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Colapso: apocalipsis en porciones

Jared Diamond. pd

Las palabras también están sujetas a modas y cuando creemos que alguna tiene el brillo especial que posee la realidad que nombra, entonces es imbatible. El apocalipsis nuclear se fue aplazando por muy buenas razones –para que luego digan que somos seres irracionales– y la vacante fue ocupada por el concepto Colapso que sólo suena ligeramente mejor. Colapso es el titulo de un libro de Jared Diamond pero también el de una serie francesa –’El colapso’– emitida por AMC. Con una ligera variante –Colapsología, que suena más profesoral – es el título de un libro de Pablo Servigne, ingeniero agrónomo y Raphaël Stevens experto en transición ambiental.

Hielo y virus

Entre el excursionismo familiar y el folklore urbano se nos colaron las marcas de una tragedia que bordeamos durante los días de glaciación. Los pronósticos del tiempo se cumplieron con puntualidad, nadie puede alegar un imprevisto. Para cuando las nieves se habían consolidado como tumba de hielo, ni se podía recurrir al vehículo privado ni se podía contar con el bus. Solo con el metro que en plena pandemia ofrecía imágenes de hacinamientos y propagaciones sin tasa. Más el castigo que al parecer merecíamos por nuestras ansias navideñas de vida social. Otro de los libros de Diamond se titula precisamente, Armas, gérmenes y acero.

Quince minutos de terror

La serie ‘El colapso’ de AMC ofrece historias mínimas en un formato elíptico de apenas quince minutos. Su atractivo es brutal y provoca ansia y frenesí. Nunca sabemos del todo quien es el villano porque basta que alguien pulse el botón o el gatillo de «irreparable» para que lo pueda ser cualquiera.

No es la primera vez que elaboraciones dramáticas o ensayísticas ponen el acento en la extraordinaria vulnerabilidad de nuestros sistemas de distribución y suministro, de los apoyos financieros y los medios de pago electrónicos, algo que forma parte de nuestra rutina diaria, pero que sin embargo puede colapsar en apenas unos días o minutos.

Cuando la gente asomó el hocico en la tormenta de nieve fue para renovar su vieja fe en el papel higiénico que también esta vez se agotó en el súper.

Como no teníamos bastante con el Covid-19 hubo que atender a las personas con problemas de hipotermia y a decenas de accidentados de todas las edades pero mayoritariamente maduros que patinaron sobre hielo y fueron ingresados en traumatología.

Rapa Nui y el Creciente fértil

El privilegio de una inundación lenta y gradual fue casi una exclusiva egipcia, nilótica. En las civilizaciones del Creciente fértil hubo que domesticar al Tigris y al Éufrates a través de una red de canales, acequias, brazos y azarbes. La red compleja desbravaba el ariete hidráulico, pero era muy sensible al abandono o descuido de manera que los viejos cajeros de las acequias acabaron cegados por las arenas del desierto, grandes aliadas del tiempo.

Los moai de la isla de Pascua sin duda querían mandarnos un mensaje, al menos eso parecía, pero durante varias generaciones preferimos las explicaciones más imaginativas de la mano de los extraterrestres y de los grandes constructores ciclópeos. Al final los nativos de Pascua agotaron los nidos de aves marinas y los árboles y palmeras de hasta dos metros de diámetro que necesitaban para construir canoas

Vikingos en el hielo

Tampoco tuvieron suerte los vikingos de Groenlandia y al final como anunciaban sus mitos todos fueron devorados por una ola de frío que petrificó por igual a dioses, diablos y héroes. Segundo principio de la Termodinámica. Cierto que pusieron bastante de su parte. Por alguna razón detestaban aquello que tenían más a mano y en abundancia –el pescado– y tampoco fueron capaces de buscar algún intercambio de técnicas con los inuit que habían colonizado con éxito la mayor parte de Groenlandia y cazaban con suma destreza ballenas, morsas y todo tipo de focas, incluidas las más escurridizas. Aquellos noruegos de los hielos desaparecieron de la historia ya cristianizados, con templos y obispo y una línea de cercanías a Terranova para cortar madera.

Tikopia, manual de uso

Uno de los casos más citados por Jared Diamond y la prevención del colapso es el de la isla de Tikopia en el Pacífico que, en apenas tres quilómetros cuadrados, ha sido capaz de sobrevivir al paso de los siglos aunque sea con el recurso a la contracepción y el infanticidio. Otras culturas de la Micronesia supieron poner el comercio de su parte de modo que los intercambios en el interior un grupo de islas, el de Pitcairn, no solo acercaban los bienes escasos sino que aumentaban los estímulos para la navegación y el intercambio.

Bien están los casos históricos conocidos y descritos con detalle, pero da mucho más miedo considerar los desastres que acontecen casi sin ser percibidos. Como aconteció la crisis de 2007 cuando descubrimos la desnudez de los bancos, los prestamos sin garantía, los riesgos sin cobertura, la codicia sin tasa. Y a Pedro Solbes de barquillero siniestro.

Los camioneros británicos acaban de descubrir que la policía comunitaria les puede arrebatar sus sándwiches de jamón de york sin derecho a compensación. Y en la misma semana, un grupo de majaderos asaltaron el Capitolio de Washington y causaron cinco muertos y, lo que es más grave, arruinaron más de dos siglos de usos y rituales democráticos que con razón son el orgullo del país más poderoso de la Tierra.

El colapso acecha.

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