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Secretos de familia

El hallazgo de unos restos óseos en un yacimiento arqueológico apunta, muchos años después, que se trata de dos hermanos desaparecidos.

Secretos de familia

Desde el primer momento, este libro me llamó la atención de entre todos los que estaban expuestos en la mesa de novedades por su portada, su título, escrito en magníficas letras blancas sobre un fondo de agua y bosque, destacaba en el paisaje azul de la sobrecubierta; y sobre todo por el nombre de su autora, Susana Fortes que posee una amplia trayectoria literaria, en la que consiguió ser finalista del Premio Planeta 2003 con El amante albanés, además de otros muchos premios y por el recuerdo tan grato que me dejó la lectura de su libro Septiembre puede esperar.

En Nada que perder, su nueva novela, Susana Fortes nos propone viajar hacia una infancia donde la verdad permanece oculta en el laberinto del recuerdo. Es esa verdad, la que pretende descubrir Blanca, nuestra protagonista, cuando decide regresar a la localidad del Baixo Miño en Galicia, lugar en el que desaparecieron sus amigos hace 25 años, los hermanos Nicolás y Hugo.

Ella, que contaba entonces con 8 años de edad y estaba junto a ellos cuando desaparecieron, fue encontrada la mañana siguiente dentro de una cesta de mimbre en la orilla opuesta al río sin recordar nada de lo ocurrido.

Ahora, los restos óseos de los niños han sido encontrados en un yacimiento arqueológico. El periodista Luis Lobo que investiga el hallazgo, se une a Blanca en la compleja búsqueda para descubrir que sucedió a través de los engañosos caminos de la memoria y de una sociedad hermética.

Con estos mimbres desde la voz cercana de la primera persona, Blanca, se ocupa de poner al lector en antecedentes sobre su vida actual y lo que recuerda de su infancia, especialmente, la de aquel verano crucial de 1979 en la granja de sus abuelos en el pueblo As Covas; y lo hace, en ocasiones, desde el punto de vista de la niña que fue.

Para este fin, la autora, dibuja con precisión, a cada uno de los personajes que acompañan a la joven en su relato: Blanche, su madre, siempre etérea y dispersa; Magnus su padre, inmerso en una especie de melancolía constante; el tío Fran, que colecciona recortes de periódicos sobre niños desaparecidos en la ría; Manuel Cadavid, el huraño padre de los niños desaparecidos; Luis Lobo, el periodista obsesionado por el caso; y Hugo y Nico entre otros.

Son todos ellos personajes singulares que transitan en unos escenarios reconocibles por su entorno; la atmósfera asfixiante que se describe, será determinante para entender la misteriosa trama.

Una trama en la que se combinan con mesura, pasado y presente de la protagonista, que en tono evocador, se desnuda emocionalmente y a modo de confidencia, expresa unos sentimientos en los que se vislumbran miedos y soledades. Ella a través de los repetidos flashbacks que le llegan como un fogonazo en forma de recuerdos, ira componiendo su historia, para ello, cuenta con la ayuda de Luis Lobo, que aportará datos muy relevantes con los que crearán una formidable hipótesis esclarecedora. El lector que camina a su lado, será participe a su vez de cada descubrimiento.

Nada que perder, es un libro que nos habla de secretos de familia, de relaciones padres e hijos, del olvido conveniente y el recuerdo implantado, sobre el entramado social de sobreentendidos y mirar hacia otro lado.

Que retrata una sociedad -es ficción, aunque bien podría ser real- que callaba y no levantaba la voz ni siquiera ante un maltrato infantil: ver, oír y callar. La negación colectiva.

Es un libro, además, escrito con gran eficacia narrativa, dando como resultado una envolvente novela de intriga, reflexiva e inquietante. En la que nos sumergiremos junto a la protagonista en esa búsqueda de la verdad, la que todos queremos saber siempre, aunque duela, aunque la neguemos, pues llegados a ese punto... no tenemos nada que perder.

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