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Humor y diversidad auditiva

Antoni Abad muestra en forma de videoinstalación en el Centre del Carme Cultura Contemporànea el resultado del proyecto para elaborar una geografía de las lenguas

Humor y

El dialogo humorístico es un método de comunicación y comprensión, un recurso para facilitar el autoconocimiento, además de para desarrollar la empatía. La comicidad lúdica muchas veces se utiliza a modo de crítica sutil a algún aspecto de la vida, pero también para mejorar las habilidades sociales.

Nuestra lengua y la lengua de signos interaccionan entre sí, se cruzan y componen una misma realidad. Para el común de los oyentes el colectivo de personas con diversidad auditiva se expresa empleando un sistema con el que no están familiarizados. Esta brecha comunicativa, atajada por las nuevas tecnologías, se aborda desde el arte contemporáneo con ánimo de fomentar la integración real.

Hasta el 27 de junio puede visitarse en el Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) la exposición DEAF.City del artista Antoni Abad (Lleida, 1956). Se trata del resultado, en forma de videoinstalación, del proyecto que ha desarrollado con la colaboración de la Federación de Personas Sordas de la Comunitat Valenciana (Fesord), a través de la convocatoria CoSSos (Comunidades de Saberes Subalternos) del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.

Señalando la importancia del sentido del humor en nuestra capacidad comunicadora, este proyecto presenta la proyección de piezas inéditas en formato vídeo en las que siete personas con diversidad auditiva nos explican una treintena de chistes y anécdotas que han elegido ellas mismas, con las que retratan las relaciones entre sordos y oyentes.

Las vemos sobre fondo blanco y subtituladas en valenciano, castellano e inglés. Van vestidas con su ropa de diario y portando un micrófono que amplifica la sonoridad del movimiento de los labios, las manos a la altura del rostro, los sonidos guturales y la expresión oral de algunas personas sordas. Su gramática se apoya en los gestos.

Están filmados a un tamaño que contrasta con lo minimizados que solemos encontrar a los traductores que, a la inversa, signan lo que oyen en tiempo real durante algunos programas de televisión. Aquí seguimos cada gesto a gran escala, el tamaño confiere cierta solemnidad nada azarosa.

A menudo repletas de cómicos malentendidos, las historias que cuentan los protagonistas son elaboradas en función de los códigos culturales de su entorno. Por eso la serie que da título a la muestra está acompañada de dos vídeos rodados anteriormente, aunque producidos para la ocasión y que contienen conversaciones entre sordos preguntándose por las situaciones cotidianas que más les preocupan o que más disfrutan.

A través del arte se demuestra a la sociedad que la lengua de signos aporta riqueza lingüística, que es necesario consolidar los derechos de las personas sordas y darles visibilidad. El trabajo de Abad es pedagógico, respetuoso, estéticamente atractivo y comprometido con una sensibilidad de carácter activista. Reivindica que la comunidad sorda necesita manifestaciones visuales en el espacio público.

¿Por qué no se aprende lengua de signos mayoritariamente en las escuelas? El artista deja que el público elabore sus propias preguntas y observe la inteligencia colectiva que transmiten en su conjunto los testimonios. La lengua no hablada tiene sus dialectos, Abad muestra en el CCCC el más cercano y se propone ampliar el proyecto para elaborar una geografía de las lenguas. Ya que estas, como es sabido, vertebran un territorio intangible.

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