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Monstruoso Prometeo

La obra maestra del excepcional Barry Windsor Smith, una historia épica de amor, horror y redención en el que el autor vuelca toda su maestría en el tratamiento de las viñetas e historia. Una de las novelas gráficas más intensas que jamás se hayan dibujado.

Monstruoso Prometeo

No resulta extraño el respeto que la figura de Barry Windsor-Smith levanta en el mundo del cómic: aunque su trazo estilizado y elegante está ligado de forma inexorable a una de sus primeras obras, Conan El Bárbaro, su larga trayectoria de más de cinco décadas en la industria avala una personalidad propia y de una coherencia irreprochable. Si sus primeras incursiones en Marvel evidenciaban su devoción reverencial por Jack Kirby, su rápida evolución en la creación de Robert E. Howard denotaba su inmensa capacidad de asimilación de influencias artísticas clásicas: el prerrafaelismo, el Art Nouveau, el grabado renacentista o el modernismo asoman claramente en un estilizado personaje que se aleja mucho de la rocosa y contundente versión que popularizarían después dibujantes como John Buscema. Una sensibilidad artística que reafirmó en su paso por el famoso y recordado colectivo The Studio, abriéndole las puertas de la admiración de la crítica y de una industria en la que sería omnipresente en los años 70 y 80, pero que no apagaría su necesidad de una expresión más personal que llegaría en la siguiente década y en el nuevo milenio con su trabajo para la editorial Valiant o en su personalísimo proyecto Storyteller, donde demostraría que había caminos para la fantasía y el género alejados de las modas mainstream, marcados siempre por un perfeccionamiento de su estilo de cuidado academicismo y su fluida narrativa. Una perfección manierista casi total que no solo hacía difícil que su estilo creara escuela (quizás el único dibujante que ha sabido asimilar sus enseñanzas haya sido P. Craig Russell) sino que se autoimponía un nivel de exigencia inalcanzable. Quizás por eso hayamos tardado casi 30 años en ver finalizada su obra más ambiciosa: Monsters (Dolmen Editorial, traducción de Francisco Pérez Navarro). Un proyecto que nació como una novela gráfica protagonizada por uno de los personajes más famosos de Marvel, el «gigante verde» Hulk, pero que poco a poco fue creciendo como un particular recorrido por la realidad social americana desde la ficción superheroica. Smith fusiona personajes como el Capitán América o Hulk para analizarlos desde la perspectiva de un fundacional mito prometeico reescrito en términos de cultura popular americana y de su historia social. La visión simbólica del superhéroe que nace de la segunda guerra mundial llega al mundo real envuelto en tramas históricas vergonzosas, como la incorporación de los científicos nazis a los proyectos de investigación americanos, creando un andamiaje perfecto para una ficción desde la que desarrollará una compleja estructura narrativa inversa, buscando las raíces de los problemas que vive la sociedad americana. Y desde ahí, el American Way of Life se convierte en una metáfora del mito de Prometeo que entronca fantasía con realidad, en una exploración que aflorará las patologías endémicas del racismo, machismo, homofobia, xenofobia… El miedo al otro como tóxica base de una construcción social que Smith analiza desde un trabajo gráfico espectacular, que no admite descanso durante las casi 400 páginas que conforman esta obra. Es cierto que la extensión y el afán casi enciclopédico de tratar todos los temas pasa factura en una obra que, además, se adentra en la experimentación con un arriesgada planteamiento de la arquitectura narrativa, pero el esfuerzo titánico de Smith y la honestidad a borbotones que destila Monsters nos hace olvidar rápidamente unos problemas que pueden ser resueltos con facilidad con una lectura fragmentada que, además, nos permitirá una mayor reflexión sobre las muchas ideas que plantea y, sobre todo, detenernos a disfrutar del despliegue de talento gráfico que hay en cada página. Desde la cuidada y minuciosa composición de la página hasta la puesta en escena de cada viñeta, donde el exquisito academicismo del trazo de Smith se equilibra a la perfección con el uso dramático de las masas de negro.

Sin duda, un perfecto broche para una de las trayectorias más reconocibles del cómic americano.

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