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Conoceréis la verdad (Jn 8,32)

A propósito del poemario Aceite para el alma de Ximo Albinyana (Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2021)

Conoceréis la verdad (Jn 8,32)

Ximo Albinyana regresa a la poesía espiritual con su libro de reciente aparición titulado Aceite para el alma. La obra, que va siguiendo el curso del Evangelio de san Juan, tiene la apariencia de hebras que destellan la fe del poeta. Esa fe vertebra el sujeto poético y da cuenta de la verdad que hace libre a su escritor.

La verdad de Albinyana es profunda y sencilla. Se resume en la perplejidad que le causa contemplar la humillación que se autoinfringe un Dios que se hace palabra para revelar que creer es vivir. En esa certeza se sitúa un libro que, sin ser un tratado de teología, es una experiencia teológica.

Por ello, la obra se revela no tanto como un comentario del texto joánico, sino más bien como el auténtico testimonio de un nuevo evangelista. En ese sentido, hay que destacar la franqueza de un poeta que se desnuda de todo artificio para convertir su palabra en un sí al Verbo encarnado.

En este evangelio el Jesús de Galilea y de Judea aparece como un hombre que mira cara a cara la realidad de sus discípulos para poderlos incorporar a la realidad celeste. Así sucede con Nicodemo, que limita la misericordia de Dios con la vara de los preceptos, las normas y las convenciones; así con la samaritana, que queda incorporada a la vida por el agua de una misericordia infinita; así, finalmente, con los extranjeros, a los que admite al banquete de la sanación por la fe.

Albinyana traslada esos tres episodios joánicos, en los que se manifiesta la universalidad del amor divino, al ámbito de lo cotidiano, y dialoga con sus protagonistas de antaño del mismo modo en que lo podría hacer con cada uno de sus lectores.

Ese es el principal mérito del libro: impregnar al lector de hoy con la esencia de una experiencia personal de fe que se ofrece sin rodeos a todo el que quiera acercarse.

Este propósito de asociar al lector a la experiencia del poeta se evidencia también en los poemas de milagro, en los que las curaciones de Jesús son el alimento de un escritor que se esfuerza por restaurar el sentido de aquellas en los paralíticos y en los hambrientos de hoy.

No podía ser de otro modo en una obra en la que se proclama que Jesús es “cada pregunta y su respuesta” (p. 55).

Desde esta perspectiva, el Jesús de Albinyana es el profeta de la nobleza del amor dispuesto a llenar de sentido todos los trances. Ese Jesús fructifica en forma de paz interior cuando el creyente lo acepta como guía. De esta manera, el poeta invita a todos sus lectores a estar atentos al momento en que Jesús les diga, como a Lázaro, “sal fuera” (p. 68).

En definitiva, nos encontramos ante una obra que logra hacer de la fe una experiencia cotidiana y que convierte la palabra poética en una invitación generosa a conocer la verdad de un poeta que, sin pompa ni boato, procura destacar lo que su vivencia singular tiene de universal.

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