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EL CAMINANTE

Las cuatro últimas y una más

Siento de vez en cuando el deseo imperioso de volver sobre las llamadas Vier letzte Lieder (Cuatro últimas canciones) de Richard Strauss. Son cuatro piezas para soprano y orquesta, cuyas letras corresponden en tres de los casos a poemas de Hermann Hesse y en uno, a Joseph von Eichendorff. El muniqués Strauss, sin relación familiar con los compositores vieneses del mismo nombre autores de valses, compuso grandes óperas, algunas de las cuales, como Salome, Elektra o El caballero de la rosa, son indiscutibles obras maestras. También escribió muy célebres poemas sinfónicos, como Don Juan, Una vida de héroe o Así habló Zarathustra. Las Cuatro últimas canciones, en su aparente sencillez, forman un perfecto conjunto y suponen una más de las grandes cimas de su obra.

Strauss compuso estas canciones en Suiza, adonde se había exiliado tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1948, cuando tenía 84 años. Primero escribió Im Abendrot (En el crepúsculo) sobre un poema del poeta romántico alemán Von Eichendorff. Después vinieron los tres de Hesse, cuya poesía adoraba el compositor. La idea, por otra parte afortunada, de hacer un ciclo con estas cuatro canciones no fue en realidad de Strauss, sino de Ernst Roth, que puso el título Vier letzte Lieder en la edición de Boosey & Hawkes, tras su estreno en 1950 en Londres, por Kirsten Flagstadt y Wilhelm Furtwängler con la Orquesta Philharmonia, cuando el compositor ya había fallecido.

Las cuatro obras destilan una profunda melancolía y se consideran el testamento musical del último gran compositor romántico alemán. Él estaba entonces exiliado, Alemania había sido en gran parte destruida y con ella los teatros de ópera que habían visto triunfar sus óperas. Aunque durante muchos años se consideraron sus últimas composiciones, en 1985 la soprano Maria Jeritza dio a conocer una quinta y última canción, Malven (Malvas), que Strauss le dedicó antes de morir y que fue estrenada ese año por Kiri Te Kanawa con Georg Solti al piano. Con ser interesante, no está a la altura de las otras cuatro.

De las numerosas grabaciones de las Cuatro últimas canciones prefiero la de Gundula Janowitz con Karajan, reposada y cantada con ese timbre celestial característico de la soprano berlinesa. Es una grabación de Deutsche Grammophon de 1974. El solo de violín de Beim Schlafengehen (Al ir a dormir), interpretado por Michel Schwalbé, que fue 30 años primer concertino de la Filarmónica de Berlín con Karajan, compite en belleza con el canto de Janowitz.

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