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Entrevista

"Lo local y lo universal es basura ideológica"

El escritor vasco entierra la novela con «Casas y tumbas» (Alfaguara). A partir de ahora se dedicará a otros textos más «tragicómicos» o a un relato sobre el caso de Alsasua a medio camino entre lo kafkiano y las novelas del oeste a dos pesetas

"Lo local y lo universal es basura ideológica"

P Hace meses anunció que esta, «Casas y tumbas», sería su última novela. ¿Se mantiene fiel en la decisión?

R Sí, porque la decisión no la tomo en un día. Es como quien va en una maratón y en el kilómetro 37 dice «ya no corro más». La novela es una maratón; un cuento sería una carrera de 100 metros, que no hay que hacerla en 10 segundos sino que se puede hacer en 15 o 20; y para un poema apenas hacen falta pasos. En la novela llevaba tiempo pensando que debía recoger la cocina de la cantidad de ideas que han ido saliendo en los últimos 20 años. He hecho muchísimos textos en lugares marginales, poco visibles. La idea es ganar tiempo, el que requiere toda una novela, que es larga. Memorias de una vaca, el libro mas feliz de mi vida, lo escribí en 18 o 19 días a mano con mi mujer, mi novia entonces, en París, en un piso que me había dejado el traductor.

P ¿Le ha quedado esta obra como pensó que sería su despedida del género?

R Es la que yo quería que fuera. Quería hacer una novela clásica y creo que los dos primeros capítulos son así, avanzan linealmente pero luego tiene un lado original y los lectores benevolentes o neutrales, a partir del tercer capítulo, verán esa parte. Me gustan los entreverados.

P ¿Pero no dejará de escribir?

R No. Primero haré textos reflexivo-humorísticos. Textos sin apresto, libres€ Durante todos estos años me he obligado a hacer «crónicas del cielo». Se supone que todo los fines de semana voy al cielo y me encuentro escritores de otros tiempos, a Herodoto, a amigos que desaparecieron hace tiempo y hago una especie de crónica en la que hay humor, sátira y reflexión. Igual me encuentro con un lingüista que fumaba mucho y que me dice que esta ahí porque en el infierno no se puede fumar. Se puede decir que hago textos tragicómicos.

P Ha conseguido que la literatura en euskera trascienda más allá de sus fronteras. ¿Se siente héroe en su tierra?

R No, para nada. No sé si me tendría que definir, pero lo que me gusta es escribir, me gusta más que bailar. Cuando era adolescente y mis amigos iban al baile yo me quedaba leyendo, recuerdo, Crimen y castigo. Me gusta más que salir, que ir de cena, viajar. Mi vida se resume en pasear con mi mujer, escribir, leer... Y mi gran afición también es la música.

P De hecho, acaba de embarcarse en un proyecto musical por la canción vasca con Jabier Muguruza.

R He trabajado mucho con músicos. He hecho espectáculos de música como este con Muguruza, hago colaboraciones con letras... A mí me gusta escribir y luego las consideraciones sociales prefiero, para lo bueno y lo malo, atenerme a los datos. Mis libros serán cientos lo que están por el mundo. En mayo sale en Japón mi segunda novela. Casas y tumbas va a salir en inglés. Que miren los datos y me dejen en paz. Tampoco pienso mucho en ello.

P ¿Cómo se consigue normalizar esa reivindicación de lo local?

R La clave es tener, como cuando hacías problemas de aritmética en la escuela, aplicar bien el concepto previo. Eso pasa por la idea de lo local. Bueno, lo local y lo universal es basura ideológica, desde mi punto de vista. La aldea en contraposición a la ciudad es basura ideológica. Yo trato lo local de otra manera. Para mí la garantía es siempre el vínculo con el pasado. Transformo lo local en algo relacionado con la Historia y la tradición, ese ha sido mi truco.

P ¿Lo local cada vez interesa más? ¿Estamos hartos de americanadas o de que todo ocurra en Madrid o Barcelona?

R Para mí nunca ha ocurrido nada allí. Siempre hay lo que llaman la corriente, la ideología o la cultura dominante. Eso era antes colonialismo y ahora lo disimulan y lo llaman «globalización», un término absurdo donde los haya porque a lo que menos se parece el mundo es a un globo porque no es nada armónico. Es desequilibrado. Todavía hoy nuestra cabeza esta llena de Estados Unidos y similares. Yo no me incluyo, aunque tengo mis pecados. Lo que es un poco insoportable que la gente sepa lo que acaba de pasar en Kentucky y no sepa qué ha pasado aquí en València. Eso me parece un poco siniestro. Claro, te pasas toda la vida viendo Netflix, pues ¿qué quieres?

P Anunció su intención de hacer un texto sobre Alsasua. ¿Cómo va ese proyecto?

R Tengo esa idea. Sobre lo que ocurrió, el juicio€ Si puedo lo trataré como una mezcla entre Kafka, Marcial Lafuente Estefanía con esas novelitas del oeste que se vendían a dos pesetas y la crónica real. Evidentemente empezará con una pelea en el salón. Sería una alegoría del momento: así era el comienzo del siglo en España.

P Seguro que tendrá detractores.

R Hay detractores profesionales. Hay quienes ensayan delante del espejo. Mira esos debates de la televisión que me resultan insoportables. Lo políticos de ahora, sobre todo los de derechas, son a la política lo que los hooligans al fútbol. Se puede pensar que hay radicalidad en lo que digo pero es evidente cuando se ven los debates políticos en televisión: hay una mezcla entre publicidad y teatro. Para mí es increíble en el sentido literal.

P A determinados sectores les molesta que los creadores se posicionen. ¿Usted se siente en la obligación moral de hacerlo como personaje público?

R A algunos les viene genial porque se dejan mecer en la cuna del poder. Pero yo creo que les va mejor a los que se callan porque en boca cerrada no entran moscas. Yo he vivido en el País Vasco y ahí no había opción. Tal era la presión de la realidad que era imposible no reaccionar. Hablas de temas difíciles. En el País Vasco, ETA lo marcaba todo y era imposible salir de ese territorio ocupado. Y aún hay gente que insiste. Para mí ya es un tema tangencial, del pasado, aunque no todo. No todo está arreglado. Ahora hay más espacio no para la tranquilidad, sino para que afloren otros problemas.

P ¿El conflicto alimenta la creatividad?

R Creo que naces con la creatividad, como naces con el don de dibujar. El conflicto no estoy seguro de si favorece o no. A posteriori, quizás. Durante, no lo sé. El conflicto te hace sufrir. Allí donde hubo tanto dolor hay un poema.

P ¿Qué proyectos tiene en marcha?

R Estamos preparando las crónicas del cielo con mi mujer y publicaremos algunas cosas que ya tengo hechas. Durante tres años con mi mujer hicimos «Entrevistas de los objetos», esto es que vamos a ver a una persona y le pedimos que elija los diez objetos de su vida. Volvemos al cabo de un mes y la entrevista trata de que nos hable de esos objetos. Salen cosas muy curiosas porque descubres un perfil de la gente que no es muy habitual. Será un libro bonito, pero no para mayorías. Hay más proyectos porque siempre estás escribiendo, lo que no sé es como lo voy a socializar.

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