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Cartas a Mercedes

Obra inédita de Miguel Espinosa, uno de los grandes escritores españoles, con obras como «La fea burguesía» o «Escuela de mandarines». Más de 400 cartas, notas, postales, telegramas y otros que escribe a su musa

Cartas a Mercedes

Miguel Espinosa (Caravaca 1926 - Murcia 1982), licenciado en derecho, trabajó en negocios de comercio exterior y como asesor jurídico de varias empresas. Fue escritor de una obra escasa e intensa: Escuela de mandarines; Tribada. Theologiae Tractatus; Asclepios, el último griego; La fea burguesía.

La publicación de Cartas a Mercedes revela la intensidad de la relación amorosa e intelectual de Espinosa con la joven segoviana que conoció en su juventud y que le inspiró hasta el final de sus días. La recopilación de las misivas puede dividirse -como sugiere su hijo y editor- en tres épocas:

En la primera, que abarca de 1956 a 1972, Miguel Espinosa, de veintiocho años, mantiene a dos familias (esposa y dos hijos, madre y tres hermanas) y conoce, en 1954, a Mercedes Rodríguez, de veintidós de edad, segoviana venida a Murcia con el propósito de terminar la carrera de Química. Hacia 1956, cualquier posibilidad de vida en común pasa por la obtención de unos ingresos que le permitan sostener a tres familias. Mercedes debe esperar al cumplimiento de semejante condición, presentada como posible.

La segunda época se extiende de 1973 a 1976, años en los que tendrán lugar dos hechos decisivos: Espinosa sufre en infarto de miocardio en junio de 1974, y la publicación, meses más tarde, de Escuela de mandarines, su obra maestra. En la tercera época -1977 a 1981- Miguel Espinosa recupera a Mercedes como la interlocutora y confidente de siempre; y también como personaje; es más: como coautora de su libro último publicado, en cuyas páginas incluye párrafos completos de cartas suyas.

En sus misivas Espinosa mezcla peripericias económicas, entusiasmo amoroso o escolios filosófico-literarios a propósito de la novela que está escribiendo. Por ejemplo: «hasta el presente, el Poder ha sido estudiado de manera metafísica, y de manera teológica, o de manera jurídica. Yo lo estudio de manera natural, y uso el método de las ciencias naturales» (17 julio 1956).

Muestra un gran aplomo y erudición sobre las más diversas cuestiones artísticas o sociales. Sus observaciones sobre la música de Bach, hacen pensar que tal vez conocía esta afirmación de Stravinsky: «en las obras de Bach puede percibirse el olor a resina de pino en sus violines y el sabor de la caña silvestre en sus oboes».

Comparte la distinción que establece Ernst Cassirer en su Antropologia filosófica, entre un auténtico escrito y un sentimental que escribe (espécimen éste abundantísimo). Por eso le pone de los nervios la literatura de Anaïs Nin, por ejemplo. Espinosa llama «elaborar» a una facultad del buen escritor por la que transforma la inmediatez de la sensación en mediación intensa y autónoma.

Mencionemos el inicio de alguna de sus misivas amoroso-teóricas:

Murcia, 17 agosto 1973: «Querida Mercedes: Llamo significado transitivo a la comparecencia de un objeto intemporal que se revela como mundo mismo. Este objeto no aparece como complemento de ningún verbo, a la manera del objeto temporal ‘manzana’ frente al verbo coger, sino como el verbo mismo (…). Muerte, existencia, gozo, melancolía, culpa, Mercedes Rodríguez, etc. son significados intransitivos u objetos intemporales: los Algos que se muestran como mundo».

Estas cartas de reflexiones platonizantes están encabezadas, en ocasiones, por el siguiente marbete comercial: «Miguel Espinosa. Corredor de frutas y verduras. Conservas. Avenida Muñoz Grandes, 10, Murcia. Patatas, alcachofas, cebollas, lechugas, naranjas, limones, y otras frutas y verduras».

Otras curiosidades retrospectivas son las formas incipientes de modalidades mandarinescas en el estamento universitario: «Mi hijo Juan se encuentra en Valencia estudiando Filosofía pura. Sus compañeros y compañeras, caricaturas totales, abuchean al profesor cuando nombra la palabra Dios, siquiera como signo lógico o como límite de una serie gradual. ¡Piensa que esto ocurre entre futuros filósofos! Uno de sus compañeros, naturalmente barbudos, se levantó en clase de Metafísica para proponer que se suprimiera la asignatura así llamada y se sustituyera por otra, llamada ‘Saber del Marxismo’» (…). «Creo que mi hijo sufrirá con los profesores y con los alumnos» (Murcia, 11-11-1971).

Cuando su musa y amor central de su vida se ha casado con otro, se han crispado sus relaciones y Miguel Espinosa ha publicado su obra maestra, escribe cartas de este cariz: «Te enviaré cuantas noticias vayan apareciendo sobre Escuela de mandarines, ya que, aunque Francisco Guerrero Sáez reciba hoy del Caudillo y Generalísimo de los ejércitos, no podrá impedir que no te haya conocido en 1954 y que, desde entonces, hayas sido una constancia de mi carácter y un mi modo de ser. Dios me perdone y la Guardia Civil, si peco con mis palabras, más creo, desde la razón universal, que ni el Generalísimo mismo, aun mandando tanto y tan poderosos y temidos ejércitos puede reformar, desde este presente, ese pasado». (Murcia, 4 mayo 1975)

En 1991, en una entrevista que se le hizo, Mercedes Rodríguez decía: «He tenido a lo largo de mi vida, escasamente dichosa, un momento, un largo momento de luz: mi relación con Miguel Espinosa. He tenido esa suerte, aunque suerte sea una palabra muy frívola». Esta destinataria, durante 30 años, de las misivas del Miguel Espinosa, fue hija de un médico rural de Valle de Tabladillo (provincia Segovia); se casó con el diplomático Francisco Guerrero Saéz; murió en Madrid en 2018, a la edad de los 86 años.

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