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Guerras civiles: síntoma y desafío

David Armitage es profesor de Historia del Pensamiento Político e Historia Mundial en la Universidad de Harvard y profesor honorario en las de Cambridge y Sídney. Autor de una veintena de obras, su importante trabajo, Las guerras civiles. Una historia en ideas, se centra en desentrañar los significados de las guerras civiles que han proliferado a lo largo de la historia aunque en principio no se les considerase como tales.

Sostiene que, muchas de las guerras pasadas y actuales son en realidad, aunque intervengan en ellas efectivos militares y agentes extranjeros, guerras civiles encubiertas por la propaganda de los bandos enfrentados. Siria, Irak, Libia o las que fueron de Yugoslavia, Liberia, Ruanda, Afganistán, etc., han cobrado por obra y desgracia de su difusión mediática, una dimensión internacional que se superpone a lo que evidenciaron sus inicios como conflictos derivados de una desastrosa convivencia entre vecinos y hermanos.

El profesor Armitage es proclive a trabajar la historia a través de periodos muy amplios que permitan estudiar comparativamente conflictos internos de épocas distintas y, establecer así conexiones entre ellos, mostrando vínculos y motivaciones que suelen pasar desapercibidos.

Por estas razones el libro se inicia con las guerras civiles en la antigua Roma para dar cuenta e interpretar desde esas claves los sanguinarios enfrentamientos durante el Renacimiento y de las revoluciones de los últimos cuatro siglos, figurando entre sus preferencias las guerras civiles de Estados Unidos de América y España. La historia que el autor propone, bebe del pensamiento de los Hobbes, Locke y Clausewitz, que teorizaron acerca de la genealogía de los conflictos humanos, sin olvidar (pese a que no consten en ella explicitas referencias a las guerras civiles, La genealogía de la moral (1887) de Friederich Nietzsche, útil para columbrar el camino a recorrer.

Ya en la introducción el autor advierte que el de la guerra civil es un campo de estudio «notablemente descuidado por la investigación». No abundan las síntesis que abarquen periodos largos de la historia. Tanto Von Clausewitz en De la guerra (publicado en 1832), como Hannah Arendt en Sobre la revolución (publicada en1963) apenas citan la expresión «guerra civil» sin llegar a abordarla como tal y Hans Magnus Enzensberger observó «que no hay una teoría útil de la guerra civil», lo que refrendó Giorgio Agamben en 1942 reconociendo la inexistencia de «una teoría de la guerra civil».

Siempre ha existido dificultad para definir como tal una guerra civil; dificultad que se ha puesto como ejemplo de lo que los filósofos denominan «un concepto esencialmente controvertido», puesto que «€ no ha tenido identidad estable ni ha sido objeto de una definición consensuada».

La Revolución Francesa de 1789 comportó la aparición de cambios que darán protagonismo al concepto de guerra civil por sus implicaciones en la idea de Revolución. Así, «€ la revolución como acontecimiento dio paso a la revolución como acción». El muy hábil decorado revolucionario no podrá ocultar, sin embargo, la evidencia de que se trataba al tiempo de una guerra civil asumida por las capas menesterosas y populares, contra la monarquía absoluta y sus imposiciones feudales, contra la esclavitud del trabajo y de una miserable vida cotidiana.

El capítulo sexto: «Mundos de guerra civil en el siglo XX» se inicia con una lapidaria formulación de Voltaire: «Todas las guerras europeas son guerras civiles» que se vería refrendada en 1946 por el escritor mexicano Torres Bodet, entonces secretario general de la Unesco, al reconocer en su discurso que en las guerras civiles: «todas las batallas se libran entre conciudadanos, más aún, entre hermanos».

Entre sus conclusiones, Armitage hace referencia a lo que llama «las guerras civiles de palabras» para aludir a la imposibilidad de desgajar el concepto «guerra civil» de la política. Algo similar, dice, a lo que ocurre con el término «genocidio». Sabido es que esta última palabra supone una inmediata identificación de su significado no solo con matanzas o formas de violencia global sino con aspectos jurídico-legales cada vez más polémicos tanto para la opinión pública, como para quienes debaten (¿?) en instituciones públicas, foros ciudadanos y tribunas parlamentarias.

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