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Ilustración

Crónica emocional

Crónica emocional

Entendido como un antecedente, el acto del dibujo supone un proceso fuere cual fuere su motivación y destino; como raíz del lenguaje, del pensamiento lógico y del arte, el dibujo es la expresión directa de un pensamiento en tránsito a su definición: impulsiva, racional o accidental. Esta idea de proceso queda cabalmente representada en la muestra que la Fundació per Amor l'Art de Bombas Gens dedica a la obra de Nicolás Ortigosa, articulada en tres series representativas de dieciséis años de investigación autorreferencial a los cuestionamientos de la propia pintura.

Precedido por el Premio Colección DKV de Estampa 2018, Ortigosa ya estaba presente en los fondos de la fundación con su serie gráfica La Divina Comedia con la que irrumpió en la escena artística y adquirida en 2014 según los criterios fundacionales de Bombas Gens de creación de una colección de exposiciones. Pie de esta panorámica, el libro de Dante es interpretado por el artista logroñés como una crónica emocional intensa e instantánea del recorrido por el infierno, el purgatorio y el paraíso vivido y plasmado en paralelo a su lectura cual registro espontáneo, instintivo, vehemente y discontinuo de sensaciones expresado en un dibujo de trazos primitivos y expresionistas siempre grises, unas veces encarnando omnipotentes seres fabulosos y otras tramando su sombra en el vacío: figurativos, esquemáticos o abstractos. Como bocetos hechos a pie de terreno con variadas técnicas y soportes y documento existencial urgente, esta serie evoluciona en una vía de síntesis gráfica de despojamiento narrativo desde el dibujo inquieto de sombrías escenas alegóricas de la epopeya de Dante y Virgilio por el purgatorio y el infierno hasta el apunte de la evanescencia de las formas en la plena luz del paraíso. Ello, en un desarrollo que si es metafóricamente alusivo a la historia literaria también lo es de los cuestionamientos del artista expresados en esta experiencia de técnicas mixtas y dibujo casi automático crepuscular entre razón y azar.

Continuidad de la idea de proceso -en una alteración cronológica que privilegia el montaje-, la exposición incluye grafitos y grabados actuales de Ortigosa en los que el dibujo prescinde de referencias temáticas para abstraerse espacialmente subrayando la noción de vacío. Con el dibujo de líneas enérgicas sugeridas cual vibraciones superpuestas en texturas dinámicas, estas piezas manifiestan o el anhelo por la consolidación de la forma o su plena trascendencia de ella urdiéndose entre sí huérfanas de contenido, dualidad que reafirma conceptualmente, más allá de la representación, la búsqueda del valor ensimismado del acto artístico, y cuestión que según los modos de operar del artista llega a su maximalización con su serie de Cuadros Tapados, corolario expositivo, suma del trayecto revisado y punto de inflexión.

Catarsis explícita, esta última serie es el resultado de un ejercicio de arte sobre arte por el cual Ortigosa pinta de negro un centenar de obras de su producción sobre lienzo de diversos formatos. Rearticulados como polípticos poliédricos y fragmentarios estos cuadros repintados y sujetos a la conversión de obras en soporte de otras obras, de contenidos a continentes, emboscan sus orígenes y motivan la mirada en los entreveros de su trasluz, estrategia de ocultamiento visual aquí planteada como un camuflaje estético más que una negación conceptual que, no obstante su radical autosuficiencia, mancomuna los diversos intereses autorales de abstención cromática, mixtura técnico-estilística y síntesis formal, repreguntando sobre el valor de la obra de arte en sí misma. Como registro de un proceso de experimentación, investigación y producción, que daría lugar a otro, el de la obra de Nicolás Ortigosa arriba a conclusiones y augurios y, así, es fiel exponente de las motivaciones de Bombas Gens por promover las líneas de trabajo de creadores emergentes.

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