Material sensible
Sensibilidad, dinero y...
Joan Verdú
Cojones. Esas son las tres cosas necesarias para comprar arte: sensibilidad, dinero y cojones.
Tal vez el tercer sustantivo les parezca algo abrupto. Podríamos usar en su lugar las palabras determinación y valentía, pero ya estaríamos necesitando dos términos para lo que con comodidad se puede expresar con uno. Aparte de ello la palabra usada es mucho más eufónica (o me lo parece).
Bueno, si falla cualquiera de estas tres cosas, de estas tres condiciones, la aventura de comprar obras de arte se resentirá, ya no será igual. Hay gente que tiene sensibilidad y asimismo dinero, le gustaría enormemente hacerse con tal o cual pieza, pero no se atreve, no se atreve, ¿y si no se revaloriza, por ejemplo? (porque esa es otra). A menudo se trata de una pareja y uno de los dos lo haría (atreverse), pero el otro lo frena. Ya sé que se me tachará de sexista, pero por mi experiencia puedo decir que normalmente es el elemento femenino el que echa el freno (en cambio muchas mujeres en solitario compran arte). Este es el caso en que faltan cojones.
Otro caso es cuando hay dinero y testosterona a manta: els diners i els collons són per a les ocasions, o este otro clásico: xé, això ho pague jo. Lo que puede llevar a comprar un Ripollín o incluso puede que algo peor. Mal negocio.
Y la tercera combinación sería tener sensibilidad y órganos reproductores pero cuando no hay dinero. Se puede argüir que esta situación es la más difícil de las tres o que con ella no es posible, no se puede hacer nada. Pero no solo lo es sino que además suele ser la más plausible, porque querer es poder.
Es bastante común el caso, a veces en solitario, a veces de una pareja, que partiendo de la nada, y al contrario de los hermanos Marx, han llegado a grandes coleccionistas. He visto varios ejemplos de esto en prensa y en televisión: primero cuando son jovencitos, seguramente estudiantes, y no tienen un duro, comienzan comprando obra gráfica. A continuación y como saben lo que se pescan, esa obra se ha revalorizado, venden y pasan a comprar originales de artistas jóvenes que a su vez se revalorizarán y etc., etc.
Ya sé que esto puede parecer el cuento de la lechera, pero les aseguro que es así. Un ejemplo: Antonio Pérez me contó que viviendo en París compró varias serigrafías de flores de Warhol (¡a 15.000 pts. cada serigrafía de 1x1 metro!), y que están en su fundación, mientras trabajaba lavando platos. Sensibilidad y? testículos.
Estoy hablando aquí de adquirir arte y lo necesario para hacerlo, pero no por eso hay que confundir al coleccionista con el mero comprador. Hay compradores que se creen coleccionistas y esa confusión la alientan algunos espabilados para venderles la cabra y se aprovechan en este caso de la ausencia de sensibilidad.
________________www.joanverdu.es
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