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La mentira se dice de muchas maneras en la era de la posverdad

Una parte de este libro se ocupa de precisar el concepto mismo de mentira y sus vínculos con otros conceptos cercanos, como el engaño, la verdad y la falsedad.

La mentira se dice de muchas maneras en la era de la posverdad

Un fantasma recorre el mundo del periodismo, de la política, de las redes, de la vida social: el fantasma de la posverdad. Recordemos que este neologismo se convirtió en la palabra del año 2016 por el diccionario Oxford, ante la popularización de su uso en el contexto de la votación del Brexit y las elecciones que ganó Donald Trump en Estados Unidos. Para un primer acercamiento al significado básico de la posverdad, podemos decir que post-truth apela a las emociones y a las creencias que influyen más en la formación de la opinión pública que los hechos que quieren ser vistos con una perspectiva objetiva.

En la actualidad hay dos maneras de entender la posverdad. Por un lado, hay quienes subrayan que la posverdad es más que una mentira, y por otro, son también muchos los estudiosos que señalan que la posverdad es una distorsión deliberada que manipula emociones, por lo que, en realidad, son mentiras, es decir, lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar.

Sea como fuere, es la mentira lo que da significado al término de posverdad. O, en todo caso, hablamos de dos conceptos: mentir y engañar. Precisamente, son estos dos conceptos la base de este libro de Tobies Grimaltos y Sergi Rosell. Dicho de manera sucinta, sus autores han logrado hilvanar un magnífico ensayo con el que se materializa un estudio concienzudo y riguroso que describe las distintas (múltiples) formas de engaño, su naturaleza y su significación moral y social.

La base de todo es la consideración de que tanto la mentira como el engaño (y otros vínculos como la sinceridad, la creencia y los diferentes actos de habla) son amenazas dado el hecho de que los ciudadanos dependemos, de manera irremediablemente, de que lo que demás nos dicen.

Pero Grimaltos y Rosell no se quedan en generalizaciones simples, sino que realizan múltiples matizaciones como, por ejemplo, cuando dicen que la mentira también cumple una función social quizá inevitable, de ahí que se pregunte si la mentira es siempre peor que otras formas de engaño, o solo lo es si lo son las motivaciones y los propósitos. Subrayando el papel de la intención.

Mentiras descaradas

Más allá de este interesante desglose -en el que no faltan ejemplos, que hacen la lectura más amena-, quisiera resaltar el último capítulo en el ensayo que reflexiona sobre los que H. Frankfurt ha denominado «bullshit». Un concepto que, como reconocen los autores, es difícil de traducir, pero no de interpretar. Con esta noción, Frankfurt está queriendo decir que la posverdad no es una mera mentira, porque la mentira se puede desmentir. Lo cual no es tan fácil con la posverdad, porque esta se nutre de un uso intensivo de las técnicas y del marketing, confiada en el poder de la superstición y la credulidad. Así es: si el mentiroso es consciente del peso de la verdad, también lo es de su mentira; sin embargo, al «bullshitter» no le intranquiliza la verdad, le es indiferente, y solo busca impresionar. No le importa si lo que se narra describe la realidad, y más bien la inventa para alcanzar su propósito: persuadir de un aparente hecho con el fin de destruir al adversario.

Esa es la actitud de quienes en sus discursos abusan de la confianza del público fingiendo que se preocupan por la verdad de lo que dicen. El peligro de esta ruptura de las máximas conversacionales, retrotrayendo la mirada ya clásica de Hannah Arendt, es que la mentira deje de ser un proceso subjetivo, para convertirse en un proceso sistémico de la política y de los medios.

En suma, un interesante y orientador estudio (escrito al modo de la mejor filosofía del lenguaje), que nos señala que la mentira se puede decir de muchas maneras, y más cuando se pierde el valor de la verdad, o del conocimiento, pues ese último es el significado real de esta perdida.

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