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EL CAMINANTE

Cobardes ante el peligro

«Un año sin verte», dice Helen Ramírez. «Sí, lo sé», responde el sheriff de Hadleyville, Wil Cane. Son unos inmensos Katy Jurado y Gary Cooper, que pronuncian las únicas siete palabras en español en la película de Fred Zinnemann Solo ante el peligro (High Noon, 1952). Acabo de volver a ver esta obra maestra en la restaurada copia que ofrece Filmin, con alta definición y espléndido sonido. A punto de cumplir 70 años, conserva su fuerza y mantiene intacto el atractivo este innovador western psicológico, que consiguió cuatro Oscars: actor (Gary Cooper), canción original, banda sonora y montaje.

Una de sus grandes novedades fue la utilización del tiempo: La acción se desarrolla en los 80 minutos que transcurren entre los momentos finales de la boda de Kane con Amy (Grace Kelly) hasta la llegada del tren en que llega al pueblo el criminal Frank Miller, a quien Kane detuvo y fue encarcelado, pero que quiere vengarse tras ser liberado. Tres compinches lo esperan en la estación. El sheriff se había retirado y pensaba marcharse, pero al saber que viene Miller recupera su estrella y decide hacer frente a los forajidos.

La película describe la angustia del paso del tiempo, con periódicas imágenes de relojes que marcan la hora, mientras su ayudante y el juez abandonan a Kane, que no consigue reclutar a nadie para hacer frente a la amenaza que se acerca conforme transcurren los minutos. La grúa que levanta la cámara y muestra en un gran picado la soledad del sheriff en medio de un pueblo desierto, poco antes del combate, ofrece el plano más suntuoso en una película de sobrio lenguaje, dominada por la continua imagen de un angustiado pero sereno Gary Cooper.

Solo ante el peligro es la afortunada obra maestra de dos norteamericanos, el productor Stanley Kramer y el guionista Carl Foreman; un austriaco, el director Fred Zinnnemann, y un ruso, el compositor Dimitri Tiomkin, que tienen en común sus orígenes judíos. Do not forsake me, oh my darlin, canta Tex Ritter en los títulos de crédito iniciales y eso impuso la moda de las baladas country en las películas del Oeste. La canción, escrita por Tiomkin, es utilizada con inmensa maestría por el compositor como wagneriano Leitmotiv a lo largo del film.

La obra fue considerada una parábola de la caza de brujas que llevó a cabo el senador anticomunista McCarthy, y el propio Carl Foreman estuvo después en la lista negra. En realidad trata de algo desgraciadamente muy actual y cotidiano: alguien que pretende seguir sus principios éticos ante una difícil empresa y ve cómo los que consideraba fieles amigos se desvanecen en la cobardía y se deslizan hacia la traición.

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