Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Emociones de JRJ

El texto que Juan Ramón Jiménez tituló ‘Diario íntimo’ son textos líricos en prosa y verso publicados según su cronología, donde se recogen las vivencias y reflexiones del poeta en Madrid entre el 28 de octubre y el 27 de noviembre de 1903.

Emociones de JRJ

Pese a los vanos intentos de los mal llamados poetas realistas, Juan Ramón Jiménez nunca ha dejado de influir ni de interesar. Y lo ha hecho de múltiples modos. Ahí están para demostrarlo el excelente libro Ecos de una voz. La amistad traicionada: Juan Ramón Jiménez y la generación del 27, de José Antonio Expósito, la reciente edición de Pureza, hecha por Rocío Fernández Berrocal, y este impecable Diario íntimo, textualmente restaurado y contextualizado por la gran estudiosa Soledad González Ródenas, conocedora, como pocos, del mundo personal y poético del mejor poeta español del Siglo XX. Su Diario íntimo -que Ricardo Gullón había dado a conocer en 1988 en la revista Peñalabra y que ahora, debidamente subsanado de los errores que en aquella primera edición contenía- cubre una extensión de tiempo muy concreta- del 28 de octubre al 27 de noviembre de 1903- y permite asistir y asomarnos al Madrid de principios de siglo tal como éste se presentaba ante los ojos de un joven poeta de veintidós años, hiperestésico, retraído y obsesionado por la continua presencia de la muerte y los atractivos misterios del amor, que se proponía «escribir todas las noches las emociones y los paisajes de los días» de su vida no sólo literaria sino también sus «aventuras de toca blanca», como llama a los escarceos que mantuvo con las monjas y a «la blancura de sus carnes no vistas - hasta cierto punto también- bajo el hábito negro». Describe con poética precisión plástica atardeceres, jardines solitarios, fuentes y penumbras («Una luna japonesa nace, grande y triste, sobre los árboles sin hojas»); relata su amistad con el pintor Emilio Sala, Jacinto Benavente, Valle-Inclán, Alejandro Sawa, Villaespesa, los hermanos Machado, el matrimonio Martínez Sierra; da cuenta de sus lecturas del semanario alemán Jugend y de los poemas de Amado Nervo, que le parecen discretos, «con blancura de sustancia gris, de plata de idea, nunca con oro de sentimiento»; y comparte importantes momentos con médicos y científicos como Simarro, Achúcarro, Madinaveitia y Rodríguez de Sandoval, al tiempo que descubre la prosa de Azorín y de Icaza. No oculta su desdén hacia Salvador Rueda, Pérez de Ayala, Mariano Benlliure, Agustín Querol, Luis Morote o Julio Cejador, lamentando que «En España la gente va en camino de la imbecilidad más perfecta». Define a Llanas Aguinaledo como un «farmacéutico rosa y mate», y valora el cuadro «Calvario de Sagunto a la caída de la tarde», de Santiago Rusiñol, al que pone por encima de Sorolla, Zuloaga, Sala, Bilbao y Casas. Los facsímiles de las cinco páginas manuscritas a tinta y de las cincuenta y seis manuscritas a lápiz y tinta, ordenadas por el poeta, y de las que se han perdido la 57 y la 58, testimonian la dificultad de un texto así, cuyas páginas 4 a 14 y 60 a 61 se conservan en el Archivo Histórico Nacional, mientras que de la 15 a la 59 se custodian en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Soledad González Ródenas no sólo ha sido capaz de transcribir y articular este intrincado texto sino que ha sabido, además, ilustrarlo con imágenes y fotografías de muchas de las personalidades que en él aparecen, así como de enriquecerlo con otros del poeta con los que guardan clara relación. Diario íntimo es una crónica del mundo intelectual de la época, pero también - y en grado no menor- del poeta todavía in fieri que Juan Ramón Jiménez entonces era. En este sentido el influjo del doctor Simarro es por completo determinante, como lo es también el de Francisco Giner de los Ríos: el primero le hará conocer la filosofía de Spinoza y la diferencia entre sentimiento y sensación, tan importante para los simbolistas; el segundo será determinante en lo relativo a su ética-estética. Felicísimo hallazgo es la inclusión aquí, en los apéndices, de «Comentario sentimental. El té», publicado en La República de las Letras el 22 de julio de 1905 y en el que se ven ya atisbos de esa radical renovación de la prosa que trajo consigo Juan Ramón. Basten, como prueba, estos ejemplos: «El té tiene un secreto de crepúsculo; es indeciso y es brumoso; da alas y pone un vestido rojo al corazón» y «La luz nieva bien sobre la sombra». Su autor trajo a nuestras letras más sombra que luz y tanta ética como estética. Lo mejor que se ha escrito en nuestra lengua procede directamente de él.

Compartir el artículo

stats