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Teatro de exilios y memorias

El onubense José Luis Gómez, es hombre de teatro. Se formó en Francia y Alemania donde se profesionalizó como tal y se ejercitó como director de escena. En los años setenta, representando ‘Informe para una Academia’ de Franz Kafka recorrió escenarios españoles y latinoamericanos.

En el prólogo de este ‘Cuarteto español’, libro singular, reconoce que fue la visita de «una mujer de baja estatura y ojos vivos» y su marido tras su representación en ciudad de México de una obra de Peter Handke, la que motivó su acercamiento al exilio republicano español que se iniciara en la guerra civil con el golpe militar de julio de 1936 encabezado por Franco y Mola. La mujer bajita era Rosa Chacel, quién le agradeció su trabajo y el poder oír de nuevo y tan bien dicho «el español de España». La visita derivó en amistad y la escritora no paró de hablarle de «los refugíberos», los republicanos -tan bien acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas- capaces de salvar buena parte de las pinturas del Prado, crear obras literarias de singular belleza e iniciar nuevos caminos hacia el conocimiento y la libertad en medio de no pocas adversidades.

José Luis Gómez hizo suya aquella pasión para crear y representar cuatro espectáculos teatrales que se ha mantenido en cartel en La Abadía durante los últimos años y que ahora podemos apreciar en formato libro al darnos a conocer bajo los títulos de: ‘Azaña, una pasión española’; ‘Memoria de un olvido (Cernuda: 1902-1963)’; ‘Juan Ramón Jiménez. Diario de un poeta recién casado’ y ‘Unamuno: Venceréis pero no convenceréis’. Como escritores cultivaron desde la dramaturgia y la poesía hasta el ensayo y la novela. Todos murieron exiliados: Manuel Azaña quién, amén de ministro fue Presidente del Gobierno y de la Segunda República moriría en el exilio francés en 1939; Luis Cernuda, excelso poeta que se exilió en 1938 fallecería en México en 1963; Juan Ramón Jiménez, premio Nobel, nos dejaría en 1958 en San Juan de Puerto Rico y, Miguel de Unamuno, catedrático de griego y Rector e la Universidad de Salamanca, filosofo y ensayista, novelista y poeta, quién tras sus polémicas palabras en la conmemoración franquista del llamado «Día de la Raza» fue confinado sin miramiento a su edad, cargo y delicado estado se salud, desde ese 12 de octubre, hasta el fin de sus días en su propia casa de Salamanca, donde falleció de manera aún considerada misteriosa el 31 de diciembre de 1936 bajo estricta vigilancia ‘policial’ a cargo de un conocido falangista local que fingió ser amigo suyo.

Un ‘Cuarteto español’ que constituye, pues, una breve pero hermosa «antología» de los fondos textuales de estos cuatro autores, que nos emociona el leerlos ahora e imaginarlos puestos en escena por José Luis Gómez. Libro que es a la vez homenaje y arma para combatir el olvido; que es reconocimiento al impulso de aquellos representantes de una generación capaz de poner en pie desde las Misiones pedagógicas, a la Institución Libre de Enseñanza, de renovar la poesía y la escena, de ennoblecer el ensayo y la prosa como pocos escribidores lo habían hecho.

Se mantiene a lo largo del libro la intensidad, propulsada por impactos como el asistir a través de los textos de Azaña a la tragedia de la «retirada» de 1939: «Una muchedumbre enloquecida atascó las carreteras y los caminos. Paisanos y soldados, mujeres y viejos, funcionarios, jefes y oficiales, diputados y personas particulares…». Y el pesar de don Manuel que nos conmueve y señala con certeza: «Estoy persuadido de que la historia de esta guerra, de sus antecedentes y resultados, será una mixtificación y que las generaciones hoy vivientes nunca conocerán la verdad». ¡Cuanta razón tenía! También su persistencia en desarraigar la violencia pidiendo a los diputados (discurso a las Cortes de 15 de abril de 1936) que: «contribuyéramos lo suficiente para que se desarraigue entre nosotros la apelación cotidiana a la violencia física».

Los textos son desiguales. Más largos. Más espacio dedicado a los de Azaña y Unamuno que además de escritores tuvieron que ver con la política; no con la que pretendieron o soñaron hacer sino con la se encontraron e intentaron combatir.

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