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La agonía de Francia

La agonía de Francia

Como si fuera un exorcismo, vuelvo a leer La agonía de Francia, de Manuel Chaves Nogales (Libros del Asteroide). Inquieto como estoy ante lo que pueda suceder mañana, me digo que aunque ya pasó, la historia no tiene que volver a repetirse, ni siquiera «una vez como tragedia y la otra como farsa», tal como, con larga ironía, escribió Karl Marx en El 18 brumario de Luis Bonaparte.

Chaves Nogales vivió en primera persona aquella tarde de domingo de 1940 en que murió Francia, cuando el mariscal Pétain capituló frente al Tercer Reich alemán, ante «la indiferencia inhumana de las masas». Si hasta entonces Francia era una creación espiritual conseguida a base de siglos de civilización y de lucha contra la barbarie, dice, su defección ponía fin al mito de la libertad. «Francia se ha suicidado» y al suicidarse, subraya, «ha cometido además un crimen inexpiable» ante las masas de europeos exilados que acudieron a ella por devoción al mito de la democracia. El republicano Chaves Nogales era uno de esos exilados. «Era la segunda patria que perdíamos», escribe amargamente.

La sociedad francesa vive de nuevo enormes fracturas. El hundimiento empezó a vislumbrarse un domingo de mayo de 2005, cuando los franceses dijeron no en un referéndum a la Constitución Europea, el intento más ambicioso de ir más allá del euro e institucionalizar una Europa política. En aquel momento los socialistas se dividieron y algunos de sus dirigentes, como Jean-Luc Mélenchon, que entonces militaba en sus filas, votaron en contra, como lo hicieron también simpatizantes de la extrema izquierda y el entonces líder del Frente Nacional Jean-Marie Le Pen.

Mélenchon ha dicho que no hay que votar al Frente Nacional, pero, con calculada ambigüedad, no ha dicho que haya que votar a Macron y, de hecho, según las encuestas sólo un tercio de sus votantes, lo hará. Existe el peligro de que algunos apoyen a Le Pen o de que su abstención acabe por auparle a la Presidencia de la República.

En el aire se percibe un cierto aroma de fin de época. Las dos grandes formaciones que han gobernado la V República han sido barridas del mapa electoral. Jean-Claude Milner en el recentísimo ensayo, La destitution du peuple (Verdier), analiza como una parte del pueblo (chalecos amarillos, antivacunas…) se considera el pueblo, se juzga soberano, cuestiona la legitimidad constituida y pretende imponer su poder en nombre de la libertad personal, frente al derecho, la política y las instituciones. Lo que conduce al «rencor del todos contra todos» que abre la puerta a las dictaduras. Sería una nueva agonía de Francia y con ella, la muerte de Europa. Ojalá me equivoque y no sea ese el nuevo escenario.

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