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EL CAMINANTE

Lejos de Berlín

Lejos de Berlín

En 1990 la Orquestra de València dejó el adjetivo «Municipal», que le aportaba pedestre oficialismo. El Cor de València, fundado con ese bello nombre en 1987, siguió después el camino inverso, y los responsables políticos acordaron llamarlo Cor de la Generalitat Valenciana. Con independencia del poco acierto de esa decisión, el conjunto ha venido manteniendo una extraordinaria calidad en sus intervenciones en las producciones operísticas del Palau de les Arts y en otras muchas en diversos países, bajo la batuta de prestigiosos directores.

Lamentablemente, el celo por colocarle el nombre de la Administración autonómica no llevó parejo el interés por hacer fijos a sus miembros. Aunque pasaron exigentes controles de entrada y han dado sobradas pruebas de calidad, siguen siendo tan interinos como el primer día. La huelga de protesta del Cor ha dado al traste con la Novena sinfonía de Beethoven que iba a interpretar con la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Un excelente conjunto sinfónico, aunque sensiblemente diezmado con respecto a sus orígenes, también con nombre oficialista. Los cantantes protestan, con razón, por la injusticia de tener que enfrentarse ahora a oposiciones abiertas sin reconocer su trayectoria y derechos adquiridos.

El Palau de les Arts se inauguró a lo grande en 2005, en los años del derroche y los grandes proyectos. Se trajo a València no a uno sino a dos de los más cotizados directores de orquesta del mundo, y se fundó una orquesta de jóvenes y brillantes músicos tras audiciones por todo el mundo. Los pies de barro de ese gigante quedaron a la vista poco después, cuando se rebajó el sueldo de los músicos, la orquesta quedó diezmada, se marchó Lorin Maazel y Zubin Mehta fue despedido. De la época de la pólvora de rey el Cor solo recibió su institucional apellido, porque sus miembros han llegado hasta hoy sin ver reconocida la estabilidad.

El mal endémico es el poco interés, cuando no franco desprecio, por la música que muestran los políticos encargados de gestionarla con palmaria ineptitud. La crisis del Cor señala que, pese a las esperanzas puestas en la dirección artística de Jesús Iglesias, el proyecto del Palau de les Arts tiene serias deficiencias estructurales. Y la calamitosa situación del Palau de la Música, que fue buque insignia municipal de la cultura, dos años ya cerrado desde el hundimiento y con la orquesta en triste peregrinaje, no invita al optimismo en una València que pretende enarbolar la música como bandera.

Mientras, cabe celebrar que la Filarmónica de Berlín anuncie en su programación 2021/22, la presencia del valenciano Gustavo Gimeno, estrella ascendente de la dirección de orquesta. Pero Berlín está a 2.200 kilómetros de Valencia. Y musicalmente a años luz.

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