cuando pensamos en metamorfosis la primera que acude a nuestra mente es la sobrecogedora e inolvidable que «una mañana al despertar, tras un sueño intranquilo», descubrió en su cuerpo Gregor Samsa. Metamorfosis significa cambio de forma, de aspecto, de condición, pero quizás lo que menos cambie en el fondo sea precisamente el aspecto exterior. De hecho, casi siempre podemos reconocer a una persona, pero muy pocas veces conocerla de verdad. David Garnett meditó sin duda sobre el asunto, o tal vez lo experimentó personalmente, a juzgar por el detalle con que cuenta todas las fases por la que atraviesa una metamorfosis, desde la esperanza hasta la desesperación, pasando por la confianza, la sospecha, la piedad, el rencor, los celos. Y las reacciones que provocan en los dos protagonistas cada uno de estos cambios están tan bien descritas, son tan convincentes y realistas, que no nos es difícil reconocerlas bajo tan tenue disfraz. Ante las metamorfosis, Kafka sigue siendo el mejor ejemplo, pero también esta dama que se transformó en zorro, sólo caben dos alternativas: la aceptación o el rechazo. Aunque por lo general, cosa que complica mucho las cosas y nos hace perder un poco la razón y el dominio de nosotros mismos, como le sucede al esposo de la dama, la aceptación y el rechazo se producen al mismo tiempo, ya que nos sentimos también un poco responsables, un poco culpables de la metamorfosis y no tenemos más remedio que admitir que el nuevo estado tiene también sus ventajas, que muchas veces superan a los inconvenientes. Hay momentos soberbios en esta aparentemente sencilla novela, como cuando? pero no, no, prefiero que lo lean ustedes. La fantasía, la imaginación, o sirve para recrear la realidad o no es más que un mero juego infantil sin consecuencias.

Y terminemos con esta frase del postfacio de John Burnside que tan bien explica el sentido de la metamorfosis: «Las historias de transformaciones son una manera de dotar de sentido al mundo, de ver las conexiones que "el materialismo de nuestra era" pasa por alto, y que pertenecen a un universo ordenado no sólo por la razón, sino también por la imaginación, un universo en el que el cambio es la única constante».

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