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Entrevista

José Luis Villacañas: "La crisis de representación política no ha concluido"

Uno de los pensadores más lúcidos entra al combate intelectual con un libro de respuesta al "peligroso" Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español de Roca Barea

José Luis Villacañas. f. bustamante

El nivel de observación de la sociedad española de José Luis Villacañas es proporcional a sus diagnósticos, y por su puesto a sus resoluciones. Catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense, articulista de Levante-EMV, y asiduo en revistas de pensamiento como Res Publica y Anales de Historia de la Filosofía, su actividad pública se multiplica con los años. Con un pie en València y otro en Madrid, Villacañas desnudó el populismo en un ensayo imprescindible en 2015, y ahora se atreve en su último libro «Imperiofilia y el populismo nacional-católico» (Lengua de Trapo, 2019) a desmantelar la teoría que María Elvira Roca Barea expuso en su éxito editorial. Desarma tanto aquella tesis, que la escritora todavía sigue en silencio, y no ha aceptado ningún debate con él.

Entre imperiofobia e imperiofilia, más que de imperios hablamos de la construcción de identidad desde la confrontación.

Por eso llamo populismo intelectual al libro de Roca Barea. Está construyendo permanentemente identidad sobre la prioridad del enemigo. Primero tiene que definir quien es el enemigo, todavía hoy, y acaba diciendo que el mundo protestante en nuestro enemigo. No lo fue, sino que lo es.

¿La leyenda negra no estuvo, es?

Con la finalidad de construir una identidad que sabe que no existe de manera directa como tal.

Fui uno de los culpables que Roca Barea vendiera muchos libros, y me pareció un relato trampa, del que empecé a desconfiar cuando veía la nómina de sus defensores.

No escribo el libro contra Roca Barea, escribo contra los poderes que apoyan a Roca Barea. Contra el ministro Borrell, Arcadi Espada, Mario Vargas Llosa y contra los representantes de la Sexta que la llevaban en bandeja.

¿Por qué?

Un libro es una especie de locura mantenida en el tiempo, uno tiene que obsesionarse con algo. Desde ese punto de vista no son perniciosos, pero cuando gente con mucho poder avala un libro, puede producir un estado general de la inteligencia descarriado. Sobretodo cuando el partido socialista andaluz le concede la medalla de Andalucía y Felipe González dice que hay que darle el Principe de Asturias. Eso puede hacer que un descarrío personal se convierte en colectivo. Escribo el libro cuando veo esa posibilidad y cuando asombrosamente nadie lo discute entre los historiadores españoles.

¿El libro de Roca Barea no es improvisado?

Es un libro de diseño, con defectos. De encargo, por una razón, porque temas de revisión de la grandeza española, de los grandes héroes españoles, venían produciéndose en novelas históricas, en series televisivas y faltaba el equivalente a un libro de ensayo. Es fácil que le encargaran a Roca Barea el libro, pero es más complejo porque tiene una propuesta geoestratégica mundial.

¿Cuál?

Muy agenda Trump, es proamericano, prosionista y prorruso.

«Steve Bannon no tiene que pasearse por España para importar el supremacismo, Roca Barea se basta y se sobra», escribe.

El libro se edita cuando Vox no ha cristalizado como partido, en un momento donde tampoco ha cristalizado la respuesta a Cataluña, que es un tema que inquieta transversalmente a todos los partidos. En ese momento es donde la transversalidad populista toma posición, y ese es el motivo por el que recomiendan el libro gente del PSOE, del PP, Ciudadanos y Vox.

¿Extraña alianza?

Significa que las élites no sabían donde íbamos a llegar, y no sabían si iban a tener necesidad de generar una tropa de excepcionalidad. Alguien, que imbuido por todos los mensajes del libro, estuviera en condiciones de decir lo importante que es la unidad católica y la dimensión imperial de España.

¿Respuesta al nacionalismo catalán desde el nacionalismo español?

Ha sido siempre así. No hay que hablar con los nacionalistas catalanes y hay que empezar a decir que los que hablan con los nacionalistas catalanes son malos españoles, traidores y apostatas. Los elementos necesarios para mantener la leyenda negra.

Eso pone en peligro el consenso básico de la Transición.

Es un libro completamente anticonstitucional.

¿Dónde están los intelectuales orgánicos?

Eso me preguntaba. Algunos catedráticos muy celebres me dicen: «José Luis agradecemos que hayas escrito el libro, yo no iba a perder el tiempo haciéndolo». Recojo el guante, porque no es el libro de una historiadora, es un libro político y no tiene mucho sentido que lo coja un historiador.

Desde que ha salido «Imperiofilia», Roca Barea ha rehuido el debate.

Dice que no va hablar conmigo para nada. Por eso necesitamos intelectuales que se atrevan a ir más allá de su propia especialidad. Reivindico el filosofo, que no es especialista en nada, pero identifica algo importante en un momento dado.

En el segundo párrafo ya avisa y dice que escribe el ensayo por varias razones, porque «Imperiofobia y leyenda negra» es «dañino y peligroso».

Dañino porque promueve unos ideales que obligaría a retroceder a este país a la época más dura del nacional-catolicismo. Pero es peligroso porque genera un tipo de inteligencia sentimental, histérica y curiosa que no toma distancia respecto de la propia historia y que nos impide resolver cualquier problema.

¿Es el anclaje del populismo de derechas?

Me había cansado de recibir elogios por haberle plantado cara al populismo. Me creí autorizado a decir que en el libro de Roca Barea hay un populismo tan peligroso como el otro. Pero con una diferencia, el populismo cuando irrumpe Podemos, no es un movimiento con aspiraciones antidemocráticas. Pero el libro de Roca Barea es de profundas condiciones antidemocráticas.

¿A qué se refiere?

Porque tiene una condición de homogeneidad del pueblo español, como ser católico y dirigido por las elites sacerdotales.

Nadie hizo esa lectura.

El problema real es que el libro autorizó a cada uno a tener la vinculación sentimental con la grandeza de España que viera reflejado en su fuero interno.

Una vez desmontada la tesis de Roca Barea, en la última parte del libro ofrece una visión de autoestima republicana.

Soy partidario de una adecuada conciencia histórica. Denuncio que la historia se escriba para justificar nuestras pulsiones de autoafirmación. Es al contrario, la historia se escribe para fomentar nuestros dispositivos de distanciamientos.

¿Por ejemplo?

Si veo un busto de Abderramán III y me lanzo y lo quito, estoy teniendo una percepción histórica según la cual he de bendecir mi pulsión interna a ser intolerante y dogmático. La historia debe estar construida para alejarnos de esas pulsiones irracionales en nosotros mismos.

¿Cómo se establece ese distanciamiento?

Explicarnos con detalle realista que las cosas fueron así y no de otra manera. Porque cuando nos explicamos que las cosas fueron así, tu dices «yo aquí no me veo...», y ese «aquí no veo» es crear el espacio de tu libertad.

¿Cómo se explica que los hijos de los inmigrantes salvaran nuestras pensiones?

Explicarles que de cierto modo hemos cooperado en el régimen racial que les ha traído aquí y que el hecho que lo reconozcamos es un compromiso para no repetirlo. Lo mismo que si explicamos que el Islam en España mantuvo lazos de ósmosis, siempre de cooperación y a veces de guerra, no estaremos en condiciones de culpar al musulmán como enemigo.

Roca Barea rescata la religión como fenómeno cultural, ¿retrotrae a todos los conflictos actuales?

Sobretodo porque la religión es por esencia esta.

¿Por qué blanquea la Inquisición?

Porque tiene que demostrar que España no es un país antisemita, cuando es el país que ha estado maldito por todos los rabinos desde 1492 a 1936. Ella tiene que posicionarse con una visión del estado de Israel, que por mucho que simpaticemos con Israel, no vamos a compartir de un modo completo, y tiene que basarse en un catolicismo que ni siquiera representa el papa Francisco. Por eso me refiero a la geoestrategia, porque hay una parte de la curia, italiana principalmente, que considera que Francisco ha ido demasiado lejos en el reconocimiento de Lutero y del protestantismo.

A Roca Barea enseguida le salió un club de fans. No es su caso.

Llevo 42 años estudiando solo, no he buscado ni la relevancia y ni siquiera me siento cómodo en esta vorágine. Desde el punto de vista de país, creo que la cristalización para la que se estaba creando el ejército de reserva está diluyéndose muy poco a poco. A eso ha contribuido la formación de Vox. Cuando Vox cristaliza, esa transversalidad se queda más parcializada. Es evidente que los poderes del Estado siguen soñando con la renovación del bipartidismo, y quieren separar a Ciudadanos de esa dinámica de «voxcización», salvando al PP. Tiene sentido por una razón, porque todo el mundo sabe que lo de Cataluña va a remitir muy lentamente.

¿El bipartidismo ya no necesitará ese ejercito de reserva?

Eso piensan los poderes, que ya no necesitaran el ejercito de reserva que estaba formando Roca Barea con su militancia de fanatismo. Aunque el problema está ahí, porque no creo que el país esté por el bipartidismo, quiere otra cosa. Si el PSOE cree que puede aspirar a desmontar a Podemos por una parte y Ciudadanos por otra, y quedarse solo con Casado, es una operación que puede ocurrir en los sueños, pero en la realidad va a ser muy difícil.

¿Entonces?

Una parte de la burguesía más poderosa de España no perdona al PP, ni la manera en la que ha tratado su corrupción, ni la manera que ha permitido que una buena parte del PP haya ido a la cárcel. Por tanto, Ciudadanos tiene poderes muy duros detrás diciendo que hay que ir a por el PP. La batalla de élites sigue en vigor en Madrid.

Es muy critico con las élites, a las que culpa de haberse creído el libro de Roca Barea.

Si se han creído ese libro es porque estaban a punto de cometer locuras.

¿Eso demuestra una falta de liderazgo entre las élites más conservadoras?

La guerra mediática es de tan índole que ha fracturado todas las cuadras. La clave es que en Madrid se acumula el 95% del poder del Estado, pero no existe una clase dirigente capaz de organizar bien una agenda y un programa. Por eso el libro de Roca Barea requiere de una mentalidad muy básica, histérica e irascible.

¿Pesimista?

Sí, porque creo que el PSOE va a aspirar a una regeneración del bipartidismo, pero no a lo que debería, a un programa de incorporación de medidas de Podemos, de una reforma seria de España. Es la diferencia cuando uno mira al gobierno valenciano de Puig y mira al gobierno de Sánchez.

¿La fracturación política no está muy alejada de las preocupaciones básicas de la gente?

Debemos identificar algo importante, la crisis de representación política no ha concluido. La relación de fidelidad del votante con un partido está fracturada.

Eso explica los votos duales.

Lo que ha estabilizado el sistema es la deriva política de Pablo Iglesias desde el mismo momento que ha identificado su posición con la de Izquierda Unida. Aunque sigo pensado que todo eso es arena movediza. Un error de Sánchez puede llevar de nuevo al PSOE a los 70 diputados. Como el error de Casado le ha llevado a los 70 diputados, y como los errores de Rivera no ha permitido que pase de los 60. Existe un margen para la irrupción de una fuerza política republicana en el sentido cívico y democrática radical que este en condiciones de mover las cosas con un verdadero federalismo.

¿Ex exportable el pacto del Botànic Madrid?

No, porque Podemos en València se ha legitimado después de cuatro años de apoyo desde fuera. Dalmau toma la decisión de entrar en el gobierno, no así Estany porque para él la función de Podemos es más civil, de autoconciencia. Esa legitimidad de Podemos en València no la ha conquistado en Madrid porque Iglesias impidió el primer gobierno con Sánchez y ha generado una imagen incambiable e inmutable. La sociedad valenciana está dispuesta a asumir que Podemos entre en el gobierno aquí, pero no creo que la sociedad española esté preparada en su mayoría para que Iglesias entre el Consejo de Ministros.

¿Cómo se debería organizar el gobierno de Madrid?

Con Podemos, pero se debería llegar a acuerdos acerca de políticas y personas que garantizaran dos cosas: que los problemas internos de Podemos no van a afectar al gabinete; y con personas con un perfil que quieran aspirar luego a la presidencia del gobierno.

¿Con qué prioridad?

Revertir algunas normas de la Reforma Laboral, dar un estatuto de garantías y también de legitimación a la enseñanza concertada, y volcar muchos recursos en cuestiones de dependencia.

¿Y Cataluña?

Igual, mostrando que lo importante son las medidas sociales e ir ofreciendo en el medio plazo una suficiente madurez para una vez estabilizado, se pueda sumar el PP.

Volviendo al libro, ¿sorprendido por el éxito?

No sé si con éxito...

Va por la tercera edición.

He sido feliz escribiéndolo.

Se nota.

He descubierto una vena muy combativa y militante que no es mi carácter. Desde ese punto de vista el libro es animado y mantiene la tensión. Este libro lo he escrito al mismo tiempo que la biografía de Luis Vives.

¿La biografía de Vives?

Me la ha pedido la Fundación Juan March, en una serie que lleva con Taurus, que se llama «españoles celebres». Realmente avanzaba con los dos libros a la vez y era muy difícil no hacer spolier del otro: «¡pero no sabe lo que sufrió y le hicieron a Vives!», «¡quiere decirme que la Inquisición era una institución justa!». Me enervaba. Pero Imperiofilia no deja de ser un libro menor en mi producción. Mi proyecto de vida es una historia de la intelectualidad española en viente volúmenes.

¿Cuándo sale la biografía de Vives?

Es la primera biografía de alguien que ama a Luis Vives, de unas 400 páginas, y saldrá después del verano, supongo. Es el filosofo español más grande que hemos tenido.

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