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Tania Panés, la poeta callejera que encuentra inspiración en Eivissa

En los últimos ocho años ha escrito a máquina «más de 30.000 poemas», que improvisa en pocos minutos.

Tania Panés en el Portal de ses Taules, ayer, con su Smith Corona de 1926. | VICENT MARÍ

Tiene tres libros publicados. Primero fue la novela, El arlequín sentado. Además, un relato suyo, Donde nadie nos quiere, fue ganador de la XXIX edición del premio Ana María Matute de Relatos de Mujeres, convocado por Torremozas, y se publicó con las seis historias finalistas. Cuenta también con un poemario, ‘El cuerpo topográfico’.

«Tú me das el tema, yo escribo el poema». «Ese es el trato», explica Tania Panés (Madrid, 1989). «Ganas» es la palabra que le proponemos. A los sesenta segundos ya está tecleando en su Smith Corona de 1926. En cuatro minutos tiene lista la poesía improvisada. La recita en voz alta: «Atravesar los límites del deseo mientras todo lo demás desaparece y crecer la semilla interna, desde un genuino querer...».

«Después de ocho años haciéndolo, el mecanismo es muy intuitivo, me dejo llevar. El poema lo voy construyendo a medida que escribo los versos», relata. El precio, explica, «lo decide el cliente». «Lo hago así para que todo el mundo se lo pueda permitir», continúa.

La práctica hace al maestro y ella ya lleva «más de 30.000 poemas improvisados» desde que comenzó en este oficio en la primavera de 2014, en la Feria del Libro de Madrid.

La idea surgió de un encuentro que en poco tiempo se reveló crucial, el que tuvieron Tania y su hermano Alejandro con un poeta francés, Antoine Bérard, cuando paseaban por París allá por 2012.

‘Momento verso’

Fue Alejandro Panés, que había estudiado Periodismo, el primero que se lanzó y se puso a improvisar versos en el Rastro de Madrid en 2013. Bautizó el proyecto ‘Momento verso’. Tania, licenciada en Historia del Arte, se unió un año después, tras un viaje por Latinoamérica. Se estrenó con una Olivetti Pluma 22, heredada de su hermano. El proyecto de Alejandro y Tania fue creciendo organizando también diversos eventos e incorporando a más gente como Nuria Herrera y Pablo Urizal, que en Madrid mantienen vivo el espíritu de lo que acabó siendo un colectivo de creación poética.

Tania Panés se compró máquina de escribir propia y decidió hacer las Américas después de trabajar a tiempo completo como poeta callejera en Madrid, en lugares tan emblemáticos y concurridos como el Rastro, la plaza de Santa Ana o el Retiro. En otoño de 2015 con su Hermes Baby de1942 suiza, su mochila y una mesita y una silla plegables comenzó a recorrer Estados Unidos haciendo couchsurfing y financiándose la estancia con los donativos que recibía de los poemas que creaba en la calle.

Estuvo un año de viaje visitando, entre otros estados, California, Arizona, Nevada y Luisiana. Se enamoró allí de Nueva Orleans, ciudad a la que ha regresado en varias ocasiones. En aquellos tiempos de vida nómada también tuvo la oportunidad de explorar México y Hawái, «un sueño que tenía desde niña».

Base en Eivissa

En Eivissa, Panés aterrizó en la temporada de 2019. Ya conocía la isla porque de pequeña era donde veraneaba con su familia. «Cuando volví hace tres años llevaba once sin visitarla. La isla siempre había simbolizado para mí la libertad y pensé que Eivissa era un buen lugar para establecer mi base en España», comenta. Llegó con una furgoneta, que le sirvió durante un tiempo de vivienda, y se fue directa a Las Dalias, en Sant Carles. El proyecto gustó a los responsables del célebre mercadillo y allí ha continuado todas las temporadas, incluida la de 2020, la del estallido del covid. Ese año, reconoce, «fue complicado» subsistir, pero en 2021 la situación remontó. Allí sigue los sábados, todo el día; y los domingos, lunes y martes en el Night Market, de 19 a 00.30 horas. Además, desde la pasada semana, todos los domingos de 12 a 14 horas, está en el Croissant Show, en Eivissa. También la contratan para celebraciones como bodas o cumpleaños y para eventos corporativos.

Panés disfruta mucho del «intercambio vivencial y las emociones» que conlleva su trabajo y del reto que supone construir, tecla a tecla, poemas que capten la esencia de lo que le transmite el lenguaje verbal y no verbal de su público. La palabra más «rara» a la que se ha enfrentado, asegura, es «medicina nuclear».

Su trabajo como poeta lo combina con otro proyecto de reciclaje de máquinas de escribir rotas. Emplea sus teclas para diseñar distintas joyas, como anillos y colgantes. «Estoy desarrollando una tienda online, pero, de momento recibo los encargos a través de mi cuenta de Instagram y en el mercadillo de Las Dalias», detalla.

Pasión por la apnea

A estas dedicaciones, hay que sumar una nueva pasión, la apnea, que le ocupa cada vez más tiempo. «Empecé a practicar este deporte acuático el año pasado y me enamoré», asegura Panés. Aunque su residencia la ha establecido en Eivissa, pasa cada vez más tiempo entrenando en Egipto, en Dahab, la meca de los apneístas. Ha empezado a competir y está progresando muy rápido. «En abril, con mi entrenador, bajé hasta 65 metros de profundidad», explica con orgullo.

«La apnea se está convirtiendo en una prioridad muy grande», reconoce la joven escritora, pero eso no significa que vaya a dejar de lado su proyecto de «poesía en el momento». «Siempre intento buscar maneras de ir evolucionando y de llevar esta actividad a nuevos espacios. La cuestión es encontrar un equilibrio entre este trabajo, que amo y que me ha cambiado la vida, y otras propuestas nuevas, sin perder la esencia», reflexiona. Su futuro, lo tiene claro, está ligado a una máquina de escribir. Tania Panés se imagina dentro de unos cuantos años en la calle, donde todo comenzó, tecleando versos no para vivir sino «por puro placer».

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