Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿Existen crímenes de guerra?

No se sabe cómo terminará el conflicto entre Ucrania y Rusia, pero si Putin sigue teniendo el respaldo mayoritario de los rusos y sus aliados, será difícil que se le condene.

Militares rusos custodian un paso fronterizo en Mariupol. efe/epa/s.i.

¿Es posible eliminar las guerras como método para solucionar los conflictos humanos? Kant así lo creía y lo escribió en 1796 en La Paz Perpetua, cuando Europa se transformaba por la Revolución Francesa y el filosofo veía un signo inequívoco de que una nueva era comenzaba para la humanidad. Una nueva moral se instauraría y provocaría una paz permanente entre los Estados. Si estos han conseguido en su territorio lograr la seguridad de los ciudadanos, el paso siguiente consistirá en un acuerdo entre ellos para establecer un mundo sin guerras. Y ello surgirá por la propia naturaleza humana que superará la fase en que los seres humanos necesitaron de la guerra para establecerse en la tierra como una forma de trabar relaciones entre ellos. Era, por tanto, un estadio necesario de la evolución natural para alcanzar esa paz perpetua que ya se avecinaba mediante el dominio definitivo de la razón, con la constitución de una federación de naciones. La naturaleza provoca el problema y la solución en su proceso evolutivo. El optimismo kantiano no se corresponde con lo ocurrido desde el siglo XVIII al XXI. Tal vez tres siglos es demasiado poco tiempo para que se llegue a la paz duradera, teniendo en cuenta que los procesos históricos son parecidos a los geológicos y todavía se está en el camino.

Lejos de Kant, Hegel consideraba que lo sustancial eran los Estados y la capacidad de estos para sostener económica y militarmente su independencia porque los tratados entre ellos son siempre papel mojado, que solo sirven como engaños para esperar el momento de atacar al otro cuando este exija un derecho que no puede admitirse. Es entonces cuando la guerra es el único método para dirimir el conflicto y solo se soluciona cuando el Estado más fuerte impone su ley por la fuerza militar. Por tanto, es imposible prescindir de ella para el mantenimiento de la independencia del Estado, y provoca que los ciudadanos se desprendan de su singularidad para ponerla al servicio colectivo de la defensa del mismo, incluso sacrificando su propia vida. De esa manera la esperanza de Kant de una Federación de Estados se le antoja irrealizable y contraria a la propia existencia del Estado, donde los individuos encuentran su identidad, y en estas circunstancias no puede eliminarse la competencia entre ellos. Solo cuando se imponga el espíritu universal del mundo y desaparezcan los estados podrá instituirse la paz perpetua, pero mientras, la guerra está garantizada. (G. W. Hegel La constitución de Alemania, México, 1942)

En estas dos interpretaciones, con sus matices correspondientes, oscilan los análisis sobre cómo llegar a la paz entre los pueblos: o ponerse de acuerdo entre los Estados para imponer una paz permanente, o aceptar que la guerra es inevitable mientras existan aquellos. Los intentos, por ejemplo, de la ONU de establecer un orden universal que evitara la guerra después de la II Guerra Mundial hasta ahora no ha tenido mucho éxito. Incluso los intentos de eliminar acciones que vayan más allá de la lucha armada entre los ejércitos se antojan persuasivas para aminorar las crueldades. Establecer una legislación sobre los calificados crímenes de guerra, como ocurrió en Nuremberg con los líderes nazis, solo es posible cuando existen condiciones por la derrota de uno de los ejércitos, o presiones económicas internacionales para sostener la pervivencia del Estado, como en Serbia o Bosnia-Herzegovina en la guerra de los Balcanes. La guerra no conoce elementos de piedad o de reconocimiento de comportamientos límites que superen acciones de crueldad, por muchos acuerdos establecidos en Ginebra después de la I Guerra Mundial, o las calificaciones jurídicas de genocidio o crímenes contra la humanidad. La destrucción del enemigo en todas sus dimensiones, sean combatientes o no, es la norma de comportamientos de los ejércitos. Resulta ingenuo hablar de guerras justas o injustas, o de condenas a los calificados de crímenes de guerra para resaltar las atrocidades del enemigo en la lucha por dominar el relato de la propaganda. La guerra es en sí un crimen permanente que conlleva destrucción de todo lo que pueda favorecer al enemigo, aunque ello suponga la muerte de mujeres, niños o ancianos no combatientes, porque ello forma también parte de la estrategia. No se sabe cómo terminará el conflicto entre Ucrania y Rusia, pero si Putin sigue teniendo el respaldo mayoritario de los rusos y sus aliados, será difícil que se le condene por crímenes de guerra. Aunque se podría utilizar el método de los israelitas con Eichmann, el criminal nazi, para juzgarlo fuera de Rusia.

Compartir el artículo

stats