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Desde las vísceras

Las historias que nacen desde el interior rebosan sinceridad porque son honestas en su reivindicación de otra realidad posible

Desde las vísceras

Hay historias que nacen desde el interior, que pueden surcar caminos de ficción o de íntima realidad, pero coincidentes siempre en un tratamiento donde la sinceridad rebosa por los márgenes de unos trazos que se reconocen como honestos en su reivindicación de otra realidad posible.

Don Rogelio es bien conocido en la escena de la cultura alternativa valenciana: ilustrador, tatuador, fanzinero, DJ, músico… Múltiples facetas de una poliédrica personalidad artística que tiene como eje vertebrador una concepción del underground canónica en sus bases, pero porosa a toda la cultura popular. Tierra Muerta (Autsaider Cómics) es un perfecto ejemplo de esa capacidad de absorción esponjosa, que lleva al terreno más provocador de los Crumb y compañía las distopias de la británica 2000AD con ecos de Mad Max, pasados por una túrmix ballardiana. Ciencia-ficción agresiva en su trazo y sus formas, pero que esconde una palpitante conexión con la realidad que nos rodea en el largo viaje que nos propone este road-comic futurista. Acompañar a esta banda de músicos en su gira por un mundo en descomposición es, quizás, una inmersión en un porvenir que no resulta tan ajeno ni lejano. Sin duda, una obra que consolida a su autor como una de las voces más interesantes y prometedoras del cómic español.

Pero las historias también pueden venir de muy dentro: Josephine Yole Signorelli (FumettiBrutti) sorprendió a los lectores y lectoras italianos con Romanzo esplícito, una obra que narraba su infancia desde una sinceridad devastadora, atizando al lector donde más dolía. Ahora, con P. Mi adolescencia trans (Continta me tienes, traducción de Valentina Longo), da una vuelta de tuerca todavía más arriesgada y despliega un ejercicio de desnudez narrativa de su adolescencia que llega a ser incómoda. La narración de la aceptación de la mirada que le devuelve el espejo es salvaje, sin piedad alguna: arrastra en la lectura a una montaña rusa emocional donde no se esconden errores, miedos o valentías, humillaciones y salvaciones. Y cada uno de esos episodios es un golpe directo al estómago que obliga a volver a mirar aquello que pensábamos con altiva soberbia que comprendíamos. Y no, no sabemos nada. Apenas podemos entender el dolor y el sufrimiento del rechazo y el odio, pero Fumettibrutti no nos está hablando de eso. Esa percepción es tan solo la punta de un iceberg inmenso de orgullo y dignidad, abrumador, que no pide perdón ni permiso, sino que reclama su voz propia mirando a los ojos. Extraordinario tebeo que, esperemos, anime a publicar las otras obras de esta autora.

Entre ambos extremos hay espacio también para los relatos que hablan de emociones íntimas, contadas en voz baja y casi con vergüenza para no molestar. Steven Seagle y Teddy Kristiansen afrontaron en Es un pájaro… (ECC Ediciones, traducción de Guillermo Ruiz) un complicado recorrido que unía la reflexión sobre el héroe con una introspección personal causada con una patología hereditaria. Una atrevida mixtura que parece imposible: ¿el miedo a la enfermedad puede tener relación con El hombre de acero, el ser más poderoso del universo superheroico? A primera vista, no, pero Superman también tiene debilidades: su kryptonita no es el verde mineral, sino la relación que debe entablar el autor con el público para construir un relato sobre un icono popular. La creación de Jerry Siegel y Joe Shuster ha alcanzado la categoría de mito, pero Seagle y Kristiansen analizan la construcción de esa mitología desde el contraste de la creación de su propia obra. Y el resultado no puede ser más sugerente e interesante: una obra que funciona en diferentes capas de reflexión, que se contienen unas a otras y se retroalimentan para pensar sobre el género y, también sobre la vida.

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