Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dimes y diretes fuera de campo

Un apasionante recorrido por las entrañas del Séptimo Arte, analizando quiénes fueron sus principales impulsores y cuáles sus secretos más recónditos.

Dimes y diretes fuera de campo

En el lenguaje del cine el «campo» el lo que se ve a través del objetivo de una cámara. En los libros de historia del cine al uso no se recogen, por lo general, sucesos, dimes y diretes que afectan a quienes se mueven en ese apasionante mundo de platós y películas. Todo lo más que consiguen es aparecer en letra menuda, en las notas a pie de página. Son o suelen ser «hechos», difíciles de documentar, dimes y diretes que quedan fuera de «campo»; es decir, metafóricamente, aquellos pormenores que el ojo de la cámara no ve.

Lo recogido en esas notas ocurre también en los mejores libros, en aquellos que instruyen y deleitan, no pasan de ser leyendas urbanas, simples rumores o pequeñas falacias que en su «rodaje» por los escenarios del chismorreo -un vicio demasiado humano- crecen, destrozando o reforzando, según versiones, la fama de las gentes que hacen cine, en particular de las estrellas más populares de la interpretación o de la dirección cinematográfica.

El cordobés Javier Ortega, escritor versado en el tema, que ha ejercido la crítica, ha publicado Eso no estaba en mi libro de historia del cine, un texto que recoge parte de lo dicho más arriba en el marco de una amena síntesis en torno a momentos estelares de la historia del cine y de sus figuras más representativas. Ortega tampoco pierde de vista a los inventores y precursores -padres de la evolución de un arte que se convirtió en industria y espectáculo-, a los géneros cinematográficos, el código Hays, la serie B o los rodajes «infernales» y las películas «malditas» ni a las grandes corporaciones que controlaban la producción, exhibición y distribución de películas. Exhibe con claridad y buen gusto sus preferencias, sin olvidar el cine español aunque reconoce la supremacía de Hollywood y de su star system, sobre el cine europeo y por extensión del mundial.

«Estados Unidos dota al cine del rango y de la significación que las sociedades modernas le atribuyen», escribe, pero «es preciso subrayar que ese cine (…) fue hecho en gran medida por europeos, por hombres y mujeres que nacieron y crecieron en la vieja Europa…».

Entre los precursores subraya la importancia de David Wark Griffith, «acérrimo partidario del Ku-Klux-Klan» e hijo de un coronel sudista. Sus películas El nacimiento de una nación e Intolerancia, hitos en el nacimiento del cine, supusieron una revolución técnica (la excelente noticia) a la par que cosecharon «numerosas condenas» y la repulsa de buena parte de la ciudadanía neoyorquina por sus exacerbados planteamientos racistas (la deleznable noticia). Sea como fuere, Griffith marca una época en la historia del cine junto a los cómicos Buster Keaton y el judeo-británico Charles Spencer Chaplin, alias Charlot, «el ser humano más celebre del planeta» por su magnífico cine y su defensa de humildes y menesterosos; por sus planteamientos humanísticos y su valerosa crítica al nazismo en momentos de su mayor auge… A estos nombres, Ortega añade y destaca el de Friederich Wilhelm Murnau por, entre otros méritos, su «libérrima» adaptación de la mítica novela de Brian Stocker, Drácula en su película, Nosferatu, estrenada en 1922.

Con particular interés he leído el capítulo dedicado a los directores donde trata a John Ford de «maestro de maestros» a Orson Welles como «genio del Renacimiento» a Hitchcock como el más célebre director, a Spielberg (el que dispone de mayor número de páginas) como «cazador de sueños y a mi querido Stanley Kubrick (el segundo en número de páginas dedicadas) como de «genio misántropo». No discutiré los juicios de valor sobre Kubrick y su cine. Son suyos y en buena parte los comparto. Cuando habla de El resplandor da pábulo a la chismografía al afirmar que «la película contiene mensajes ocultos sobre el Holocausto» o que, «la llegada del hombre a la Luna fue una invención». Remata recordando que 2001.Una odisea del espacio fue estrenada en 1968, tan solo un año antes del alunizaje…

No puedo aprobar sin más la información que maneja el autor ante afirmaciones de este calibre. Lean el libro y juzguen por si mismos.

Compartir el artículo

stats