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Palabras para una guerra

Pasaron casi cincuenta años desde que se completara esta antología. En 2016 fue publicada finalmente.

Palabras

Para Julio Neira, en nuestra memoria.

No tenía ni idea de que este libro existía. Es imposible estar al tanto de todo lo que se publica. Lo he dicho muchas veces: al mercado le importa un pito llenarnos de basura literaria. De las otras basuras también, pero en esta página que escribo hablo de literatura. Así que hay libros que has de leer y te pasan de largo sin darte cuenta, como dicen que dijo John Lennon de la vida. No sé si la frase es suya, pero mientras no se demuestre lo contrario suyos son los derechos de autor. O sea: no supe hasta hace muy poco que había un libro de poemas que se titula Con Vietnam. Me enteré de casualidad. En unas jornadas sobre Almudena Grandes, que organizaba la UNED en València, participaba yo con una conferencia. Ahí nombraba a algunas mujeres escritoras. Siempre han sido las grandes olvidadas. Y no te digo ya de las que escriben poesía: clandestinas total. Cuando acabó mi intervención, la profesora María Martos me dijo que unos años atrás se había publicado una antología poética coordinada por Angelina Gatell. El motivo de que me hablara de ese libro es que en mi intervención yo había nombrado a Angelina Gatell. ¿Quién la conoce? Creo que poca gente. Nació en 1926 y murió en 2017. Descubrí por azar Poema del soldado, libro con el que ganó en 1954 el Premio Valencia de Poesía. Una pasada de libro. No sé si los responsables de la edición -incluso el propio jurado- se enteró bien de qué iban los poemas. El caso es que se publicó y anduvo desaparecido, como tantos otros, hasta hace poco tiempo en que fue recuperado por Bartleby editores. Así es que ahora tengo aquí el libro Con Vietnam, en una magnífica edición de Julio Neira, catedrático de Literatura en la UNED, fallecido sólo unos días antes del encuentro protagonizado en València por la escritura de Almudena Grandes.

El año 1968, a instancias del PCE, se lo pasó Angelina Gatell pidiendo a medio mundo poemas que tuvieran como referencia la guerra de Vietnam. Casi todas las respuestas fueron afirmativas. Otras acudieron a la dificultad de escribir sobre un asunto concreto. Algunas se disculparon porque andaban simplemente en otras cosas y no se fiaban de escribir algo decente en esas condiciones. El final fue espectacular. Los nombres más importantes de la poesía en ese momento (y ahí siguen esos nombres para la historia) están en este libro. En castellano, eusquera, catalán y gallego. No faltó nadie a la cita que proponía la autora de Poema del soldado. El problema, sin embargo, no fue reunir los poemas sino publicarlos. No había manera. La censura se cerraba en banda. Obligaba a la supresión de algunos poemas, a revisar versos en algunos otros, ponía trabas a cualquier detalle que le pareciera sospechoso a la troupe censora comandada por Fraga Iribarne. Las editoriales Aguilar y Alfaguara se negaron con buenas palabras a la publicación. El proyecto era interesante, dijeron, pero los tiempos no estaban para ninguna floritura. Tampoco literaria. Entre tantas dificultades, ya en 1969, la editorial Ciencia Nueva (relacionada en su gestión con el PCE) acepta la publicación. Pero rien de rien. Imposible. La censura cierra el capítulo. La antología no se publica. Poco después la propia Ciencia Nueva sería cerrada por orden gubernativa. Tiempos aquellos. La dictadura franquista, ¿recuerdan?

Pasaron casi cincuenta años desde que se completara esta antología. En 2016 fue publicada finalmente, tal como fuera dispuesta por su autora. Y aquí las palabras de Julio Neira: «Rescatamos así del oscuro silencio de la dictadura en toda su plenitud un documento muy elocuente de la historia poética de la segunda mitad del siglo XX». Como sucede con libros como éste, hay en sus páginas bastante irregularidad. Poemas de intervención política clara, otros más intimistas, mucha variedad de registros todos ellos coincidentes en deplorar la atrocidad de una guerra que, aunque lejana, nos llegaba como si estuviera asolando nuestros más próximos alrededores. Setenta y cuatro nombres escritos en este libro que tuvo más sentido en su momento, pero que no ha perdido ni un punto de interés desde que Angelina Gatell empezó a recorrer la poesía entera de entonces para que fuera, esa poesía, una muestra del compromiso y la responsabilidad que nunca habría de esquivar la escritura decente. Ojalá fuera así siempre. Pero qué quieren que les diga. La poesía que manda en el mercado va por otros derroteros. Levantar poco la voz. O nada. Hablar de lo que no araña, de lo que nos sobra, ignorando que la buena poesía se arranca de lo que nos falta. No sé si esto lo dijo Edmond Jabès. A lo mejor sí. O sea, poca broma.

En todo caso, aquí tenemos Con Vietnam. Un libro de 1968 que no pudo ser en su momento. Yo ignoraba su existencia. No sé ustedes. Seguro que hemos leído y visto y escuchado muchas historias sobre aquella guerra. Ahora tenemos los poemas. Y las palabras de Angelina Gatell (léanla, por favor) para aquella edición imposible: «El propósito y la intención de este libro quedan bien claros a través de sus páginas. Poetas y pintores de toda España se agrupan en ellas con el deseo de dar testimonio de su posición ante una de las guerras más crueles y, lo que es peor, más innecesarias, de la historia del mundo». Las ilustraciones desaparecieron en la larga noche que hubo de atravesar esta antología. Quedan los poemas. Si no los han leído, que no les pase lo que a mí: pónganse a la faena en cuanto puedan. A su lectura me refiero, claro está. A su lectura.

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