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Viñetas raras

La cólera de los tiempos

La obra de Javier Olivares y Santiago García conviene releerla muchas veces

La cólera de los tiempos

Vivimos tiempos extraños. Escondidos en casa ante la inminencia de un apocalipsis que imaginamos atemorizados por lo que nos cuentan las ficciones modernas: el fin del mundo debería estar lleno de enfermos zombis que lanzan ponzoñosos mordiscos en cada esquina, mientras algún émulo de Chuck Norris descerraja cerebros salvando a la población. Pero va a ser que el fin del mundo es más cotidiano de lo que pensábamos: la máxima épica la tiene la lucha por el último rollo de papel higiénico, el armageddon es cómo entretener a la prole en casa y los héroes y heroínas llevan pijama, pero de hospital, y no máscara, sino mascarilla, y cansancio acumulado por el esfuerzo, este sí, sobrehumano.

La razón, quizás, es la innata querencia de la humanidad por las ficciones, por imaginar vidas más allá de las limitaciones de la propia, por imaginar mundos más allá de donde alcanza nuestra vista. Esas ficciones han construido nuestro imaginario pero, a su vez, han cimentado nuestra realidad, en un proceso de ósmosis íntimo: los mitos no dejan de ser reflejos de nuestras vivencias, de nuestros miedos y aspiraciones. El guionista Santiago García lleva tiempo reflexionando sobre la profunda relación entre mito y realidad, entre ficciones y hechos. Se ha fusionado con diferentes artistas para transitar ese camino de búsqueda, como hizo con Pepo Pérez en El vecino, buscando en los resquicios entre el género de superhéroes y lo cotidiano. Luego, buscó la génesis de esos superhéroes en el origen de la poesía épica anglosajona adaptando el clásico Beowulf, junto a un David Rubín desatado, cuyo potente y visceral trazo mimetizaba perfectamente la potencia de los poemas originales. Una exploración que le tenía que llevar, lógicamente, al origen del canon occidental, al poeta épico por antonomasia: Homero.

Acompañado de nuevo por Javier Olivares, con quien ganara el premio nacional con Las Meninas (obra que también reflexiona sobre las conexiones del arte con la vida real), aborda en La Cólera (Astiberri) una adaptación de la obra del poeta griego, centrada en La Iliada pero con elementos de La Odisea. Desde un exquisito respeto al original, García y Olivares toman de la gesta de Aquiles aquellos elementos que les permiten desarrollar un sugerente discurso que relaciona las obra homérica con la realidad cultural occidental de hoy. La construcción del héroe es también una deconstrucción del mismo; la exaltación de sus hazañas puede ser leída como una profunda reflexión sobre la otra cara de las ficciones. La guerra de Troya sirve como base de un discurso de rechazo visceral y profundo de una guerra que no crea héroes, solo víctimas, pero también para resaltar las debilidades de la edificación del héroe clásico, de un camino heroico que la ficción celebra pero que la realidad alicata de muerte y sufrimiento anónimo. Pero García y Olivares se atreven a prolongar esa reflexión a la actualidad: la coincidencia geográfica de la crisis de refugiados y las batallas que narra Homero no es para los autores inesperada. Es una conexión que resulta lógica ante unas mitologías que explican no solo nuestro pasado, sino una naturaleza humana reacia a cambiar en el tiempo, todavía lastrada por la cólera de Aquiles. Una obra llena de propuestas para que los lectores desarrollen sus conclusiones, que se alza todavía más por el soberbio trabajo de Olivares. Artista siempre dotado de una personalidad propia y diferente, plasmada en un estilo reconocible y fascinante, aquí se desata en una trabajo colosal: desde las inacabables dobles páginas donde la violencia estalla a borbotones, navegando sobre un trazo expresionista y visceral. Puro sentimiento, pura sensación, pura emoción contenida en las pinceladas que definen líneas y sombras, con masas de negro contundentes que se convierten en contundentes refugios de la mirada.

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