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EL CAMINANTE

Hartmann, la premonición del desastre

La violinista y compositora Patricia Kopatchinskaja (1977) es una de las figuras más interesantes del panorama musical. Dedicataria del Concierto para violín de Francisco Coll, lo acaba de grabar para el sello Pentatone, con la Filarmónica de Luxemburgo dirigida por Gustavo Gimeno. Los valencianos Coll y Gimeno han logrado una gran proyección internacional y no es sorprendente que cuenten con la compañía artística de Kopatchinskaja, quien participa con la chelista Sol Gabetta en otro disco de Coll, Plaisirs illuminés (Alpha), también aparecido este año.

Kopatchiskaja suele vestir sobre el escenario de manera poco convencional y acostumbra a desprenderse de los zapatos para tocar. Más allá de la anécdota, su singularidad estriba en el impresionante dominio técnico, unido a la permanente voluntad de innovación. En marzo de 2019 tocó con la Filarmónica de Berlín el Concierto para violín de Arnold Schoenberg. Esta obra, de gran virtuosismo y extrema dificultad, es muy poco frecuentada. El compositor solía decir, en tono de broma, que para tocarla el solista necesita tener seis dedos en la mano izquierda.

En los conciertos que hoy y mañana celebran los Berliner Philharmoniker en la capital alemana, bajo la dirección de Kirill Petrenko, Kopatchiskaja interpreta otra obra del repertorio que se suele tocar poco: el Concerto funebre de Karl Amadeus Hartmann (1905-1963). Con una producción considerable, que incluye ocho sinfonías y la ópera Simplicius Simplicissimus, Hartmann es uno de los más claros ejemplos de lo que se ha dado en llamar exilio interior, ya que se negó a colaborar con el régimen nazi y a que sus obras fueran interpretadas en público en los años de Hitler.

El Concerto funebre, aunque revisado en 1959, fue compuesto en 1939 a raíz de la invasión alemana de Checoslovaquia. La obra, de marcado carácter elegiaco, es una premonición del monumental desastre que se cernía sobre el mundo. Su sentido premonitorio me recuerda un gran cuadro de Salvador Dalí de 1936, Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la Guerra Civil), de tremenda expresividad. Las payasadas franquistas posteriores de Dalí no le quitan un ápice de fuerza dramática.

Hartmann era socialista y muchas de sus obras están relacionadas con el nazismo y sus crímenes. De entre ellas, la que ha logrado más difusión es este bello concierto de violín. Su estilo compositivo es muy personal. Alejado del serialismo, tiene sus raíces en la tradición estética romántica, para conformar una expresión de gran modernidad sin abandonar el protagonismo de la melodía. Cuenta con un buen número de grabaciones discográficas. Me parecen muy interesantes la de Wolgang Schneiderhan con Rafael Kubelík (Orfeo), la de Isabelle Faust con Christoph Poppen (ECM) y la de la propia Kopatchinskaja con Camerata Bern (Alpha).

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