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Chaves Nogales, el periodista que llamó "rídiculo e impresentable" a Goebbels

Chaves Nogales, | ARCHIVO PILAR CHÁVES JONES

La imagen parece salida de «Casablanca», la vieja película. Sombrero y gabardina, Manuel Chaves Nogales, periodista andaluz, refugiado en los arrabales del París que pronto será ocupado por los nazis y donde vive con su mujer, sus tres hijos y el cuarto en camino, se despide de la familia rumbo a Londres. Haberle hecho una entrevista a Goebbels y haberle llamado «ridículo e impresentable» le ha merecido un lugar de honor en las listas negras de la Gestapo. Se marcha sin dejar de pensar en el lema que ha dirigido su oficio: «Andar y contar». Así de sencillo, sin retóricas que oscurezcan el relato. Morirá a los 46 años en la capital británica, donde siguió andando y contando, poco antes de que las tropas aliadas desembarcaran en Normandía. En una de sus últimas cartas le había preguntado a su esposa si su hijo Pablo «reflexionaba».

Chaves Nogales (Sevilla, 1897) fue uno de los grandes de la edad de oro del periodismo español, aquel que situó entre sus filas a Josep Pla, Julio Camba o Gaziel -una comparativa de Xavier Pericay-, si bien inexplicablemente había quedado casi en el olvido durante décadas hasta que el editor y poeta Abelardo Linares inició el rescate de sus obras. Algunas de ellas solo pudieron encontrarse en viejas ediciones latinoamericanas.

Un bailaor en los soviets

Pero sin duda, el punto de inflexión en la asombrosa recuperación para un público amplio de la obra de Chaves Nogales fue la aparición hace 13 años en el sello Libros del Asteroide de la crónica novelada «El maestro Juan Martínez que estaba allí», que relata las andanzas, casi tintinescas, de un bailaor flamenco en la Unión Soviética. Luego siguieron las muy destacables narraciones «A sangre y fuego» y «La agonía de Francia», que relatan el sitio de Madrid durante la guerra civil y los curiosos años de la ‘drôle de guerre’ en el París a punto de ser ocupado, respectivamente. Todos esos libros se han convertido en ‘long-sellers’. Ahora Asteroide en colaboración con la Diputación y la Universidad de Sevilla publica la ‘Obra completa’ del periodista en cinco tomos, 3.500 páginas, con prólogos de Antonio Muñoz Molina, uno de sus grandes admiradores, y Andrés Trapiello, que destacó su figura en el imprescindible ensayo «Las armas y las letras». La edición, que estará en las librerías el próximo dia 23, ha estado al cuidado de Ignacio Garmendia e incluye 68 piezas inéditas que junto con el material ya publicado han sido ordenadas y fijadas de nuevo.

Chaves fue tan moderno en su momento como lo puede ser su prosa ahora. Enamorado de la aviación (la nueva tecnología de la época junto con el teléfono al servicio del periodismo), ganó el premio Mariano de Cavia por un reportaje sobre Ruth Elder, la primera mujer en cruzar el Atlántico en solitario, a bordo de un Junker. Viajó a la Unión Soviética y lo que vio le desagrado tanto como los que percibió en el Berlín nazi la o la Roma fascista, lo que tiene su mérito en una Europa tan polarizada como aquella. Fue, así se describió, un «pequeñoburgués demócrata» que desconfió de la revolución y sin embargo no dudó un segundo en ponerse de parte de la República cuando llegó la guerra.

Ni en Roma ni en Moscú

En el famoso prólogo de ‘A sangre y fuego’, ocho páginas que son una perfecta radiografía de su mirada ecuánime, que no equidistante, escribe: «Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, de ciudadano de una república democrática y parlamentaria». En esa imparcialidad sitúa Muñoz Molina su vigencia y modernidad: «Porque jamás se nos contó la guerra civil sin cegueras ni fanatismos como él lo hizo».

El jueves, en la Diputación de Sevilla, el inglés Anthony Jones Chaves, uno de los diez nietos del periodista, hoy dispersos por el mundo, presentó la obra como portavoz de su madre, Pilar Cháves, 100 años, y la única sobreviviente de los cuatro hijos del periodista que siguió la presentación a través de ‘streaming’ desde su casa de Marbella. Suele decirse que la tumba en la que descansa el reportero en Londres no tiene lápida. Jones asegura que la mejor lápida es esta edición: «Que llegue a todo el mundo para que puedan reflexionar, como mi tío Pablo, y tener su propio punto de vista».

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