Las esencias ideológicas de Vox

Las teorías en que se basan las argumentaciones de la extrema derecha se inspiran, en buena parte, en la obra de Gustavo Bueno, catedrático de la Historia de la Filosofía en la Universidad de Oviedo, sostiene el autor.

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Vox / Javier Paniagua

Javier Paniagua

Isaiah Berlin señaló que en todos los proyectos políticos, económicos, sociales, artísticos, deportivos… están presentes, de manera consciente o inconsciente, las ideas básicas que los sustentan. Las construcciones, sean cuales sean, tienen unas bases ideológicas que no siempre son evidentes para quienes las defienden. En ocasiones no tienen una única procedencia, se mezclan de varias fuentes, aunque exista una predominante. Averiguar los elementos en que se basan es como determinar el sustrato matemático que se desprende de cualquier construcción con los que los humanos abordamos la realización de muchas obras. Un puente sobre el río Hudson, por ejemplo, ha supuesto múltiples cálculos para asentar sus estructuras. Sin ellos no se sostendrían y los ingenieros y diseñadores deben tener claras las medidas adaptadas al terreno en el que se ubica. Después vendrá la decoración, la estética y la funcionalidad de lo construido. Todo lo que no se puede medir, decía Anaximandro, no se puede mejorar. Y de una manera u otra estamos permanentemente aplicando los métodos matemáticos a nuestra vida diaria: qué cantidad de dinero necesito para vivir, cómo debo invertir para obtener un rendimiento, qué puedo adquirir con mis ahorros, etc., etc. Pero no solo recurrimos al cálculo para las cosas materiales, lo utilizamos igualmente para otros temas no directamente relacionados con la supervivencia económica diaria. Ya el premio Nobel Gary. S. Becker, en 1992, estudió, desde una perspectiva económica, entre otros temas del comportamiento humano, la economía del amor y en qué nos basamos para aceptar una u otra pareja en función de nuestras posibilidades y las relaciones que el «mercado sentimental» nos ofrece, aunque sea el más imperfecto que existe por la irracionalidad que contiene en su elección. El amor es uno de los bienes más escasos que existen y la economía se dedica a explicar cómo se asignan los recursos escasos.

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Vox / Javier Paniagua

En los temas de las organizaciones humanas hay dificultades para concretar los elementos en que se fundamentan nuestros análisis. Es difícil establecer ecuaciones, y sobre todo clarificar el lenguaje cuando utilizamos conceptos que pueden ser interpretados de distinta manera, incluso de formas contradictorias. Si aplicamos los términos de fascismo, populismo, anarquismo o socialismo a diversas entidades o personas será difícil especificar a qué nos estamos refiriendo. El fascismo, por ejemplo, cuenta con infinidad de estudios sobre sus orígenes, formas y características, como ha estudiado Emilio Gentile, y sin embargo tachar a alguien de fascista es atribuirle un comportamiento de persona que no respeta las opiniones ajenas y quiere imponer solo las suyas, o es partidario de un sistema totalitario. Resulta, por tanto, un insulto. Pasa algo parecido con populismo, que se aplica de manera generalizada a diestra y siniestra sin precisar los límites del concepto.

En este sentido cabe preguntarse cuáles son los parámetros ideológicos de un partido como Vox que ha tenido, en los últimos diez años de la política española desde su fundación en diciembre de 2013, una evolución peculiar que ha dado lugar a distintos trabajos académicos o periodísticos. Es calificado de extrema derecha, de ultraderecha o de derecha radical, con matices, según se le atribuya una u otra denominación. La publicación reciente de Miguel González, Vox. El negocio del patriotismo español (Península, 2022) nos narra con un lenguaje asequible y neutral las peripecias de su evolución en el panorama político español. Relata sus orígenes, sus líderes y los avatares de su trayectoria hasta la actualidad. Nada que ver con el panfleto de Blas Piñar Pinedo, el hijo de Blas Piñar que dirigió Fuerza Nueva en la Transición, Del PP a Vox. De la traición de Rajoy a la nueva derecha española (edición del propio autor, 2015).

Las teorías ideológicas en que se basan las argumentaciones de Vox se inspiran, en buena parte, en la obra de Gustavo Bueno a partir de su etapa de filósofo mediático que emprendió desde el 2005. Bueno, catedrático de la Historia de la Filosofía en la Universidad de Oviedo había venido construyendo lo que denominó el «materialismo filosófico». Fue alumno de Santiago Montero Diaz, que se afilió al PCE en 1931 y después defendió las tesis de Ramiro Ledesma, fundador de las JONS y contrario a la unidad con Falange Española. Conocedor de la escolástica y, en general, de toda la historia de la filosofía, especialmente de la obra de Platón, Bueno se autocalificaba como ateo católico. Sin embargo, comenzó a publicar artículos y libros que supondrá una remodelación del pensamiento de la derecha española. A partir de sus análisis sobre el mito de la cultura, el mito de la izquierda y de la derecha, el fundamentalismo democrático, sus críticas a José Luis Rodríguez Zapatero -el pensamiento Alicia- y su defensa de una España unitaria e indivisible (España no es un mito), concluye que la globalización está basada en la cultura anglosajona -británica, estadounidense y australiana- opuesta a la cultura católica, cuyo mayor defensor fue España y en la cual puede incluirse Italia y la cultura ortodoxa griega, rusa, ucraniana, etc. En esa dinámica España debe contraponerse al liberalismo anglosajón que permite decidir sobre cualquier tema gracias al voto de las mayorías. En cambio, hay elementos, entre otros, como la unidad de España que no pueden ser objeto de debate electoral. Un resumen infantiloide de la propuesta de Bueno puede leerse en Paloma Hernández Arte, Propaganda y Política (Sekotia, 2022).

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